Existen ejercicios simples para mejorar la circulación sanguínea que podemos realizar en lo cotidiano del hogar y en pequeñas salidas que no implican mayores esfuerzos. Descúbrelos en este artículo y potencia la salud de tus venas y arterias.
Realizar ejercicios para mejorar la circulación sanguínea
es una actividad que se recomienda, desde el punto de vista médico, a todas las
personas con várices, por ejemplo. Pero los beneficios no se detienen allí, ya
que otras personas también pueden aprovechar los efectos.
Del mismo modo, como prevención para evitar el desarrollo
de patologías a largo plazo, se pueden implementar posiciones y
movimientos básicos que activen el flujo de sangre. Veamos más en
detalle este tema.
La circulación de la sangre
La sangre circula en el cuerpo humano en dos direcciones.
Por un lado, tenemos la sangre arterial, oxigenada, que sale del corazón y se
dirige a los tejidos para nutrirlos. La transporta el sistema de arterias, con
vasos que están diseñados para impulsar el torrente con una determinada fuerza
que, desde afuera, medimos en la presión arterial.
Por otro lado, tenemos la circulación venosa, con
sangre pobre en oxígeno, que regresa desde los tejidos al corazón.
Las venas son vasos con un calibre
distinto y sin posibilidad de impulsar el líquido, por lo que deben valerse de
otros métodos para cumplir su cometido, entre los que tenemos la prensa
muscular y la gravedad.
Aquí nos detendremos para explicar mejor esto, ya que los
ejercicios para mejorar la circulación se basan, en gran medida, en el estímulo
hacia ambos mecanismos:
- Prensa
muscular: los músculos de los miembros
inferiores, cuando caminamos, se contraen y se relajan. Las venas que
pasan por su interior aprovechan esa bomba artificial que se genera para
llevar la sangre hacia arriba, puesto que de otro modo sería imposible.
Gravedad: la sangre venosa del encéfalo desciende hacia el
corazón por gravedad, ya que estos vasos se encuentran más arriba del tórax. Lo
inverso sucede con las piernas, por lo que la prensa muscular deficiente
complica el retorno venoso, al no haber manera de contrarrestar la gravedad.
Los riesgos de una mala circulación
La mala circulación sanguínea es peligrosa en múltiples
sentidos. Quizás, el riesgo más evidente sea el de la formación
de trombos y émbolos dentro
de las venas, que pueden migrar hacia órganos vitales.
Cuando la sangre está estancada, o sea, detenida en un
lugar por poco flujo por mucho tiempo, se activan factores de coagulación. El
cuerpo interpreta que es necesario desarrollar un trombo, es decir, un coágulo.
Plaquetas, sustancias proteicas y células se unen y obstruyen el paso de
sangre.
Si el trombo queda en el lugar, los síntomas aparecerán
allí. Habrá inflamación, edema, cambio de coloración en la región afectada y
muerte celular de los tejidos que no reciben nutrición. En cambio, si
el coágulo se desprende y viaja, estamos ante un émbolo, que puede
impactar en órganos sensibles, como el pulmón o
el cerebro.
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