Este artículo ha sido escrito y verificado por la
psicóloga Elena Sanz
La pornografía no deja de ser una ficción, y como tal, no puede convertirse en una fuente de educación sexual. Descubre cómo algunos de sus mitos pueden estar afectando tus relaciones.
Consumida por muchos y demonizada por otros, está a la orden
del día. El acceso instantáneo a contenidos sexuales a través de
internet es sencillo, incluso para menores de edad. Por ello es importante
desmentir algunos mitos sobre la pornografía que pueden estar perjudicando tu
vida sexual.
Se ha propiciado que los conocimientos en materia de
sexualidad de muchas personas estén influidos por estas producciones que no
dejan de ser una ficción. La educación sexual recibida por generaciones
anteriores fue casi inexistente y cargada de prejuicios y tabúes.
Hoy en día existe una mayor apertura y conciencia respecto a
su importancia, sin embargo, muchas veces seguimos recurriendo a
fuentes poco apropiadas. Y esta elección inadecuada puede condicionar el
modo en que vivimos la sexualidad, cargándonos de ansiedades y presiones.
Mitos de la pornografía que vale la pena saber
Cuerpos esculturales, situaciones fantasiosas e inverosímiles
y placer fingido son algunos elementos recurrentes en la pornografía. Si los
tomamos como ciertos y esperables, nuestra vida sexual puede volverse
frustrante e insatisfactoria. Por ello, es importante discernir y
desmitificar estos contenidos.
1. Los cuerpos son reales, no perfectos
En cuanto a gustos no hay nada escrito y cada persona puede
tener opiniones diferentes respecto al tipo de cuerpos que le resultan
atractivos. Sin embargo, en la pornografía se ofrecen con frecuencia
imágenes irreales y estándares inalcanzables.
Los actores pueden seguir dietas estrictas y entrenamientos
intensos, debido a que viven de su imagen. Además, es común que se hayan
sometido a cirugías y retoques de edición.
En la vida cotidiana encontramos cuerpos diferentes, reales e
imperfectos. Y
esto no debe acomplejarnos o impedirnos disfrutar de la sexualidad. Al
compararnos a nosotros mismos o a nuestros compañeros sexuales con estos
estándares solo aumentamos el malestar y
la preocupación.
2. Cada encuentro es diferente y no todos son de película
La pornografía muestra un contexto parcial y sesgado de los
encuentros sexuales. En ella, los protagonistas siempre están
dispuestos y completamente capacitados para llevar a cabo intensas y
prolongadas sesiones de actividad sexual. La realidad es que el sexo es una
actividad humana y, como tal, está condicionada.
Las personas no siempre se encuentran en las condiciones
físicas, mentales o emocionales para tener encuentros extraordinarios. En
ocasiones pueden sentirse cansadas o desconcentradas; pueden experimentar disfunciones,
no alcanzar el orgasmo o preferir una actividad sexual de corta duración. Y
esto es natural y está bien.
3. Las preferencias son personales
Consumir pornografía sin contar con una educación sexual
adecuada puede llevarnos a asumir que todas las personas
disfrutan con cierto tipo de prácticas. O a pensar
que deberían disfrutar de ellas. Sin embargo, esto no es cierto y es
imprescindible respetar las preferencias personales.
Hay quienes encuentran eróticas las prácticas de dominación y
hay a quienes les resultan denigrantes y desagradables. Del mismo modo, algunas
personas pueden desear involucrarse en tríos o practicar sexo anal, mientras
para otras esto no suscita ningún tipo de interés. Conocer nuestros
gustos y límites es tan fundamental como asegurarnos de respetar los
de la otra persona.
4. El sexo no siempre es fácil y rápido
Los encuentros espontáneos, acelerados y libres de
contratiempos son otro de los grandes mitos sobre la pornografía que hemos de
desterrar. En función de la persona y de las circunstancias concretas, puede
que en algún momento el sexo casual, rápido y espontáneo resulte satisfactorio.
Sin embargo, en líneas generales, la excitación ha de construirse y
para ello hace falta tiempo.
Las mujeres, en especial, necesitan una progresión en la que
gestos, palabras, caricias y actitudes ayuden a despertar el deseo y a incrementar
la excitación física y psicológica. Sin este elemento, la relación sexual puede
resultar insatisfactoria e incluso dolorosa.
Además, si se van a realizar otro tipo de prácticas, como
el sexo anal, la
preparación se vuelve más indispensable. De lo contrario, pueden producirse
lesiones y hacer de la experiencia algo sumamente desagradable.
En definitiva, es importante recordar que en la pornografía
las escenas se cortan, manipulan y editan, pero en la vida real los procesos
son diferentes.
Acudir a fuentes fiables para desmentir los mitos sobre la
pornografía
Es muy positivo que cada día exista una mayor apertura y
menos tabúes respecto a la sexualidad, que cada vez más personas se sientan
libres de explorar y conocer nuevas maneras de disfrutar. Sin embargo, la
pornografía no ha de ser la fuente de información y conocimiento.
Tomarla como referente solo añadirá presiones y expectativas
incumplidas. Puede propiciar la aparición de disfunciones sexuales y desembocar
en insatisfacción.
Expertos de todo el mundo ofrecen información clara y veraz
por diferentes medios:
libros, artículos digitales, revistas de divulgación. Incluso, si es necesario,
puedes buscar la orientación de un sexólogo.
Procuremos que en esta era de la sobreinformación nuestras elecciones sean
adecuadas.
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