Isabel Gallardo
Ponce
La principal fuente de la vitamina D es la exposición solar través de la radiación ultravioleta de tipo B. Con unos 15-20 minutos diarios de exposición en la cara y en las manos es suficiente para aumentar la síntesis de esta vitamina y obtener unos niveles adecuados. Diversos estudios previos al confinamiento indican que la insuficiencia de vitamina D es frecuente en la población española. Tras el confinamiento originado por el coronavirus ¿se ha producido un mayor déficit en la población? ¿Puede compensarse con una alimentación rica en vitamina D o con suplementos?
“Hay algunas estimaciones de que se ha podido producir una bajada en los
niveles de Vitamina D, sobre todo en países que han tenido un confinamiento
duro, como es el caso de España. El descenso de absorción de vitamina D
rondaría los 30 microgramos, pero eso estaría dentro de los límites de
normalidad, con lo que no debería de haber una repercusión significativa”,
explica a CuídatePlus Ángel Gil, presidente de la Fundación
Iberoamericana de Nutrición (Finut) y catedrático de Bioquímica
y BIología Molecular de la Universidad de Granada.
La vitamina D garantiza el funcionamiento correcto de varios procesos en
el organismo, como la mineralización ósea. De hecho, la deficiencia
grave origina raquitismo en niños y osteomalacia en adultos. Por
otro lado, situaciones de insuficiencia menos grave se relacionan con baja
resistencia a las infecciones y
con alteraciones profundas en el sistema óseo y dentario.
La recomendación durante el confinamiento, y que se mantiene vigente, es incluir
en la dieta alimentos ricos en vitamina D sin que haya habido hasta la
fecha investigaciones que asocien la deficiencia de vitamina D con un mayor
riesgo de enfermedad por la Covid-19.
¿Qué alimentos son ricos en vitamina D?
La vitamina D es considerada una vitamina liposoluble necesaria
para una adecuada mineralización ósea, aunque Antonia García Martín,
coordinadora del Grupo Metabolismo Mineral de la Sociedad
Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), apunta que es
mejor definirla “como una prohormona, ya que, en su mayor
porcentaje, se produce en la piel tras la exposición a la luz solar y,
posteriormente, se originan cambios en su estructura en hígado y riñón para
formar la hormona activa”.
El 85% de los niveles de vitamina D provienen de la luz solar.
De esta forma, cuando no tomamos radiación solar la ingesta alimentaria que
supone ese 15% se convierte en muy importante. Aunque “pocos alimentos de una
dieta normal tienen cantidades significativas de vitamina D”, según García, los
alimentos más ricos en esta hormona/vitamina liposoluble son:
·
Pescados grasos frescos
y en conserva.
·
Huevos
·
Crustáceos y moluscos
·
Lácteos y derivados
Respecto a los lácteos, los productos enteros tienen un mayor contenido
en la grasa de vitamina D que es eliminada para producir los semidesnatados o
desnatados. Por eso éstos se suplementan con vitamina D desde los años 80 del
siglo XX “como una solución que puede contribuir a mejorar la situación actual
de déficit o de riesgo de déficit”, añade Gil.
¿Se alcanzan las recomendaciones de vitamina D?
Las ingestas de vitamina D recomendadas varían según grupos de
edad o patología. Estos niveles se miden en unidades internacionales (UI).
Las investigaciones señalan que las recomendaciones están lejos de cumplirse,
así el Estudio Enide del Ministerio
de Sanidad señala que en mayores de 18 años apenas se alcanza
un 30% de la ingesta recomendada, mientras que el Estudio Anibes en población entre 10 a 75 años
muestra que el 94% de la muestra reporta ingestas menores al 80% de las
recomendaciones.
Según García, “en menores de 18 años la ingesta mínima recomendada es de
600 UI/día, aunque para conseguir concentraciones adecuadas pueden ser
necesarias hasta 1.000 UI/día. En mayores de 18 años la ingesta aconsejada es
de 800 IU/día, aunque en pueden requerir hasta 1.500-2.000 UI/día”, en
determinados momentos de la vida o en pacientes mayores. ¿Y cómo se controlan
estos niveles? Mediante mediciones en sangre de 25-hidroxivitamina D y
siempre bajo petición del médico en una analítica.
¿Conviene tomar suplementos?
Puesto que parece que las recomendaciones de ingesta no llegan a
cumplirse en muchos casos, ¿cómo se pueden alcanzar los niveles adecuados? Una
opción es con la toma de suplementos, pero estos no deben tomarse en
ningún caso sin recomendación médica y sin haber realizado una analítica que muestre los niveles de
cada persona. Habitualmente son los ancianos frágiles o los pacientes con osteoporosis los
grupos de población en situación de déficit que pueden requerir un
tratamiento farmacológico.
El médico debe ser el encargado de determinar si es necesario recomendar
suplementos, el tipo de vitamina D (colecalciferol y calcifediol),
la dosis y la duración del tratamiento si la persona tiene
deficiencia o riesgo de tenerla, explica García.
El médico puede optar por recomendar durante una serie de semanas
un suplemento de baja cantidad o dosis masivas, “que contienen
entre 20.000-30.000 UI y hasta de 50.000 UI pero durante un corto tiempo. Al
tomarlo se almacena la vitamina D fundamentalmente en el hígado” y el
organismo recurre a ella a lo largo del tiempo. “Si alguien tiene un nivel
más cercano al riesgo, es recomendable que tome alimentos enriquecidos,
pero no suplementos como tal”, añade Gil.
La importancia de este control médico radica, según Gil, en que un
exceso de consumo de vitamina D -de 4.000 UI al día- está demostrado
que produce alteraciones renales muy importantes.
Otras funciones de la vitamina D
No obstante, los usos y beneficios de la vitamina D continúan en
investigación y se va conociendo su impacto en la proliferación
celular y diferenciación celular de numerosos tejidos. Además, es un potente
estimulador del sistema inmunitario y “muestra acciones extrarrenales
de esa vitamina D activa que se forma en el riñón -el calcitriol-, que actúa en
la placenta, en las células epiteliales del colon diferenciandolas también,
actúa en el desarrollo de los islotes pancreáticos, en el desarrollo de células
epiteliales de la glándula mamaria, en el desarrollo de los queranocitos, del
cerebelo, de la glándula paratiroidea y de la glándula adrenal… Prácticamente
en casi todos los tejidos y por eso es fundamental que tengamos niveles
apropiados”, concluye Gil
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