Por: María R.
Lagoa
La evidencia científica sobre los beneficios de los frutos
secos es voluminosa y concluyente. Las guías dietéticas y de práctica
clínica los recomiendan para prevenir la diabetes, mejorar
la salud cardiovascular y asegurar un envejecimiento saludable, tanto
solos como parte de patrones dietéticos como la dieta
mediterránea, la dieta
atlántica o la dieta portfolio. Sin embargo, su alta
densidad energética y contenido de grasa suscitan reservas sobre su consumo en
la población general e incluso entre los profesionales de la salud para
recomendarlos. De hecho, el alarmante aumento de la obesidad junto
a las complicaciones cardiometabólicas asociadas, producido en los últimos
años, ha llevado a algunas sociedades científicas a advertir del
consumo excesivo de frutos secos y, en paralelo, a recomendarlos para la
prevención de enfermedades cardiovasculares.
Ante esta aparente contradicción, la pregunta que surge es
obvia: “¿engordan los frutos secos?”. La respuesta es que no si el
consumo se ciñe a un puñado diario de frutos secos. Y siempre mejor que sean
naturales o, al menos, que no contengan sal, azúcar o grasas añadidos. Así
se ha demostrado en un metaanálisis publicado recientemente en la revista científica
Obesity Reviews, conclusión que ratifican los expertos consultados por CuídatePlus.
Preocupación por sus efectos en el peso
Precisamente, la inquietud entre la población general
relativa a si los frutos secos contribuyen a ganar peso corporal o no es lo que
ha motivado la citada investigación, realizada por un grupo de investigadores
liderado por el Ciber
de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CiberOBN), en
colaboración con la Universidad
de Medicina de Toronto (Canadá).
“Se mantiene la preocupación entre los consumidores de que
los frutos secos pueden contribuir a aumento de peso debido a su alta densidad
energética y contenido en grasa, registrándose en todo el mundo un
consumo por debajo de las cantidades que se recomiendan para obtener beneficios
para la salud”, arguye el investigador principal del CiberOBN, Jordi
Salas. Según este catedrático de Nutrición de la Universidad Rovira i Virgili (URV),
algunos médicos los aconsejan y otros no por temor a su aporte calórico,
“pero los beneficios para la prevención de patologías cardiovasculares
son clarísimos”.
Compartiendo esta reflexión, Ana Belén Crujeiras, que
lidera el grupo de Epigenómica en Endocrinología y Nutrición del Instituto de
Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS), reconoce
que existe miedo para consumir frutos secos, “incluso a prescribirlos” porque,
entre otros motivos, es fácil sobrepasar las cantidades recomendadas, pero
coincide en que sus ventajas son importantes para la población general: “Para
prevenir diabetes y enfermedades cardiovasculares. Incluso
estudios recientes han demostrado que la ingesta de nueces protege del riesgo
de cáncer y
de mortalidad por cáncer. También se han propuesto como alimentos útiles para
prevenir la demencia”.
Evidencia científica
Por todo ello, las conclusiones del estudio son valiosas.
Se trata de una revisión sistemática y un metaanálisis de cohortes prospectivas
y ensayos clínicos aleatorizados recogiendo toda la evidencia científica
disponible. Concretamente, realiza un análisis de siete cohortes prospectivas
únicas y 114 comparaciones de ensayos, que involucran a 569.910 y 5.783
participantes, respectivamente, con una evaluación GRADE completa de la certeza
de la evidencia del impacto que tienen los grupos secos en las medidas de
adiposidad.
Los resultados demuestran que los frutos secos en
las cantidades recomendadas no producen aumento de peso y, más aún, su ingesta
se asocia con una disminución de las medidas de adiposidad. Crujeiras
explica que los beneficios vienen dados por su contenido en nutrientes y
compuestos bioactivos, como los polifenoles, que tienen propiedades antioxidantes y
antiinflamatorias. Además, son ricos en grasas
saludables, fibra y proteínas:
“Gracias a estos compuestos, ejercen efectos saciantes y ayudan a reducir la
ingesta de alimentos así como a incrementar la termogénesis, con lo que el
acúmulo de grasa en el organismo se reduce”.
Sólo un puñado
En esta argumentación hay que dejar claro que el
consumo diario ha de ser aproximadamente de 30-45 gramos, que se
traduce en un puñado de almendras, avellanas, nueces, pistachos, anacardos o
castañas: “La cantidad importa porque de lo contrario el efecto podría ser la
inducción de ganancia de peso”, apunta Crujeiras.
Salas, por su parte, hace una matización respecto a los
cacahuetes: “No son frutos secos sino una leguminosa”. Y destaca que mejor se
tomen al natural, sin sal ni azúcar, aunque considera que los que están
solo tostados son saludables porque han sido sometidos “a un procesado mínimo”.
En cualquier momento de día
Cualquier momento de día es aconsejable. El investigador
del CiberOBN propone los frutos secos como snack porque
su índice glucémico es muy bajo, a diferencia de muchos alimentos que
se comen habitualmente a modo de tentempié.
“El estudio tiene importantes implicaciones para los
profesionales de la salud, ya que a partir de ahora deben recomendar consumir
frutos secos por sus beneficios cardiometabólicos sin tener miedo a que dichas
recomendaciones puedan tener repercusiones adversas sobre un hipotético aumento
de peso corporal”, concluye Salas.
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