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Hay dinero para educación


Escrito por: MarĆ­a Teresa Cabrera*

El socorrido argumento oficial de que no hay recursos para invertir mÔs en educación, aunque lo nieguen los voceros del gobierno, pone en relieve la reiterada falta de voluntad política para dedicar el dinero del Estado hacia lo verdaderamente prioritario, ademÔs de evidenciar una concepción desviada de la democracia, que se traduce en poco o ningún interés en dotar al país de un sistema educativo público de amplia cobertura, que recupere el sentido humano, proyecte valores y estimule la conciencia crítica de la gente.

El Presidente FernÔndez entiende que hacer el Metro es conveniente para sus propósitos y dispone los recursos necesarios para llevarlo a cabo; si considerara que garantizar educación en la perspectiva referida, resultara conveniente a sus fines, por lo menos, se aproximara a la media de inversión en que estÔ situada la región. Ocurre que en su lógica lo realmente prioritario son los programas y acciones clientelistas, que no alteran en lo fundamental la situación social y la alienación de la gente.

Un pueblo con alto nivel de educación, capaz de interpelar a sus gobernantes, de enjuiciar críticamente sus acciones, de analizar críticamente la realidad social en la estÔ inmerso y tomar decisiones con libertad, no es conviene a los propósitos de una clase política que ha hecho del pragmatismo su sentido común, y que para mantenerse en el poder apela al paternalismo y al clientelismo.

Un gobierno mínimamente democrÔtico mostraría un poco de empeño por atender una demanda que ha ganado un nivel de consenso sin precedente en la historia reciente del país. Empresarios, políticos, intelectuales, gremios, sindicatos, organizaciones comunitarias y de jóvenes, niños, niñas, adultos, jóvenes, hombres y mujeres de todas las clases sociales, por todos los rincones del territorio nacional, han asumido en cuerpo y alma la campaña que reclama el 4% del PIB para la educación, como lo establece la ley 66/97, y la propia constitución que de una inversión creciente y sostenida.

Con un poco de voluntad política, el dinero de la segunda línea del Metro, el de los BARRILITOS y COFRECITOS, una proporción de la partida destinada a la recapitalización del Banco Central, igual que los fondos destinados a la Presidencia de la Republica para atención a necesidades públicas, y los proyectados para compra de Supertucanos, se tomaran para aumentar el presupuesto de educación. EstÔ claro, hay dinero para invertir mÔs en educación, lo que no existe es la voluntad política para hacerlo.

Frente a esta realidad, se impone como necesidad profundizar la campaña, agregar nuevas iniciativas al símbolo de las sombrillas amarillas, continuar tocando puertas para integrar cada vez a mÔs personas y sectores, para que con la fuerza de razón como arma, al canto de la movilización social, hagamos surgir la voluntad política que le falta al Presidente de la Republica y a nuestros legisladores, para hacer frente a la tara social que representa el atraso que acusamos en la formación del principal recurso de que dispone cualquier nación, los seres humanos. DigÔmoslo tanto como se pueda: hay recursos para invertir mÔs educación.

*La profesora María Teresa Cabrera es ex presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP).

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