La erotofobia es el miedo al sexo. Se puede manifestar de diferentes formas y, entre sus causas, destaca la falta de una buena educación sexual. Identificado el problema, acudir a un profesional es el primer paso para poner solución a este temor.
Los encuentros íntimos en
una pareja son
una importante fuente de refuerzo que permite que la relación se mantenga
unida. No obstante, hay personas que encuentran en esos momentos uno de los
miedos más grandes a los que debe enfrentarse, ya sea por el pánico al ridículo,
no estar a la altura de las circunstancias, los posibles dolores que se pueden
presentar durante el coito u otras variantes. Este temor a las
relaciones sexuales, conocido como erotofobia, afecta tanto a hombres como a
mujeres en diferentes aspectos y es mucho más común de lo que parece.
Actualmente, existen múltiples
tipos de miedos, fobias y ascos en la sociedad, causados por la idea de control
exagerada que se tiene, el perfeccionismo, la higiene excesiva, entre otros
factores. Todo esto contribuye a la aparición constante de más y nuevos casos
de pánico al sexo. La persona que lo sufre trata de evitar esta práctica y
puede llegar a sufrir crisis de ansiedad ante la situación.
Pero, ¿cómo saber si se tiene
miedo al sexo?
La erotofobia puede tener
muchos significados. Carlos de la Cruz, director honorífico del Máster de
Sexología de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), subraya que se manifiesta
a través de "actitudes negativas hacia muchas expresiones de la sexualidad,
ya sea la masturbación, o relaciones eróticas más o menos convencionales".
Asimismo, el experto añade que el malestar se puede generar por estar presente
en conversaciones donde lo sexual tiene protagonismo, sin que necesariamente se
esté hablando de sexo explícito; o ante el propio desnudo en
las distintas expresiones artísticas o en las playas.
Pedro
Villegas, médico de familia y sexólogo en el Hospital Vithas
Sevilla, también hace referencia a la fobia real a la sexualidad o
a cualquiera de los elementos que la engloba, como el embarazo,
la conducta coital o los genitales propios o del otro. El especialista destaca,
al igual que otras fobias, esta se puede convertir en trastorno si pasa
a ser un miedo irracional. “Es racional sentir asco si toco o saboreo algo
repugnante, pero no lo es si dejo de tener una relación porque tengo algo de
vello en mis genitales o me obligo a mí o a mi pareja a ducharse siempre antes
y después de la relación”, ejemplifica el experto.
Una vez diagnosticado este
miedo, se deben conocer cuáles son las causas de su aparición. El origen se
puede deber a varios motivos, como el trauma ocasionado por una violación o
abuso, la angustia de una mujer a quedarse embarazada por el propio miedo de su
madre o personalizar los problemas sexuales de otros en uno mismo.
Sin embargo, de la Cruz afirma
que, sin duda, la educación y el ambiente juegan un papel crucial. "Basta
hablar con generaciones anteriores para descubrir que hace 'no tanto'
buena parte de la sociedad tenía actitudes erotofóbicas porque,
precisamente, había crecido en ese ambiente. Por supuesto, esto tampoco es una
norma absoluta y aunque es más fácil aprender el castellano creciendo en un
ambiente en el que se habla en castellano, también es posible aprender otros
idiomas. O dicho de otro modo, afortunadamente se puede ser erotofílico a pesar
de todo", explica.
El sexólogo indica que es
importante aceptar el desnudo con independencia de que se pueda juzgar
como adecuado o no. Del mismo modo, alude a la necesidad de "respetar las
distintas expresiones de la erótica sin sentir la obligación de tener que hacer
algo que no desees, o poder asistir a conversaciones donde lo sexual está
presente y poder manifestar tu propia opinión". En este sentido, de la
Cruz determina que "lo bueno de que la erotofobia tenga que ver con la
educación es que con educación se cura. Con una verdadera educación sexual
tendría fácil solución".
Por su parte, Villegas comenta
que en la actualidad una de las causas principales deriva de la
búsqueda de la perfección en la vida sexual. Los medios, el consumo
temprano de la pornografía,
la sobreinformación, están generando verdaderos cuadros de pánico ante las
relaciones sexuales. “Actualmente, hay hombres que, a causa de ver pornografía
con muy poca edad y la idea irracional de que eso es lo que hay que hacer y con
esa potencia y puesta en escena, se abruman y se sienten incapaces de
llevarlo a la práctica. Cuando tienen su primera experiencia y comprueban
lo lejos que se encuentran de ese modelo, irracional, entran en un bucle de
evitación”, ejemplifica Villegas.
Además, la excesiva
propaganda de productos higiénicos y sus resultados está generando ascos y
fobias nuevas. “Hoy ha aparecido el concepto de vulva perfecta, vendida por
los cirujanos plásticos. Entiendo que cuando hay una malformación alguien desee
hacerla desaparecer, pero convertir una vulva normal, grande, pequeña, con más
o menos labios menores, en objeto de rechazo personal es una barbaridad
iatrogénica”, incide el sexólogo.
Posibles soluciones
A pesar de que sean distintos
los motivos por los que el miedo al sexo puede estar presente en la vida sexual
de cualquier persona, las medidas existentes para solucionarlo también son
variadas. El primer paso es identificar el problema y, a continuación, acudir
de inmediato a un especialista en la materia.
El experto señala que “no se
debe esperar demasiado en pedir ayuda profesional”, a lo que añade que “muchos
intentan buscar ayuda externa, enfrentar con valor su miedo, para ello acuden a
prostíbulos, se casan para obligarse, o se autointroducen objetos en sus
órganos sexuales.” Por el contrario, hay que ser conscientes y
realistas a la hora de identificar el problema y acudir al especialista en
sexología o al psiquiatra. Villegas incurre en que “jamás se debe acudir a
la búsqueda de información detallada, ni al autotratamiento.”
Además, para que este temor
desparezca con éxito es necesaria la ayuda y el apoyo de la pareja.
Esta juega un papel muy importante. “El comportamiento que debe adoptar la
pareja es el de entender que el otro tiene un problema y que no tiene que por
qué ser ella o él el culpable o el causante. La ayuda ideal que puede ofrecer
es primero en el convencimiento y después colaborar con él o ella en la
terapia”, explica el médico de familia y sexólogo.
Una vez superado este temor,
es importante trabajar la seguridad en el ámbito sexual. Para ello hay que
“eliminar los conceptos de sexo perfecto, el concepto de sexo tántrico o el de
romanticismo de Disney, que han hecho tanto daño como el pornográfico”, incide
Villegas. Todos han creado un miedo e inseguridad o frustraciones al alejar las
expectativas de la realidad. “En el sexo, como todo en la vida, la seguridad
se conquista con la práctica”, afirma el experto.
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