Maestra Rody Arias
A mis 17 años, al ingresar a la universidad, después de haber investigado el conjunto de rasgos profesionales que debía tener (o desarrollar) un orientador, decidí estudiar Orientación Escolar. Convencida de ello, me enrumbé hacia mi norte. No obstante me resultó inquietante que, personas muy cercanas expresaran literalmente tener “más altas expectativas” con relación a mi futuro profesional, pues veían en esta área una función indefinida y poco relevante.
Sin embargo, con el paso de los años hemos vivenciado
la evolución en el perfil y el rol del Orientador Escolar, o más bien en su práctica,
destacando su vitalidad en el proceso educativo y fungiendo como eje importante
en el mismo.
Un orientador exhibe su vocación más allá de la
simpatía que este genere en sus cohabitantes, ya que promueve en sí mismo la
habilidad de experimentar e identificar el sentir de los demás poseyendo
inteligencia interpersonal, tal como lo plantea Howard Gadner (refiriéndose a
las inteligencias múltiples).Desde el aspecto personal, el orientador debe
sostener un equilibrio emocional que permee madurez afectiva, sensibilidad,
responsabilidad ética, habilidad de escucha, capacidad de adaptación, y la
resiliencia que invita la realidad social de nuestro entorno.
Desde una mira profesional, debe poseer la capacidad
de trabajar con equipos multidisciplinarios en aras del mejor funcionamiento en
el proceso escolar, así como el porte de ser agente de cambio, que promueve la
inclusión y la relación entre escuela-familia-comunidad. Siendo así, un ente crítico
movido a investigar y buscar posibles soluciones junto a quienes requieren
ayuda. Propiciando a su vez intervenciones psicopedagógicas puntuales,
conociendo y valorando las potencialidades de cada estudiante a través de
actividades especializadas.
La Orientación
Escolar como un estilo de vida.
Desde mi experiencia, ser orientadora del nivel
primario me ha permitido evidenciar lo maravilloso de ser útil para aquellos más
vulnerables, aprender del actuar inofensivo de los niños, sostener la mano del
que va en declive, siendo el cambio, la sonrisa y el bienestar de mis
estudiantes la mayor recompensa.
Por esto y más, te invito, estimado lector, a conocer
y valorar nuestra función, pues ser orientadora, sin duda alguna ha sido la vía
en que me he comprometido con el universo a cumplir la misión de vida, el
sentido que tiene ser y existir: servir a los demás.
La autora es Orientadora y Psicopedagoga.
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