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No me gusta el sexo con mi pareja: ¿cómo se lo digo?

 Eva Martinez Arredondo


El sexo con la pareja puede llevar a la monotonía o puede ser insatisfactorio cuando al principio de la relación no se ha sido honesto con el otro por miedo o vergüenza. “Es habitual que las parejas tengan una buena comunicación en distintos ámbitos y que, en cambio, haya problemas de comunicación cuando se trata de cuestiones sexuales”, explica Carme Sánchez, responsable de Psicología Clínica y Sexología del Instituto de Urología Serrate & Ribal en Barcelona. “En la comunicación sexual tienen importancia los distintos canales sensoriales: la voz, el olfato, el oído, la vista, el tacto o el gusto, todo lo que incluye la comunicación no verbal”, detalla Sánchez.

Al respecto, Marlis González, psicóloga, sexóloga y miembro del Colegio Oficial de la Psicología (COP) de Madrid, recuerda que los problemas y/o insatisfacción sexual con una pareja siempre hay que hablarlos con prudencia y sinceridad contando a la pareja todos los detalles de lo que nos ocurre, pero sin culpabilizarle de la situación. “Es importante ser muy empático para darse cuenta de cómo se siente el otro con lo que estamos diciendo y asertivo para no dejar de decir lo que necesitamos”, indica González.

Sobre la importancia de expresar lo que sentimos para mejorar el sexo con nuestra pareja, Sánchez señala que no existe la telepatía erótica o sexual: “La trasmisión del pensamiento entre dos personas, aunque se atraigan no existe, tendemos a pensar que cuando la atracción por la otra persona es muy fuerte, ésta será capaz de adivinar qué nos gusta y qué no, pero la realidad no es así”. En su experiencia, esta experta recomienda primero saber qué nos gusta en el sexo porque a veces ni nosotros mismos estamos seguros de ello, y una vez llegado a este punto, se pueden poner en prácticas distintas estrategias para comunicárselo a la pareja.

Ambas expertas coinciden en que buscar el momento oportuno es muy importante cuando se quiere hablar de sexo con la pareja y trasladar aquellos hechos que nos producen insatisfacción durante las relaciones sexuales. “Es mejor tratar estos temas fuera del ámbito sexual, evitando iniciar esta conversación en la cama o justo inmediatamente después de haber tenido sexo”, apunta Sánchez.

Cómo hablar de sexo con nuestra pareja

Para González es clave utilizar un lenguaje que no incurra en la acusación del otro como culpable de la insatisfacción sexual y evitar frases del estilo como tú eres X…yo no estoy satisfecho/a. “Siempre es mucho mejor referirnos a la situación, cuando ocurre esto… yo me siento… y me gustaría cambiarlo. Y a continuación hacer una pregunta que implique el futuro de la relación: ¿qué podemos hacer?”, aconseja esta sexóloga. A su juicio, la sexualidad es de cada uno y las relaciones de pareja requieren a dos. “Por tanto, siempre somos responsables de nuestra sexualidad, aunque en determinadas prácticas necesitemos a nuestra pareja”, añade.

En este punto, Sánchez apuesta por utilizar un lenguaje en positivo usando frases como "me gustaría hacer esto o me encantaría probar esto otro", en vez de no me gusta cómo me lo haces. “Puede ser útil iniciar la conversación aludiendo a algún reportaje o noticia leída en una revista”, comenta. Por otra parte, esta especialista psicóloga y sexóloga desaconseja las críticas y las comparaciones con otras parejas sexuales ya sean pasadas o presentes si se trata de una relación abierta.

Y, ¿cómo plantear ahora nuestra insatisfacción sexual sino se hizo al principio de la relación? “La pareja evoluciona al igual que lo hacemos nosotros y cualquier momento es bueno para mejorar y/o cambiar”, responde González y prosigue: “También es normal que al principio exista vergüenza o poca confianza ya que ambos tratarán de cumplir lo mejor posible con el papel que nuestra sociedad o cultura asigna a cada sexo y, como es sabido, hablar en libertad y en confianza de nuestros gustos sexuales es casi tabú”.

Por otra parte, ante las nuevas propuestas sexuales o cambios en el sexo que se planteen a la pareja hay que ser compresivos con los gustos del otro. “También puede ser que tengamos una preferencia que a la otra persona no le apetezca y eso siempre hay que respetarlo”, concluye Sánchez.



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