POR: AGENCIAS
Gatos y niños, ¿no son estos los seres cuyas
imágenes deben ser publicadas en las redes sociales para atraer la atención de
los internautas? Sin embargo, los expertos desaconsejan hacer una de estas
cosas.
Entre las
sugerencias útiles que se ofrecen en Internet sobre temas que no deben aparecer
en su cuenta destaca esta decena.
1. Los momentos
íntimos de la vida de sus niños
Los científicos
de la Universidad de Michigan desaconsejan a los padres publicar en Internet
las fotografías de sus niños y las anécdotas de su vida. Según reveló su
sondeo, realizado a nivel nacional en Estados Unidos, esas publicaciones pueden
herir la sensibilidad de su hijo o hija en el futuro. En la adolescencia o
juventud muchos se sienten avergonzados o incómodos al ver una información que
consideran personal y confidencial expuesta en la Red.
Mientras tanto,
estadísticamente el 70% de los padres y el 84% de las madres con niños menores
a 4 años comparten datos sobre los pequeños y piden consejos en las redes sobre
la alimentación, el cuidado, la disciplina o la educación. La mayor parte de
aquellos consejos resultan útiles, pero no hace falta compartir la imagen con
evidencias de un problema o los datos personales del niño a no ser que sean
enviados por medio de un mensaje privado.
2. Planes
vacacionales y mensajes desde la playa
El error más
frecuente que comete todo el mundo en las redes sociales es publicar que uno se
va de vacaciones o, después de una foto feliz desde la playa, especificar
cuánto tiempo más estará allí. La Policía de distintos países del mundo
(normalmente lo hace la policía municipal) no deja de advertir a los vecinos
que no lo hagan, pero hay cada vez más medios sociales y, respectivamente, más
tentación de compartir la información con los amigos y los delincuentes.
Algunos de
ellos, que se especializan en robos con escalamiento, pueden ya estar esperando
cuando se vaya. La estancia en el extranjero puede alentar también a quienes
roban el dinero de las tarjetas de crédito, porque en algunas ocasiones ponerse
en contacto con el banco se hace más complicado durante el viaje y algunos
usuarios tienen sus teléfonos fuera de cobertura y no reciben los mensajes del
banco sobre retiros, que servirían para poner a la víctima en alerta.
3. Dirección
postal
Los riesgos de
un robo se multiplican si el usuario ofrece al público malintencionado (que
abunda en Internet) su dirección postal o ubicación exacta de su domicilio.
Específicamente es cierto cuando en una misma página se puede apreciar el grado
de bienestar que tiene la casa y conocer con exactitud dónde se encuentran
todos aquellos bienes. Si no le daría su dirección real a una persona desconocida,
¿para qué publicarla al acceso de todos?
Esta clase de
información solo debe facilitarse a las empresas fidedignas en formularios
seguros y en casos especiales, como la compra ‘online’ con reparto puerta a
puerta.
4. Quejas del
trabajo
Las redes
sociales son un remedio perfecto para paliar el estrés laboral después de la
jornada de trabajo. Algunos acuden a ellas directamente en el lugar de trabajo,
lo que por sí solo puede traer consecuencias, si el redactar este tipo de
publicaciones no es una de sus funciones.
Desahogarse con
una queja sobre las condiciones laborales, el constante aburrimiento o del jefe
gritón en Facebook o Twitter es una tentación, pero las consecuencias son
predecibles. No solo afectarán al empleo actual, sino que también a la carrera
profesional en el futuro, puesto que casi todos los reclutadores comprueban
ahora los perfiles de los candidatos en las redes sociales antes de optar por
uno.
Además, algunas
empresas estipulan en el contrato laboral las restricciones a la publicación de
cualquier detalle u opinión concerniente a la oficina y el trabajo y algunos
empleados se olvidan de eso.
5. Insultos
personales
Insultar a
cualquier persona en la Red puede costarle el trabajo, aparte de otras posibles
consecuencias, como las demandas judiciales y multas administrativas. En una
reciente conferencia sobre ‘marketing’ digital destacó el caso de despido de un
director de operaciones en una compañía tan conocida como PayPal.
Supuestamente
fue la atmósfera especial de un festival de música jazz lo que inspiró al
responsable un desentono en sus críticas dirigidas a otra empleada. Poco
después borró sus ofensivos tuits, pero resultaron inútiles esos esfuerzos. En
la empresa ya habían sacado sus conclusiones y reaccionaron también por medio
de un tuit:
“Rakesh Agrawal
ya no trabaja en la empresa. Traten con respeto a todos. Sin excepciones.
PayPal tiene la tolerancia cero al respecto”.
6. Dibujos de
Mahoma
Con el mismo
motivo de evitar publicaciones ofensivas, muchos expertos en materia de
seguridad digital y algunas instituciones públicas en distintos países ruegan
no publicar dibujos del profeta Mahoma. Y no es porque a algunos dibujantes o
animadores los hayan amenazado los extremistas islámicos, sino porque gran
parte de los usuarios de las redes perciben como insulto cualquier imagen del
fundador del islam y no solo las caricaturas despectivas.
Cuando en enero
del 2015, después del mortífero ataque a ‘Charlie Hebdo’, la Federación Europea
de Organizaciones de Caricaturistas (FECO) exhortó a que todo el gremio se
dedique a dibujar a Mahoma, en muchos países solidarios con la tragedia de
Francia descartaron aquella iniciativa. Así, en Rusia, desde la Sociedad de
Caricaturistas Mediasoyuz señalaron que el gremio “trata de una manera equilibrada
el tema de religión, sin despreciar la mentalidad de otros pueblos o
congregaciones. Todas las acciones vinculadas a la religión deben ser sopesadas
meticulosamente”.
7. Mensajería
personal
Copiar y pegar
de una aplicación mensajes de texto como WhatsApp o Telegram a las redes
sociales una conversación en la que se haya participado no es un delito en
ningún sistema penal. Sin embargo, hubo casos en los que se ha condenado a
personas que han hecho públicas estas conversaciones sin consentimiento del interlocutor.
Compartir públicamente una información que alguien le ha revelado con total
confianza es éticamente reprobable, específicamente si esto se hace con el
objetivo de mostrar al mundo lo tonta que es esta persona.
8. Respuestas a
las preguntas secretas y contraseñas
¿Tiene sentido
proteger su cuenta en Facebook o VKontakte o su acceso telefónico al servicio
de atención al cliente en un banco con la pregunta de verificación sobre el
nombre de su mascota cuando en la misma página cualquier persona puede
encontrar un álbum de fotos dedicado a la misma y puede conocer hasta la fecha
de nacimiento del animal? Igualmente es inseguro optar por la pregunta sobre el
apellido de soltera de su madre si la progenitora es usuaria de la misma red y
eso sobresale en las primeras líneas de su página. Pero hay gente que publica
hasta las contraseñas de las propias redes, de sus tarjetas de crédito, cajas
fuertes, etc., o envían esa información a los amigos en los mensajes privados.
Una vez ‘hackeada’ la cuenta, los malhechores accederían a toda esa
información. La política de confidencialidad sugiere no publicar ningún código,
claves, contraseñas y respuestas a preguntas de verificación, que además deben
haber sido elegidos apropiadamente.
9. Fotografías
de sus tarjetas de pago
Una vez
publicada una imagen del anverso de su tarjeta de crédito o débito, a los
ladrones, que en cada momento buscan acceder a su dinero, solo les queda
adivinar tres cifras (del CVC) para alcanzar el objetivo. Y esas cifras pueden
ser 123: aunque eso no depende de usted, sino del banco. Pero hay clientes que
piden al banco un diseño exclusivo para su tarjeta y pagan por eso
deliberadamente para compartir esa imagen con los amigos vía Internet.
10.
Requerimientos provocadores
Si usted
trabaja en una empresa u organización pública con reputación algo manchada o
renombre equívoco, mejor no publique requerimientos provocadores de fotos o
videos de cómo actúan sus representantes en la calle o con los clientes.
Lanzando una iniciativa para motivar al público, se puede obtener por
definición una campaña de denigración fuera del control.
Eso le ocurrió
al Departamento de Policía de Nueva York cuando pidió a los usuarios de Twitter
compartir sus ejemplos de cómo los agentes protegen a la gente contra el crimen
bajo la etiqueta #myNYPD.
Recientemente
le sucedió algo similar a la empresa de transporte privado Uber en Colombia,
que tras pedir a una usuaria de Instagram retirar una foto en la que aparecía
con una gorra de esa compañía porque “exponía a la marca”, la joven convirtió
la solicitud en un tsunami de críticas que traspasó las fronteras.
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