Es un estado que afecta a muchas personas cuando hablan en público
Cantantes,
bailarines, actores, músicos, intérpretes amateurs y consagrados, profesionales
que tienen que dar una conferencia.
También
estudiantes que deben rendir un examen ante un jurado o gente que necesita
defender sus puntos de vista en una reunión de trabajo o de la comunidad de
vecinos.
Todos
aquellos que deben expresarse ante una audiencia, sufren algún grado de
'trac', un fenómeno que la doctora Anna Cester Bofarull define como
“miedo paralizante o angustia irracional que se siente antes de ejecutar
una prueba y donde la acción generalmente desaparece”.
Cester, que
es médico especialista en Medicina de las Artes Escénicas (www.cpae.net) y es
titulada superior de música, ejerce como profesora de piano y de educación
corporal en la Escuela y Conservatorio de Música de la Diputación de Tarragona
(noreste de España).
Asimismo,
desarrolla actividades formativas y de investigación centradas en la ansiedad
escénica, la conciencia postural y la prevención de las lesiones
músculoesqueléticas en el artista.
Reacción adquirida. "El ‘trac’ es una reacción, adquirida
a lo largo de la vida, ante lo que nuestro cuerpo y nuestra mente, el cerebro,
consideran una situación de peligro o una amenaza física o psíquica",
explica en entrevista esta investigadora y terapeuta, autora del libro
'El miedo escénico', dónde ofrece conocimientos y habilidades en la preparación
para actuar o hablar en público.
"Se
trata de un estado de ansiedad en el que el cuerpo sufre síntomas tales como
palpitaciones, temblor, sudor de manos o manos frías, tensión muscular,
trastornos digestivos y pérdida de concentración, así como culpabilidad,
vergüenza, lapsus de memoria, tristeza, frustración o miedo a
equivocarse", señala.
La palabra
'trac' se refiere a una forma particular de emoción y proviene, según indica la
experta, del término francés 'tracas', que significa "preocupación,
inquietud, molestia”.
Vías de escape. Según Cester, algunos de estos síntomas, que se acompañan de
cambios en la conducta, como elevar los hombros, no mirar al público o
mojarse los labios, "también pueden aparecer semanas antes de la actuación
o bien reaparecer una vez finalizada".
"La
persona que los sufre deja de creer en sí misma y en sus capacidades y busca
mecanismos más o menos eficaces para eliminarlo, pero los fracasos son
numerosos porque, a menudo, emplea vías de escape que acentúan aún más su
ansiedad, como llevar encima un amuleto, evitar el contacto visual con el
público o imaginar que no hay nadie en el auditorio", según esta
experta.
Miedo escénico. "Se le conoce como 'miedo
escénico' en referencia a aquello que se representa o realiza para el público,
ya sea en el escenario de un gran teatro, en un decorado improvisado en medio
de la calle o en una entrevista radiofónica", explica.
Para Cester
“no son las situaciones, lo que desencadena la aparición del ‘trac’, sino cómo
nosotros las interpretamos y valoramos”.
Al
reflexionar sobre la razón de nuestras reservas y autoexpresiones como: “no
actuaré en este teatro”, o “prefiero no hablar ante público”, la doctora
comenta que "observamos que no son controladas por la emoción que sentimos
en ese momento, sino por sentimientos que nos produjo haber vivido ya esa
experiencia, como los de culpa, sensaciones de fracaso, de no haber dado la
talla o ganas de llorar", matiza.
Cester
indica que “estos sentimientos fueron memorizados en el sistema límbico del
cerebro, generando en nosotros una serie de creencias, conductas y
expectativas, que harán que nos comportemos de un modo determinado ante un
acontecimiento similar".
"Un
cierto grado de ansiedad es beneficioso porque permite agudizar el talento,
mejorar nuestro rendimiento y habilidades cognitivas y sensoriales, pero solo
hasta un cierto punto, pues si el nivel de ansiedad es demasiado elevado,
pasamos de la motivación al ‘trac’ patológico y, entonces, el rendimiento
disminuye y empezamos a dudar de nuestras capacidades", indica.
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