El miedo, las falsas creencias y un optimismo exacerbado pueden dominar a los inversores a la hora de tomar decisiones
Los expertos financieros cuentan cómo limitar los
principales sesgos cognitivos y emocionales
CARMEN FERNÁNDEZ
Muchas de las decisiones que se toman se basan en las
emociones, y la economía tampoco se libra de ello. La ansiedad, el temor a la
pérdida o el exceso de optimismo también dominan las decisiones financieras.
Sin embargo, los efectos de estos estímulos emocionales pueden mitigarse.
Conocer los sesgos cognitivos y emocionales que influyen en la percepción
humana, junto con los riesgos económicos que conllevan, además de disponer de
un asesoramiento experto, es fundamental para controlar las emociones en el
momento de invertir, sobre todo en un contexto como el actual marcado
por la incertidumbre.
“Las reacciones de los seres humanos tienen un enorme
componente emocional”, destaca Diego Valero, Presidente de Novaster, en el Podcast
de Banco Sabadell. Ya en 1936, John M. Keynes, padre de la macroeconomía,
hablaba de los “espíritus animales” al destacar cómo influía la emoción en los
individuos. Décadas después, diversos premios Nobel de Economía, como George
Akerlof, Robert J. Shiller o Richard Thaler junto a Daniel Kahneman, siguieron
su estela desde las finanzas conductuales.
Nos creemos lo que nos queremos creer y, en muchos casos,
esto puede no coincidir con la verdad. Solemos dejar de lado la realidad más
evidente: no hay rentabilidad sin riesgo y las rentabilidades pasadas no
garantizan rentabilidades futuras”
FEDERICO SERVETTO Director de Estrategia de Clientes
de Banco Sabadell
Más temor, menos consumo
“Buena parte de lo que está sucediendo en la crisis actual,
más del 70%, se debe a nuestras reacciones cognitivas y emocionales, es decir,
a cómo percibimos y sentimos la realidad”, destaca Valero. Y esta visión está
marcada por una sensación de alarma. “El temor a perder nos hace
sobrerreaccionar de una forma negativa que se aleja de la racionalidad”. En
este sentido, el experto destaca la fuerte influencia de las profecías
autocumplidas, en las que “si crees que las cosas van a ir mal, al final irán
mal”.
El miedo tiene un efecto directo sobre la estabilidad de
los mercados financieros al comportar incertidumbre ante el riesgo y el temor a
perder las ganancias adquiridas. Los expertos han detectado que esta emoción
gobierna muchas decisiones en tiempos de Covid-19. “Que se haya incrementado
el ahorro es positivo, sin embargo, el motivo es que
tenemos miedo a consumir. Si no consumimos, no producimos y si no
producimos, la economía disminuye. Es una rueda que tiene que ver con la
percepción de nuestro entorno”, explica.
El ahorro y la sensación de pérdida
Los sesgos son tan difíciles de controlar como diversos.
Desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se ha editado la guía
‘Psicología económica para inversores’, en la que advierten que este
modo de pensar rápido e intuitivo lleva a las personas a adoptar decisiones
previsiblemente equivocadas. Demasiada confianza, la ilusión de control, la
búsqueda de información que corrobore ideas previas, la predisposición al
optimismo que reduce la capacidad crítica o la sobreestimación de las opiniones
de un familiar o un amigo son algunos de ellos.
Además, la mente humana puede jugar malas pasadas. “La
percepción de ahorro se ubica en las mismas regiones cerebrales que la
percepción de pérdida. Tenemos que engañar a nuestro cerebro para poder ahorrar. La clave para ahorrar es
conseguir que el ahorro ‘no duela’. No es fácil, pero se puede hacer”, comenta
Valero. Consumir, en cambio, genera una respuesta de satisfacción inmediata.
“Tenemos que ser capaces de poner en el mismo nivel ahorro y consumo”,
recomienda.
La percepción de ahorro se ubica en las mismas regiones
cerebrales que la de la pérdida. Tenemos que engañar a nuestro cerebro para
poder ahorrar”
DIEGO VALERO Presidente de Novaster, en el Podcast de
Banco Sabadell
La tendencia a infravalorar los riesgos
“Nos creemos lo que nos queremos creer y, en muchos casos,
esto puede no coincidir con la verdad”, destaca Federico Servetto, director de
Estrategia de Clientes de Banco Sabadell sobre el sesgo de la disonancia cognitiva.
“Es muy común infravalorar los riesgos basándonos en las rentabilidades pasadas
o en rankings publicados por cualquier fuente que aparezca
entre las 10 primeras posiciones de resultados del buscador. Pero solemos dejar
de lado la realidad más evidente: no hay rentabilidad sin riesgo y las rentabilidades pasadas no garantizan
rentabilidades futuras”, afirma.
Para Servetto, dejarse recomendar por quien conoce los
mercados es la mejor manera de evitar la influencia de los sesgos personales.
“El asesor mira las cosas con distancia, lo que le aporta
perspectiva, y le ayuda a ofrecer un planteamiento racional a las decisiones de
inversión. Además, cuenta con la formación y la experiencia específica que es
la base profesional indispensable para la tarea que realiza”, apunta. También advierte
de la importancia de tener el dinero invertido correctamente diversificado y con un nivel de riesgo acorde con el
perfil de inversor.
Regular estos sesgos emocionales y cognitivos implicará obtener resultados
económicos satisfactorios, sobre todo, en época de crisis, como la actual. “Es
cuando el instinto de la huida se pone en marcha, y nos lleva a vender
precipitadamente en vez de mantener la posición o incluso aprovechar para
incrementarla. Esta calma necesaria debe acompañarse de paciencia, para esperar
que el mercado se estabilice y la incertidumbre dé paso a las oportunidades”,
destaca Servetto. Porque, tal y como señala Valero, “las emociones pueden
llevarnos a una crisis peor si no sabemos tratarlas y manejarlas
adecuadamente”.
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