La industria tabacalera se ha encargado de vender en los últimos años que los nuevos productos para fumar como los vapeadores son mucho menos dañinos que el tabaco convencional. Hacer ver, sobre todo a los más jóvenes, que se tratan de dispositivos con agentes cancerígenos es fundamental para lograr una generación libre de tabaco en 2040.
Los vapeadores,
las cachimbas y
el tabaco por calentamiento (PTC) son los nuevos productos para fumar que se
han puesto de moda entre los jóvenes. En concreto, un 39,6% de personas
de entre 16 y 21 años fuma mínimo una vez al mes estos dispositivos, según
una encuesta reciente
del Observatorio del Cáncer, una plataforma de investigación promovida por la
Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
Se trata de un porcentaje
preocupante, teniendo en cuenta que la Unión Europea se plantea llegar
a 2040 con una generación libre de tabaco. Bajo este reto, la AECC ha
organizado un acto en Madrid en el que ha reunido diferentes organizaciones del
tercer sector con el fin de concienciar a los jóvenes sobre el peligro que
suponen los nuevos productos de inhalación del humo.
“Hay que conseguir erradicar
el tabaco y estamos convencidos de que la única forma para ello es apoyándonos
en vosotros”. Así se ha dirigido a este colectivo Ramón
Reyes, presidente del Consejo Nacional de la AECC. El directivo ha
subrayado que este grupo poblacional es el objetivo de la industria tabacalera,
“que está jugando con la salud y, como consecuencia, con la muerte”. En
concreto, el consumo de tabaco causa más de 50.000 fallecimientos
anuales, “uno cada 11 minutos”, ha apuntado.
Además, esta sustancia está
relacionada con 16 tipos de cáncer, siendo
el responsable del 84% de los casos de tumor de laringe o del 82% del de pulmón.
José Otaola, director de operaciones de la Fundación Lo que de Verdad Importa,
quien también ha insistido que la iniciativa propuesta por la UE solo es
posible con la participación de los jóvenes: “Si ellos no están convencidos de
que lo que están tomando puede acabar con su vida, todo lo que hagamos es
complicado”.
El peligro de las redes
sociales
La industria tabacalera ha
encontrado en las nuevas plataformas de medios sociales digitales una vía para
promover el consumo de tabaco o inhalación de humo y aerosoles entre la
juventud.
En este sentido, Beatriz
Martín Padura, directora general de la Fundación FAD Juventud, ha hecho
referencia al actual marketing dirigido a adolescentes basado en ideas
como que los nuevos productos son menos nocivos o que ayudan a dejar de fumar.
“Este es uno de los grandes bulos”, ha afirmado Martín, quien ha lanzado una
petición: “El consumo de tabaco tradicional ha bajado bastante entre los
adolescentes. Nos tenemos que preguntar qué cosas se han hecho para que esto
suceda y qué no para que esto mismo no ocurra en dispositivos como vapeadores y
cachimbas”.
Josep
Heredia, foundation manager de la Fundación Ricky Rubio, ha alertado de
que “estamos en una generación en la que las redes sociales tiran muchísimo y lo
que haga cualquier personaje público impacta en los jóvenes”. Por ello, ha
continuado, es fundamental concienciar a los influencers para
que sean responsables y un ejemplo a seguir.
Por todo ello, Martín ha
reclamado que “hacen falta campañas institucionales de sensibilización y de
prevención específica” orientadas tanto a las familias, como a las
escuelas. En el caso de los vapeadores y otros nuevos dispositivos, “estas
iniciativas tienen que multiplicarse”, ha concluido.
Qué efectos para la salud
tienen los vapers, los PTC y las cachimbas
Los nuevos dispositivos para
fumar han tomado el relevo del tabaco convencional entre la juventud. Por una
parte, se encuentran los cigarrillos electrónicos o vapeadores, que
comenzaron a comercializarse en España en 2016 y sobre los que aún no
existen estudios que analicen sus efectos en la salud a largo plazo. No
obstante, Karen
Ramírez, responsable de prevención de la AECC, ha lamentado el
desconocimiento generalizado acerca del daño que, a corto plazo, pueden causar
estos productos, “puerta de entrada al consumo de tabaco”.
En este punto, se han
relacionado estos cigarrillos con la idea de que el vapor de agua es inocuo,
pero en realidad estos productos no generan vapor, sino aerosoles,
es decir, pequeñas partículas sólidas suspendidas en un gas, que al inhalarse
fácilmente quedan atrapadas en los pulmones. El aerosol inhalado puede
contener nicotina, saborizantes y toxinas, incluidas aquellas cancerígenas.
De acuerdo con la Encuesta sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias en
España (ESTUDES) publicada en 2022, el consumo de cigarrillos electrónicos
entre los estudiantes de 14 a 18 años se sitúa en el 22,8% en el último
año.
Por otro lado, el PTC
es un producto de tabaco procesado que, en lugar de sufrir combustión, se
calienta. Esto produce aerosoles que contienen nicotina y otros agentes
químicos, inhalados a través de la boquilla. Se tratan de dispositivos cuyo
consumo es todavía minoritario en España, pero que se ha multiplicado desde su
lanzamiento al mercado. El estudio elaborado por el Observatorio del Cáncer
advierte que se ha probado “la toxicidad del producto y de las
emisiones que genera al ser consumido. En cuanto a su composición, los PTC
son similares a un cigarrillo convencional, contienen nicotina y otras
sustancias que pueden tener implicaciones para la salud al ser sometidas a
altas temperaturas”.
Por último, se encuentran las
pipas de agua o cachimbas. Se calcula que fumar una de ellas puede
durar alrededor de 80 minutos, lo que se traduce en que un fumador da entre 50
y 200 caladas. La cantidad de humo inhalada equivale al de 200 cigarrillos.
“La evidencia recogida hasta el momento ha observado que su uso aumenta el
riesgo de cáncer de pulmón en un 122%, pero también el riesgo a padecer de
cáncer de esófago. Por otra parte, produce alteraciones en las funciones
pulmonares y cardiacas, así como afectaciones en la cavidad bucal”, reza el
estudio de la AEEC.
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