La venustrafobia es el temor irracional a tener algún tipo de contacto con mujeres consideradas atractivas y la gimnofobia, a la desnudez propia o ajena. La vivencia de experiencias traumáticas suele ser la causa de estas extrañas fobias sexuales. Por ello, la educación en este terreno ocupa un papel clave.
Alicia Cruz Acal
“Forman parte de los
trastornos de ansiedad y
se caracterizan porque la persona siente un temor intenso y persistente
ante la presencia o anticipación del objeto o situación específica. Este
miedo es excesivo y viene acompañado de malestar y, en ocasiones, de evitación
del elemento temido”, detalla Paula
López de Abad, psicóloga y colaboradora en el Máster en Sexología de la
Universidad Camilo José Cela (UCJC).
En este punto, existe una gran
variedad de trastornos fóbicos relacionados con la sexualidad. Para
prevenirlos, a educación sexual ocupa un papel clave. Como apunta Estefanía
Marcos, psicóloga del Hospital Vithas Xanit Internacional, “desde la infancia,
aprendemos a relacionarnos con el entorno que nos rodea de una manera u otra en
base a las experiencias vividas y a los conocimientos adquiridos”. De esta
forma, la experta señala que las fobias se producen principalmente a
través de un aprendizaje asociativo: “Relacionamos un estímulo con una
sensación intensa de malestar, lo que puede generar un profundo miedo ante la
presencia de dicho estímulo”.
Vivir un evento traumático o
recibir una formación basada en el miedo son motivos que conducen
al desarrollo de estos trastornos. Por eso, Marcos afirma que “recibir una
educación sexual diversa y amplia, fomenta actitudes positivas hacia la
sexualidad y herramientas que nos ayudan a vivirla de una manera
satisfactoria”.
La misma opinión comparte
López, quien lamenta que todavía la sociedad se enfrente a falsos mitos y
presiones en torno al sexo que a veces “producen unas expectativas erróneas o
que no se entiendan bien los conceptos que llevarían a empeorar o desarrollar
fobias sexuales”. Por ello, continúa la especialista, “es de extrema
necesidad el poder contar desde nuestra infancia con una correcta educación
sexual, sin percibirlo como un tabú o algo que tengamos que ocultar”.
Gimnofobia
La gimnofobia es
una fobia específica que tiene como característica principal que las personas
que la experimentan tienen un temor patológico a la desnudez propia y ajena.
“Este miedo puede indicar problemas de imagen corporal o sentimientos de
inadecuación, aunque también puede ocurrir como consecuencia de una
experiencia traumática”, indica Marcos.
Este problema interfiere de
forma considerable en los planos más íntimos de quien lo padece, pues puede
negarse a mantener contacto físico o sexual debido a la ansiedad que le provoca
la idea de estar desnudo frente a alguien y que ese alguien también lo
esté.
Eso sí, hay que tener en
cuenta que el pudor y el temor irracional a la desnudez son dos
emociones diferentes que pueden confundirse. En este sentido, López
explica que, en el caso de sufrir gimnofobia, el miedo es mucho más intenso y
desencadena un estado de ansiedad que influye de forma negativa en la calidad
de vida de la persona.
La profesora de la UCJC agrega
que, aunque este trastorno puede manifestarse a cualquier edad, es más
habitual que aparezca a partir de la adolescencia y
juventud. “Es una etapa vital en la que el cuerpo experimenta una serie de
cambios físicos fruto de la pubertad,
por lo que la persona está en un camino de autoconocimiento y aceptación
constante”, aclara.
Venustrafobia
La venustrafobia es un miedo
irracional muy poco frecuente hacia las mujeres que la persona considera
atractivas. Por ello, en este caso es un elemento subjetivo el que causa
ansiedad, pues no todos interpretamos el atractivo de la misma forma. Por lo
general, se tratan de mujeres que se ajustan a los cánones de belleza
actuales.
“Es habitual que se pueda
sentir timidez o cierto miedo y nerviosismo ante la idea de estar presente o
relacionarse con una mujer atractiva. No obstante, cuando este miedo se
caracteriza por un temor muy intenso y persistente, desembocando en sensación
de ansiedad y evitación de dichas personas, podemos hablar de una fobia”,
manifiesta López.
La sexóloga destaca que estos
pacientes suelen desarrollar venustrafobia porque han vivido alguna experiencia
traumática en la que se ha asociado el malestar causado con la presencia de una
mujer atractiva. En concreto, se puede tratar de una situación de
rechazo, ruptura
amorosa, acoso o burlas.
Marcos subraya que “no sería
raro que la persona que tiene esta fobia presente una gran
inseguridad que provoque que le cueste afrontar la idea de
interactuar con alguien que considera más atractivo que ella. A menudo,
existe una posible sensación de inferioridad”.
Falofobia
El miedo irracional a
los penes,
ya sea el propio o el ajeno, también tiene nombre: falofobia. Marcos apunta que
suele considerarse una fobia sexual porque muchas personas que la sufren evitan
el contacto sexual para no tener que hacer frente al estímulo fóbico que, en
este caso, sería el miembro viril. “Aunque suele ser más común que ocurra en
mujeres, también se puede dar en hombres que se sienten intimidados o incómodos
al ver, pensar o tener un pene erecto”, comenta la psicóloga de
Vithas.
Como en las fobias anteriores,
suele ser un episodio traumático el desencadenante de este trastorno. Uno de
los motivos es el abuso sexual, que, “aparte de causar el temor hacia el pene
también produce una falta grave de confianza, lo que a la larga puede desembocar
en una severa dificultad a la hora de entablar relaciones con el género
masculino”, lamenta Marcos, quien añade que el coito extremadamente doloroso
también es un desencadenante de la falofobia: “La asociación entre el dolor
físico del momento y el miembro viril puede generar un miedo incontrolable
hacia el pene y hacia la posterior pérdida de deseo
sexual”.
Alguien que padezca este
problema puede llegar a mantenerse virgen durante
toda la vida. La sexóloga señala que “puede llegar a rechazar la idea
de compromiso, evitando las relaciones estables o estrechar lazos con otras
personas de su entorno, derivando en fobias sociales y
aislamiento”.
Medomalcufobia
La pérdida de erección es uno
de los clásicos temores que sufren los hombres. Sin embargo, cuando este miedo
tan común genera una excesiva preocupación, podemos encontrarnos ante un
posible caso de medomalcufobia. “El miedo a perder la erección del propio pene
antes o durante la relación sexual puede generar niveles tan intensos de
ansiedad que llega a que la persona evite cualquier situación donde haya una
expectativa sexual, ya sea desde mostrarse más cariñoso hasta no quedar
con alguien que pueda gustar o atraer sexualmente”, expone López.
Por su parte, Marcos afirma
que “la disfunción
eréctil es un problema común en hombres, haciéndoles sentir la
falta de erección o su pérdida como algo muy negativo, especialmente al no
poder satisfacer a su pareja, lo que puede conducir a este temor”. Así, esta
fobia suele estar relacionada con el miedo a hacer el ridículo e, incluso, a
tener un gatillazo o eyaculación
precoz.
¿Cómo tratar las fobias
sexuales?
El tratamiento de las fobias
suele tener muy buena respuesta y efectividad ante las terapias psicológicas.
Para trabajar la ansiedad, “se suele combinar técnicas
de relajación con otras de exposición al estímulo temido, ya sea a
través de la imaginación o en vivo”, explica López. La sexóloga agrega
que la desensibilización sistemática es la más utilizada para el tratamiento
de las fobias específicas y consiste en exponer de manera gradual a la
persona a las situaciones temidas, haciendo uso de herramientas de relajación.
“Además, trabajar en
comprender de dónde viene el miedo y abordar los pensamientos irracionales que
puedan aparecer facilita herramientas al paciente para enfrentarse al estímulo
de manera adaptativa”, concluye la experta.
0 Comentarios