Según los especialistas,
ninguna agresión puede ser pasada por alto
Por
La Prensa Gráfica/GDA
En
menores de tres años, el comportamiento agresivo suele ser una reacción ante la
imposibilidad de expresar con palabras la emoción y no poder postergar los
deseos.
Que un
niño golpeé o muerda a su madre, o que una niña le pegue a su compañero de
clase por tomar uno de sus juguetes o tire la puerta de su cuarto son
comportamientos agresivos.
El
ejemplo de sus padres y la dinámica familiar influyen mucho en el desarrollo de
esta conducta, como el tipo de disciplina aplicada a los hijos, el estilo de
crianza inadecuado (autoritario y severo, o permisivo y demasiado indulgente),
la relación tensa entre los padres, un ambiente de rechazo o la falta de
conexión emocional con los progenitores.
Cualquiera
sea la causa de la agresividad infantil, es fundamental intervenir siempre que
se dé, a fin de evitar que se instaure como hábito o se transforme en conductas
insociales en el futuro.
Los
especialistas consultados para este artículo coinciden en afirmar que ninguna
agresión puede ser pasada por alto. Proponen actuar con mucha calma, paciencia
y firmeza para mostrarle al niño que está causando daño y que no está permitido
lastimar ni ser vulnerado en casa ni en ningún otro lugar.
Aquí
presentamos seis consejos a tener en cuenta para corregir la agresividad
infantil con amor:
-
Antes de pensar en castigos, enseña a tu hijo a manejar sus emociones. Si
reaccionas de forma violenta, solo reforzarás la conducta agresiva y aumentarás
su ansiedad.
-
Recurre al “tiempo fuera”. Consiste en enviar al niño a un espacio previamente
establecido donde podrá reflexionar sobre lo sucedido y calmarse.
-
Predica con el buen ejemplo. Un niño necesita de sus padres un modelo en el
manejo de la frustración. Si uno de los dos permite todo y el otro nada, eso
confundirá al niño y quizá se rebele.
-
Ayuda al niño frustrado a entender lo que siente sugiriéndole alternativas para
controlar su ira o molestia. Por ejemplo, si tu hijo quería subirse a una
hamaca y otro niño se la gana, muéstrale otra actividad, como ir al tobogán.
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Reconoce las buenas acciones de tu hijo, otorgándole estímulos no materiales
como abrazos, felicitaciones y reconocimientos.
-
Crea un clima familiar de confianza y comparte tiempo de calidad con tu
familia. Esto ayudará a los niños a expresar sus emociones.
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