El tantra propone una forma de vida en la cual el placer es tanto el fin como el medio.
Es una experiencia vivencial que integra el cuerpo, las emociones, la conexión, con el objetivo de despertar los sentidos hacia el placer, el erotismo, la sexualidad y la vitalidad plena.
Integra lo femenino y lo masculino.
En la práctica del tantra aprendemos a despertar a los mensajes del cuerpo a través de los sentidos y a percibir las sensaciones, disfrutar las caricias, las miradas, el tacto cuerpo a cuerpo, los aromas, entregándose al contacto con la pareja en un espacio donde predomina el amor y el compromiso de dar placer al otro, enfocándose en el disfrute pleno y no en la consecución del orgasmo.
Para practicar la sexualidad tántrica se necesita tiempo, horas, es imprescindible conocimiento, conciencia, paciencia y mucha comunicación entre la pareja, pues se basa en la unión sexual física-espiritual en la que se descubre no solo la belleza física, sino la del alma, se aprende a importantizar el intercambio de energías para conseguir la armonía total entre esas dos personas.
Para este ritual se debe crear un ambiente adecuado, con música suave, velas aromáticas, incienso, luces tenues o semipenunbra, flores, danzas.
En el ritual sexual, la energía masculina y femenina interactúan sutilmente y se rescatan valores como la ternura, receptividad y el contacto emocional.
El encuentro sexual tántrico trasciende la genitalidad para convertirse en un acto profundo y vibrante.
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