Lograr dormir las horas suficientes de forma regular es crucial para mantener el funcionamiento normal del cerebro, así como un mejorar el estado de ánimo y comportamiento tanto de niños como adultos.
La mayoría de las personas
tiene problemas para pensar claro después de pasar una noche de mal sueño -con
la mente nublada y la incapacidad de funcionar como de costumbre en la escuela,
universidad o trabajo.
Podrá notar la no
concentración y que no te concentras bien, o que la memoria no está en su
punto. Como quiera que sea, décadas de mal sueño pueden potencialmente producir
una disminución cognitiva.
El mal sueño también afecta el
estado de ánimo y el comportamiento de las personas, ya sean niños o adultos.
De manera que, ¿cuánto sueño necesita nuestro cerebro para poder operar
apropiadamente a largo plazo? Nuestra nueva investigación, publicada en Nature
Aging, ofrece una respuesta.
El sueño es un componente
importante para mantener el funcionamiento normal del cerebro. El cerebro se
reorganiza y se recarga durante el sueño. Además de remover los desperdicios
tóxicos y fortalecer nuestro sistema inmune, el sueño también es clave para
la "consolidación de la memoria", durante la cual nuevos
segmentos de recuerdos basados en nuestras experiencias son transferidos a
nuestra memoria de largo plazo.
Una cantidad y calidad óptima de
sueño nos permite tener más energía y mejor bienestar.
Posibilita el desarrollo, nuestra creatividad y pensamiento.
Investigadores que observaron
a bebés entre los 3 y 12 meses notaron que un mejor sueño está asociado a
mejores resultados de comportamiento en el primer año de vida, como la
habilidad de adaptarse a nuevas situaciones o la regulación eficiente de la
emoción.
Hay importantes cimientos
fundamentales para el conocimiento, incluyendo la "flexibilidad
cognitiva" (que nos permite cambiar de perspectiva fácilmente), y
que están vinculados al bienestar posterior en la vida.
La regularidad del sueño
parece estar conectada a la "red neuronal por defecto" (RND), que
involucra a las regiones que están activas cuando estamos despiertos pero sin
que estemos haciendo una tarea específica, como cuando descansamos mientras
nuestra mente vaga.
Esta red incluye regiones que
son importantes para la función cognitiva, como la corteza cingulada posterior
(que se desactiva durante las funciones cognitivas), los lóbulos parietales
(que procesan la información sensorial) y la corteza frontal (implicada en la
planeación y cognición compleja).
Hay señales que, en
adolescentes y adultos jóvenes, el mal sueño puede estar asociado con
cambios de conectividad dentro de esta red. Esto es importante porque
nuestros cerebros todavía se están desarrollando hasta entrada la adolescencia
y en la temprana adultez.
La alteración de esta red
puede entonces tener un efecto colateral en la cognición, como la interferencia
en la concentración y el procesamiento basado en el recuerdo, así como en
procesos cognitivos más avanzados.
La alteración de los patrones
de sueño, incluyendo la dificultad de caer y permanecer dormido, son
características significativas del proceso de envejecimiento. Estas
alteraciones del sueño son candidatos altamente verosímiles a ser contribuyentes
a la disminución cognitiva y los desórdenes psiquiátricos en gente mayor.
0 Comentarios