Debería avergonzar a los políticos dominicanos
hablar de reelección. La favorecen cuando les conviene y la rechazan cuando no.
Repetiré aquí lo que he dicho y escrito en diversas ocasiones: no hay sistema
de reelección perfecto; todos tienen ventajas y desventajas; por lo tanto, los
argumentos a favor o en contra dependen fundamentalmente de las conveniencias
para determinado grupo político.
Existen diferentes
sistemas de reelección y en República Dominicana se han utilizado varios de
ellos en los últimos 50 años.
Además de estos tres
sistemas de reelección que se han establecido en República Dominicana en los
últimos 50 años, hay otras tres modalidades.
Una es la reelección
indefinida no consecutiva con dos períodos de receso. Este sistema tiene la
ventaja de que permite la repostulación de un presidente pero no en breve
tiempo, con lo cual se facilita el surgimiento de nuevos candidatos. La otra es
permitir una repostulación inmediata y luego dos períodos de receso. Este
sistema tiene la ventaja de que un buen presidente puede optar por una
respostulación inmediata, y una vez cumplido ese ciclo, la espera de dos
períodos facilita el surgimiento de otros candidatos. Finalmente, la reelección
puede estar totalmente prohibida.
Los argumentos para
justificar un sistema u otro de reelección no tienen resolución objetiva;
dependen del interés y las posibilidades de los políticos en una coyuntura
específica.
En República
Dominicana, el tema de la reelección se ha convertido en un relajo, tal cual
sucede en estos días en que el asunto se discute nuevamente por la alta
aprobación del presidente Danilo Medina. Pero si el presidente Medina
registrara una baja aprobación, entonces se estaría valorando que no exista
actualmente la repostulación inmediata.
Las reglas del sistema
político no pueden estar sujetas a los intereses particulares o a los vaivenes
del momento político. En la
Constitución de 2010 se abolió la reelección consecutiva y el
nunca jamás a favor de la reelección no consecutiva, de manera que Leonel
Fernández pueda respostularse y Miguel Vargas decir que pactó la no reelección.
Ahora hay que aprender
a convivir con ese sistema, no porque sea el mejor, no lo es, sino porque la
institucionalidad política no debe ser un capricho ni un relajo, ni siquiera
estar sometida a la popularidad de un presidente.
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