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Respuesta al Utilitarismo Economicista Contemporáneo.


Por: Lic. Ramón A. Martínez Henríquez (ramon_m01@hotmail.com)

Las acciones humanas del hoy, no poseen fines aleatorios, ni mucho menos son el resultado de un proceder medalaganario de los mortales. El presente social de nuestra gran civilización, se desplaza por los derroteros insaciables del interés individual humano, lo que coloca en el espíritu social de los pueblos, una forma de pensamiento utilitarista, que exige permanencia, y la búsqueda de los medios necesarios de subsistencia; por lo que, desde este plano de acción social, las multiformes relaciones humanas se presentan programadas por una estructura economicista, que entrona el capital, en lugar de lo moral.

Nuestro existir se convierte rutina metálica (dinero), acciones humanas en las que subyace la categoría “cantidad” en su máxima expresión, pues los individuos contemporáneos, de frente a su realidad cotidiana, miran el tener como canon incuestionable al que todos debemos emular, de modo, que la adquisición de bienes, tal cual encantamiento divino, reviste a los poderosos de “prestigio socio-moral”, invisible en sus acciones; luego, estos sucesos evidencian la caída al profundo abismo oscurantista de las masas, puesto que individuos destructores de patrimonios comunales, devienen en héroes nacionales.
Vivimos condicionados en un sistema que proclama a voz en cuello, la primacía de lo suyo, y que entiende como contradictorio todo evento que persiga rescatar, el ser moral humano, ya que este resulta contraproducente y fuera de orden, en consonancia con las líneas generales de procedencia, establecidas por las mentalidades transnacionales, en cuyas ideas anidan los planes de acción, más alejados de lo ético-moral posible, pese a las masas, se les catapulten discursos éticos en grado extensivo, lo que dà cuenta de bajeza humanística, y deterioro agudo de dignidad en sus practicantes.
Ante esta situación reinante, se abre una puerta de esperanza a los vivientes, -pues el mundo del interés desenfrenado conlleva a fines insanos, anti-humanos y salvajes- representada bajo el concepto cristianismo, pero no de un cristianismo religioso con tintas monótonas, sino de esa concepción espiritual que trasciende el campo de lo objetual, para remontarnos en una vida nueva y transformada por el poder del Espíritu Santo en nosotros, cosa que trastoca el estado primero de pensamiento-acción en que operábamos, para dar paso a un ser renovado, que orienta sus pisadas a lo pulcro, honrado e íntegro de lo humano, pero desde lo divino.
Desde esta óptica, se hace evidente que un recurso necesario para dar salida a un entorno humano, plagado por los más decadentes anti-valores, no ha de hallarse en los esfuerzos conjuntos por modificar conductas humanas aprendidas, sino que más bien, se hace insoslayable el reconocimiento, y la pronta decisión por la vida nueva, vida que resulta imposible en el viejo hombre, puesto que solo abre las vías de fecundidad en un morir a nuestro yo, pues no hará todavía solo una palabra el milagro, ya que debe transformarse el corazón, y esta acción, desde siempre, la ejecuta Jesucristo: la verdadera razón para vivir.    

EL AUTOR  ES EL REPRESENTANTE DE ESTE MEDIO EN EL DISTRITO NACIONAL. CONTACTO: 829 347 5481

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