Bien lo dijo el novelista y pensador ruso León Tolstoi al tratar, con la frase que titula esta columna, de crear conciencia en sus congéneres sobre la solidaridad y el amor al prójimo.
Enseñanzas como estas son las que debemos promover, día a día, a nuestro alrededor. No es tan díficil, por el contrario, resulta realmente fácil y proporciona un gran bienestar y satisfacción al espíritu.
Fueron estos sentimientos los que puede percibir en las palabras de los ejecutivos de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos al hablar de sus programas de responsabilidad socia, que contrario a los de muchas empresas dominicanas, se enfocan en un gran porcentaje en el bienestar de sus empleados, al tratar de mejorar sus condiciones de vida. Bien por ellos, pues el mayor valor de una empresa es su personal.
Su programa tienes tres áreas básica: preservación del medio ambiente, con políticas de ahorro en todas sus instalaciones y trabajos a favor de la Reserva Ebano Verde; mientras que “Talentos solidarios” canaliza de forma voluntaria el servicio de sus empleados a la comunidad.
Pero lo que más llamó mi atención fue “Un techo por nuestra gente”, a través del cual toda la entidad, incluido sus empleados, se unen para dotar de un techo amueblado a uno de los suyos. Acciones como estas hay que imitarlas.
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