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Ataque de pánico vs. ataque de ansiedad: ¿son lo mismo?

 Los ataques de pánico se caracterizan por su aparición súbita y una intensidad creciente, pero acotada en el tiempo. En cambio, los ataques de ansiedad suelen repetirse una y otra vez en el mismo círculo vicioso.


Maria Fatima Seppi Vinuales.

Un ataque de pánico siempre implica ansiedad, pero no todo ataque de ansiedad se expresa a través de un ataque de pánico. Parece un juego de palabras, sin embargo, es importante clarificar cada concepto.

Esto se vuelve relevante, sobre todo para reconocer las señales a través de las cuales se presenta cada cuadro y aportar recursos a las personas que los viven o que consultan en terapia. Veamos en profundidad.

Pánico y ansiedad: definiendo conceptos

Para poder diferenciar a cada uno, es clave sentar algunas bases comunes. El pánico se refiere a una aparición repentina de un miedo intenso. El ataque de pánico puede tener desencadenantes o no. Es decir, puede aparecer con un estímulo ambiental (por ejemplo, un viaje en colectivo) o puede ser inesperado.

La ansiedad suele definirse como angustia o preocupación por el futuro.  En su dosis justa es necesaria, pues nos permite activar recursos para hacer frente a diferentes demandas. Se torna disfuncional cuando supera nuestra capacidad de respuesta, nos provoca malestar y nos impide abordar una situación.

Vale la pena mencionar que existe comorbilidad entre los ataques de pánico y de ansiedad. Esto quiere decir que pueden coexistir.

¿Cómo identificar un ataque de pánico?

Algunos de los signos que nos permiten identificar un ataque de pánico son los siguientes:

  • Sensación de ahogo.
  • Miedo intenso a morir.
  • Hormigueos y entumecimiento.
  • Sensación de despersonalización.
  • Temor a perder el control o enloquecer.
  • Necesidad de escapar o huir del lugar.
  • Malestar en el pecho, aumento de la frecuencia cardíaca, palpitaciones.

Los signos mencionados son los más típicos o diferenciales. Aunque también pueden presentarse otras sensaciones, como náuseas, mareos y sudoración.

Algunas claves para hacer frente a un ataque de pánico

Un ataque de pánico suele seguirse por el temor a tener otro ataque; por eso las personas suelen evitar aquellas situaciones en las que vivieron el primer episodio. Por ejemplo, si sucedió en un teatro, evitan concurrir a dicho lugar en el futuro. Sin embargo, esta misma conducta refuerza el temor y magnifica el problema.

En su abordaje, es muy importante realizar psicoeducación, que significa explicarle a la persona el ciclo del ataque de pánico, qué es lo que sucede para que pueda comprender lo que pasa. Incluso, abordar todos los mitos y creencias que existen en torno al ataque de pánico es saludable.

Por ejemplo, las personas suelen creer que van a morir de un infarto por la forma en que late su corazón. Pero esto no es así. El corazón latiendo a toda prisa es una respuesta de defensa ante esa situación que se presenta como amenazante. Con información confiable, una persona será capaz de seguir o brindarse algunas autoinstrucciones que la ayuden a restablecer la calma.

Practicar técnicas de respiración también suele ser de ayuda, por lo cual es recomendable entrenarlas antes. De ser posible, suele indicarse a la persona que se recueste sobre el piso o sobre una superficie cómoda, que le permita experimentar una sensación de contención y reposo. Poco a poco, el cuerpo y la mente regresan a la calma.

¿Cómo identificar un ataque de ansiedad?

La ansiedad se relaciona con una sensación de alerta, preocupación y angustia que es desmedida y persistente. A la persona le resulta muy difícil de controlar.

El hecho de que sea desmedida se refiera a que aquello que se percibe como preocupante o amenazante, es desproporcionado frente a la realidad. Es más de lo que parece.

Algunas preguntas que te pueden ayudar a detectar si estás sufriendo ansiedad son las siguientes:

  • ¿Encuentras muy difícil relajarte?
  • ¿Sientes ansiedad la mayor parte del tiempo?
  • ¿Encuentras muy difícil dejar de preocuparte?
  • ¿Te sientes cansado la mayor parte del tiempo?
  • ¿El modo en que te sientes y la intensidad con que lo vives está afectando tu día a día?

Es decir, entre las características de los estados de ansiedad, se encuentran las siguientes:

  • Fatiga.
  • Inquietud.
  • Ánimo irritable.
  • Alteraciones del sueño.
  • Hipervigilancia e hipersensibilidad al entorno.
  • Dificultad para concentrarse, tener la mente en blanco o relajarse.

Algunas claves para hacer frente a la ansiedad

Existen diferentes medidas que podemos llevar adelante para disminuir la ansiedad:

 

Realizar ejercicio.

Practicar técnicas de respiración.

Llevar una alimentación saludable.

Dormir al menos 7 u 8 horas diarias.

Evitar el consumo de alcohol y drogas.

Usar guías de relajación muscular progresiva.

Reducir o evitar el consumo de azúcar y cafeína.

Las sugerencias detalladas son solo un punto de partida. De lo que se trata es de pedir ayuda, hablar de cómo te sientes con amigos o familiares y realizar una consulta con un profesional si lo consideras necesario.

Diferencias entre el ataque de pánico y el ataque de ansiedad

Ahora que identificamos de qué se trata cada ataque, podremos reconocer con mayor facilidad sus diferencias. Una de ellas tiene que ver con la intensidad, el tiempo y la duración.

El ataque de pánico irrumpe, es brusco, se presenta de golpe, escala muy rápido y se vive con mucha intensidad. Las personas suelen referir que les falta el aire y que tienen miedo de morir.

Sin embargo, el pánico tiene una duración limitada, aunque se vive como si fuese eterno. Alcanza su apogeo de manera rápida, en 10 minutos o menos.

No podremos permanecer de modo constante en un ataque de pánico (aunque sí tener varios al día), pero sí podemos estar de manera continua y crónica en un estado de ansiedad. Respecto a la frecuencia de los ataques de pánico, si estos son recurrentes, pueden convertirse en un trastorno de pánico.

 

También es necesario saber que el ataque de pánico viene de la nada, es abrupto. En cambio, la ansiedad está desde antes, se retroalimenta, vuelve una y otra vez sobre el mismo asunto. Esto es lo que hace que vaya in crescendo.

Son malestares frecuentes, pero no debemos acostumbrarnos

Tanto los ataques de pánico como los de ansiedad se alimentan de diferentes razones y el entorno no es ajeno a ellas. Las exigencias y las presiones que se viven en la actualidad nos suben a un ritmo frenético, en el cual es muy difícil detenerse.

No debemos normalizar este estilo de vida, cuyas consecuencias pagamos con falta de bienestar. Es importante tomarse pausas, dedicarse momentos de ocio y de descanso.

 

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