El paquetazo debe ser enfrentado en las calles y en las
plazas públicas.
La asquerosa realidad de una sociedad donde los bancos
obtienen ganancias excesivas y absurdas; donde la burocracia politiquera
corrupta, pervertida e inepta enriquece ante los ojos y la miseria de un pueblo
cada vez más empobrecido; donde las mineras destruyen el presente y el futuro
comprometiendo las aguas, los suelos, la salud y
la vida de quienes existimos en esta geografía y de los que aún no han nacido;
donde las mafias de la energía apuestan por una “seguridad jurídica” que debe
garantizar contratos abusivos, ilegítimos e inmorales; donde la salud y la
seguridad social están secuestradas por la voracidad del gran capital
especulador y ratero; donde corporaciones delincuentes llamadas partidos sirven
al peor postor y apuestan a la ingenuidad del pueblo; donde presidentes y
congresistas y empresarios e inversionistas y cardenales y obispos y rectores y
notables y tecnócratas y periodistas y líderes sociales e intelectuales se
confabulan con los culpables de la crisis para contener la rabia social
acumulada; en un país donde la vida no vale nada, es necesario salir a la calle,
es necesario voltearlo todo, es necesario desobedecer, urge rebelarse.
El
paquetazo y los empaquetadores deben ser enfrentados con la movilización en las
calles y en las plazas, con la rebeldía social. Es necesario y urgente
desobedecer por nuestra propia supervivencia. ¡No más!
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