Quiero compartir una historia hermosa que me envió vía Internet mi compadre el locutor Antero Guzmán desde España, espero que pueda motivar a muchos jóvenes que se sienten deprimidos sin deseo de vivir.
Oscar Pistorius (Sudafricano-Pretoria, 1986)
No nació sin piernas. Se las amputaron cuando tenía sólo 11 meses.
Sus padres –atribulados antes y después de la operación por los dolores del niño lo hicieron aconsejados por los especialistas, que no veían salida a aquellas extremidades que habían salido del útero materno sin peronés ni tobillos.
Al principio las cosas fueron muy bien. En sólo seis meses, el pequeño Oscar correteaba de un lugar a otro con sus pequeñas prótesis. Luego la cosa se complicó. Vino el colegio y los niños se burlaban de él y éste se zafaba como podía de sus burlas.
Pero para él eso no fue nunca un obstáculo. El gozó desde niño de un sexto sentido para el deporte. Y practicó un buen puñado de ellos. Primero el rugby y el waterpolo, más tarde la natación, y en este momento el atletismo.
“Yo no soy un inválido, simplemente no tengo piernas”
“Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad… las peores son las del espíritu”
En el atletismo lo acompaña una voluntad de acero, un insaciable espíritu competitivo y dos prótesis con las que engaña a la naturaleza. Pisando sobre ellas, alcanzó la cima de la velocidad en los Juegos Paralímpicos de Atenas en 2004, con un oro en los
No contento con ello ha pulverizado desde entonces los récords mundiales paralímpicos de 100, 200 y
Las prótesis que han dado fama a Pistorius son conocidas como cheetahs y las fabrica una firma especial en Islandia. Cada par cuesta más de 20,000 euros.
Sobre la mesa tiene dos ofertas de Hollywood para llevar su historia a la pantalla grande. En una le ofrecen interpretarse a sí mismo, en la otra proponen a un actor profesional.
Los patrocinadores también se lo disputan: presta su imagen a Visa, Honda, Ossur, Nike y Oakley
Su madre murió inesperadamente hace cuatro años. No pudo disfrutar del éxito de su hijo. Sin embargo, cuando él tenía apenas un año le escribió una carta para cuando fuera mayor, que decía: "Un perdedor no es quien llega el último sino aquél que se sienta y mira y nunca ha intentado correr".
Un verdadero espíritu indoblable, rebelde, es aquel que busca la felicidad en esta vida. El querer lo es todo. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas.
El amor, la voluntad, el deseo y la pasión de cumplir los sueños son las alas del espíritu de las grandes hazañas.
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