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LOMA MIRANDA: ANTROPOCENTRISMO VS. BIOCENTRISM

Por: Lic. Ramón A. Martínez Henríquez (martinezhenriquez@outlook.com)
Desde una mirada panorámica al concierto de países que conforman la América Latina, se puede identificar con cierta exactitud, como los gobiernos legítimos de estos pueblos, han inclinado la balanza del progreso a modelos económicos extractivos; los cuales en vez de unir fuerzas para ayudar al éxito nacional, en la creación de focos de producción sostenibles, generan un conjunto de efectos secundarios totalmente negadores de los fines y metas que se persiguen.
Este momento histórico que nos ha tocado vivir, pone de manifiesto como a nuestra patria ha llegado el poder oscurecedor de un sistema economicista antropocéntrico, caracterizado por contemplar su entorno natural como un medio para sus fines, dentro de los cuales la Naturaleza pasa a ser vista como una canasta de recursos inagotables que esperan su explotación, de manera que lo natural, en tanto que patrimonio, se transforma en capital, mercancía, dinero.

Esto nos declara que el medio-entorno, nuestro hogar, se comercializa en las plazas públicas de los países poderosos, se vende (regala) nuestro oro, se contaminan nuestros ríos y se enferma a nuestra gente, todo esto con la falsa idea de combatir la pobreza aprovechando los recursos naturales de que disponemos, excusa ésta irrelevante, puesto que las grandes desigualdades sociales que se observan en toda la América Latina, a lo cual no escapa República Dominicana, son el producto de la amañada distribución de la riqueza, que en Dominicana se expresa con la lógica de San Puñé: “Los menos que ganan más, y los más que ganan menos”.
Luego al reflexionar sobre nuestro medio desde una perspectiva antropocéntrica, se podrá entender que al mismo se le valora gracias al peso de utilidad que representa para la humanidad, es decir, que lo natural se carga de sentido, siempre que aporte un beneficio directo para las personas, por lo mismo, su valor de uso constituirá su permanencia o desaparición; pues habrá de apreciarse lo económicamente viable en detrimento de aquello que no lo sea.
Contrario a este mundo de acciones en pro de lo humano, y olvido de lo natural en sí, emerge una nueva postura (Biocentrismo), que aboga por el valor de la vida, no reducida al ámbito meramente humano, sino en sentido totalizador; defendiendo el hecho de la vida como valor supremo. Donde la Naturaleza viene a ser vista como sujeto de valor, independientemente de que ésta genere, o no, utilidad a las personas, pues el solo hecho de vivir ha de producir respeto, cuidado y salvaguarda por parte de los vivientes humanos, hacia los no humanos. De suerte que nuestra fauna y flora vale, no por ser hermosa y útil, sino porque inherentemente contiene su valor, uno exclusivo e irrepetible, el valor de vivir.
De este espíritu se levanta la necesidad de alzar la voz por nuestras plantas, montañas, ríos y mares, demandar el reconocimiento al respeto de sus derechos a la vida, así como establecer los límites a la introducción salvaje de la mano humana en los campos de vida de nuestras especies, tanto animal, como vegetal. Para procurarnos así un futuro promisorio de salud ambiental a nosotros mismos, y a las generaciones después de nosotros.

         EL AUTOR ES EL REPRESENTANTE DE ESTE MEDIO EN EL DISTRITO NACIONAL 829 347 5481

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