La parcopresis o dificultad para ir al baño en lugares distintos al habitual es un problema frecuente y se puede aliviar con medidas sencillas. Sin embargo, en ciertos casos se debe a una fobia social y requiere tratamiento específico.
Los hábitos intestinales se suelen trastocar durante los
viajes, pero muchas personas también experimentan dificultades para
defecar fuera de casa en su día a día. No pueden hacerlo en el trabajo o en
urinarios públicos; solo en su propio baño. Se suele atribuir a un estreñimiento pasajero,
pero no siempre lo es. Puede ser lo que se conoce como parcopresis.
La cosa se complica en aquellas personas que tienen que
viajar a menudo o trabajan durante largas jornadas y son totalmente incapaces
de hacer de vientre fuera del inodoro de su hogar. También hay
individuos que no pueden hacer pis en baños públicos (paruresis).
Por qué se produce y qué factores influyen
Dentro de la parcopresis se pueden diferenciar dos
situaciones diferentes, según explica a CuídatePlus Pedro Mora, jefe
de Servicio de Aparato Digestivo del Centro Médico Quirúrgico de Enfermedades
Digestivas (CMED):
- Cuando
estamos fuera de casa por un viaje, vamos a casas de amigos
o parientes o en el trabajo. Es un estreñimiento puntual.
- Cuando
hay una fobia irracional que surge al intentar defecar en un baño público o
sin tener la privacidad necesaria.
El primer supuesto se calcula que puede afectar
a un 10% de la población, mientras que el segundo es más
infrecuente, pero no es tan raro como cabría pensar. En palabras de María González, psicóloga
de Instituto Centta, “este tipo de síndromes se consideran la segunda forma más
frecuente de fobia
social, tras la fobia a hablar en público y por delante de la
ereutofobia o temor a sonrojarse en público”. La fobia social en este caso
“tiene que ver con el temor a ser contemplado orinando o defecando o a hacerse
notar por medio de los fenómenos acústicos u olfativos que las acompañan”.
En lo que se refiere a las causas, Mora señala que cuando
se trata de la primera situación, es decir, un estreñimiento puntual, puede
deberse a que cuando estamos fuera de casa “solemos comer diferente, se
ingieren más alimentos grasientos y con pan, se toma menos fruta y verdura y se
bebe menos agua”. Asimismo, “cambiamos los horarios o estamos mucho tiempo
sentados sin hacer ejercicio”. También puede influir el hecho de que los baños
públicos estén sucios y los olores y ruidos que haya en ellos.
En cambio, si se debe a una fobia social “es un miedo
irracional con carácter enfermizo hacia una situación que no se puede entender
dentro de la lógica”, apunta González. “Tiene más que ver con el
concepto de vergüenza social y la asociación que el afectado hace en de
realizar el acto y el malestar que va a experimentar en ese momento o
la interpretación que los demás hagan”, agrega. Esa persona “va a evitar
progresivamente la exposición a esas situaciones, generando un condicionamiento
negativo hacia los espacios públicos o no familiares donde hay más probabilidad
de tener cerca a otras personas”.
Las repercusiones de esta conducta pueden llegar a ser muy
graves: inestabilidad laboral, inseguridad económica, profundo malestar
psicológico o conflictos familiares por la negativa a salir de vacaciones… “No
faltan tampoco las complicaciones urológicas, como infecciones urinarias,
incontinencia por rebosamiento y, en ocasiones, incluso perforaciones
intestinales con su consiguiente ingreso hospitalario”, advierte la
psicóloga.
En no pocos casos, el problema suele iniciarse en
la infancia, durante la escolarización, en la que los niños empiezan a no
utilizar los baños del colegio. “Si no remite con el paso del tiempo
estamos ante una fobia con connotaciones sociales”, resalta González, quien
indica que tiene que ver “con un miedo a sentirse observado y criticado en un
contexto de intimidad y vulnerabilidad, como es miccionar o defecar” y con
frecuencia se observan “rasgos perfeccionistas y un alto grado de introversión
en estas personas”.
Consejos para evitar la parcopresis
La prevención y el tratamiento del miedo a hacer caca fuera
del lugar habitual es mucho más sencilla cuando no existe una fobia social.
Estos son los consejos que ofrece el especialista del CMED:
- Comer
de forma adecuada y beber suficientes líquidos.
- Realizar
ejercicio físico.
- Procurar
ir al baño en horas fijas y dedicarle el
tiempo necesario.
- No
tomar medicamentos que contribuyan a enlentecer el tránsito intestinal.
- Ir
preparado a los baños públicos, para poder limpiar la
taza del váter.
- Truco
para acabar con el temor a ser escuchado al defecar: poner música para
hacer un ruido que se confunda con el que haga la propia persona.
En los estreñimientos puntuales, si fuese necesario,
Mora considera que “se pueden utilizar enemas con agua,
útiles para ablandar las heces y estimular la defecación”.
También opciones sencillas “como los supositorios de glicerina y, si
no da resultado, algún laxante”.
Si el problema se debe a una fobia social, el tratamiento
es psicológico. “Lo primero que hay que hacer es pedir ayuda”,
recalca la psicóloga. “La vergüenza acompaña el padecimiento de estas personas,
pero como hemos explicado es más común de lo que se piensa”.
La terapia se suele basar en diferentes técnicas
psicológicas que han demostrado su eficacia en la reducción e, incluso,
remisión total de diversas fobias. “Trabajamos la detección de las
creencias limitantes que el paciente sostiene según su patología y su persona y
en la consecución de las herramientas necesarias para hacer frente a las
situaciones estresantes que la acompañan”.
González concluye que lo más eficaz para la parcopresis es
un manejo “multidisciplinar, combinando nutrición con tratamiento psicológico y
farmacológico con un especialista”.
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