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EL CONSUMISMO EN NAVIDAD



Lic. Ramón Alberto López
Hola amigos y amigas de La Voz del Joven. Me da gusto compartir estas breves ideas con ustedes al tiempo que felicito a su director Carlos Candelario Veras, joven promesa de este país.

Un gran dilema se me presenta al momento de escribir sobre el tema del consumismo en Navidad, pues ¿Cómo lo enfoco? ¿Como el mercadólogo que apoya e incluso crea estrategia para incrementar el consumismo, especialmente en épocas especiales como es la Navidad o como el joven cristiano que por mucho tiempo ha criticado el consumismo desmesurado en esta época?

El consumismo es la inducción al consumo no necesario a través de una larga publicidad que lleva a la compra de productos no necesarios y rápidamente sustituibles por otros, igualmente innecesarios y poco perdurables, con el fin de mantener la producción. Es una forma del capitalismo destinada a actuar como mecanismo de sostenimiento de una actividad productiva creciente.

Entonces, partiendo de estos conceptos: vivimos en una sociedad muy consumista. Por ejemplo, los jóvenes se han convertido en unos grandes consumistas: “me voy a comprar las zapatillas, el celular que salen en la tele”. El producir, usar y tirar se convierte en la necesidad de descubrir, experimentar y vivir nuevas y continuas experiencias del joven.

Nos hemos convertido en una sociedad en la que cuanto más tenemos, más queremos.

Las mujeres son también grandes consumistas. Las grandes empresas han conseguido abusar de la mujer; por ejemplo, para vender una colonia, utilizan a una mujer guapa y atractiva o en su defecto, famosa.

Pero todos en general hemos llegado a ser unos grandes consumistas, en la medida en que pensamos que si sale en la televisión, tenemos que comprarlo. Todos tenemos que consumir productos o servicios, es evidente. Pero no voy a hablar del consumo normal sino del irracional, el compulsivo el que conocen tan bien los expertos en “Marketing”.

La compra compulsiva, por capricho, que no responde a necesidades del individuo crece sin parar. En esto influyen mucho la publicidad, las marcas, las fiestas (como la Navidad).

Las fiestas navideñas, más allá de su significado religioso, constituyen la época privilegiada del año para el consumismo irracional. En estas fechas, las empresas sacan sus productos al mercado y bombardean al consumidor con sus mejores ventajas y cualidades envueltas en el celofán brillante de la publicidad. Es inevitable caer y comprar no sólo los productos alimenticios que se necesitan para las cenas y comidas navideñas sino también los regalos de diferentes caracteres y precios para familiares y amigos.

Las tiendas se llenan y permanecen abiertas hasta tarde y los ciudadanos se dejan llevar por la publicidad y la ansiedad para adquirir más productos de los que se necesitan. Y es que las navidades son las fiestas consumistas por excelencia y más de
uno se pregunta si alguien todavía se recuerda de verdad del significado de las celebraciones religiosas. Comprar, comprar y comprar, todo el mundo quiere comprar y regalar.

Los verdaderos valores de la Navidad como festividad que rememora el nacimiento de Jesús, o la unión familiar que se establece en estas fechas, desaparecen ante las compras y los regalos.

Por último, lo que se considera de la Navidad jamás podrá ser Navidad, y algunos consejos que frenen el consumismo banal en que la hemos convertido. Comparto con ustedes un extracto de Familia 2000 sobre lo no es la navidad:

- No es un motivo más para realizar reuniones donde, el dinero tan duramente ganado, se derrocha y conducen a presiones económicas.

- No es un pretexto para organizar fiestas donde se baila desenfrenadamente una noche y luego quedar más vacíos que antes.

- No es un motivo para preparar banquetes costosos, mientras en otros lugares hay gente que se muere de hambre.

- No es una oportunidad para que los hijos exijan caprichosamente regalos caros a sus padres, quienes por darles gusto endeudan su futuro.

- No es una oportunidad para que los padres de familia, regalando juguetes a sus hijos, acallen el remordimiento de no haberles dado el tiempo y el amor que necesitan para su feliz desarrollo.

- Tampoco es una ocasión para desearse hipócritamente: “Feliz Navidad”. Y darse un abrazo momentáneo cuando después se pasa el año entre odios, envidias, peleas, etc.

- No consiste en armar un nacimiento y embellecer la casa con luces, adornos, arbolitos, pero dejando las mentes y los corazones como están: llenos de egoísmo y rencor.
EI autor es mercadólogo y locutor

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