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La paz no sólo es la ausencia de conflictos. Convivir en
paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar,
reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir de forma pacífica y
unida. Es un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el
diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y
cooperación mutuos.
La Asamblea General, reconociendo la necesidad de eliminar
todas las formas de discriminación e intolerancia, en su resolución 72/130, declaró el 16
de mayo como el Día Internacional de la Convivencia en Paz, enfatizando la
importante función de la sociedad civil, incluidos el mundo académico y los
grupos de voluntarios, en el fomento del diálogo entre religiones y culturas, y
alentando a que se apoyen medidas prácticas que movilicen a la sociedad civil,
como la creación de capacidad, oportunidades y marcos de cooperación.
La Declaración del Milenio y su resolución resolución 70/1, de 25 de
septiembre de 2015, titulada "Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible", establece la importancia de propiciar
sociedades pacíficas, justas e inclusivas que estén libres del temor y la
violencia. No puede haber desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo
sostenible.
Teniendo presente los propósitos y principios de la Carta
de las Naciones Unidas y especialmente el empeño en preservar a las
generaciones venideras del flagelo de la guerra, la Asamblea General invita a
todos los Estados Miembros a que sigan promoviendo la reconciliación, para
contribuir a hacer realidad la paz duradera y el desarrollo sostenible
trabajando con las comunidades, los dirigentes religiosos y otros agentes
competentes, a través de medidas conciliadoras y servicios altruistas, entre
otros medios, y alentando el perdón y la compasión entre las personas.
Antecedentes
Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, la
Organización de las Naciones Unidas se creó con fines y principios que buscaban
especialmente librar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra. Uno
de esos fines es conseguir la cooperación internacional para resolver problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario y
promover e incentivar el respeto por los derechos humanos y las libertades
fundamentales sin distinción de raza, sexo, idioma o religión.
El 20 de noviembre de 1997, la Asamblea General proclamó,
en su resolución 52/15, el
año 2000 como el "Año Internacional de la Cultura de la Paz". El 10
de noviembre de 1998, proclamó el período comprendido entre los años 2001 y
2010 como el "Decenio Internacional de una Cultura de Paz y No Violencia
para los Niños del Mundo".
El 6 de octubre de 1999, la Asamblea General adaptó,
mediante la resolución 53/243,
la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, que constituye un
mandato universal para la comunidad internacional, en particular para el
sistema de las Naciones Unidas, en lo que se refiere a la promoción de una
cultura de paz y no violencia que beneficie a la humanidad, sobre todo a las
generaciones futuras.
Tal declaración se produjo como resultado del preciado concepto,
establecido dese hace mucho, —contenido dentro de la Constitución de la UNESCO—
de que "puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la
mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz". La
Asamblea General sigue dando a entender que la paz no solo es la ausencia de
conflictos, sino también un proceso participativo, positivo y dinámico donde se
fomenta el diálogo y los conflictos se resuelven en una atmósfera de mutuo
entendimiento y cooperación.
Queda claro que para cumplir tal aspiración es necesario
eliminar la discriminación e intolerancia en todas sus formas, incluyendo las
basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión
política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición
económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición.
Fuente: https://www.un.org/
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