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Para crecer más, ¡aprenda de los niños!

Aunque parezca contradictorio, para ser adultos felices y plenos a veces conviene recuperar a aquel niño inocente que todos seguimos llevando dentro. Es bueno tener “ojos nuevos”, es decir sentidos de niño.


Clave.Cultivar la denominada “mentalidad del principiante”

EFE. REPORTAJES. A medida que crecemos vamos renunciando -hasta incluso perderla por completo- a aquella actitud infantil de aventura, descubrimiento y sorpresa, de alegría natural y sin causa aparente, con que afrontábamos las realidades del mundo en nuestros primeros años de vida. ¡Es hora de recuperarla!

Aunque parezca contradictorio, para ser adultos felices y plenos a veces conviene recuperar a aquel niño inocente que todos seguimos llevando dentro, aunque permanezca silenciado u olvidado. Redescubrir el mundo con ojos infantiles, como si fuera de nuevo la primera vez, puede arrojar resultados tan insospechados como refrescantes y reveladores.

Detenerse y disfrutar la cálida caricia del sol. Respirar y llenarse los pulmones de aire puro. Observar y sentir lo que te rodea en este momento. Escuchar el canto de los pájaros. Jugar y compartir descubrimientos con tus hijos. Mirar a tu pareja a los ojos y después cerrarlos. Abrazar a un amigo… Son pequeños gestos, cosas muy sencillas, que nos reconectan con nuestro ser interior y nos ayudan a sentirnos muy bien. Pero se nos olvidan, porque no podemos parar. Vivimos intentando cumplir a toda prisa una interminable lista de “hay que”: hay que comprar, salir, llegar, pagar, entrenar, hacer, solucionar…

“Vivimos en una sociedad en la que está todo muy automatizado, cuadriculado y predomina lo mental. Nos hemos olvidado de nuestro cuerpo, sus movimientos y cinco sentidos. Nos hemos olvidado de tocar y tocarnos, de sentir, de ver y escuchar al otro, de paladear no sólo las comidas sino la vida misma”, señala la terapeuta Rocío Alba Peña, especializada en educación infantil y las llamadas técnicas de “reconexión con el niño interior”.

“Ello sucede porque estamos tan volcados en la acción, en hacer, que se nos olvida el ser, el cual tiene más que ver con los sentidos. Al despertarlos experimentamos una toma de conciencia que nos enseña a estar presentes y atentos, a observar y percibir, sentir y estimular, dar y recibir”, explica esta experta y directora del Centro Shana de España.

“La gente corre de aquí para allá, vive de prisa, se mantiene en una lucha continua, intenta alcanzar algo que a veces ni siquiera sabe qué es, huye del ahora. Vive muy volcada hacia fuera, hacia la conquista, lo cual sólo es gratificante hasta cierto punto”, dice.

La contaminación urbana –atmosférica, acústica, visual- así como las compuestos químicos presentes en la alimentación y los productos de higiene y cosmética corporal también contribuyen en alguna medida a atrofiar los sentidos y volverlos insensibles.

Abrirse al mundo para redescubrirlo. Es por ello que necesitamos despertar nuestros sentidos, reaprender nuestra parte sensitiva y comunicarnos mediante ella, volver a conectar con nuestro cuerpo. Los sentidos y movimientos corporales son un buen camino para reaprender a ser y estar, porque ayudan a reconectar nuestra mente, a la cual valoramos mucho hasta identificamos con ella, con nuestro cuerpo, al cual tenemos anulado y poco en cuenta.

Así, un simple paseo por el campo, el mar, la montaña o por un parque próximo a casa, puede transformarse en toda una aventura y experiencia de descubrimiento, si se realiza con los cinco sentidos y prestando atención a cada lugar e instante.

Hay que darse la libertad para explorar y descubrir el ambiente natural, y distintas cosas que huelan, tengan sabor, o hagan ruido, y abrirse a sus estímulos.

Para conseguirlo, pruebe esta experiencia: ¿Puede ver el cielo, los árboles, el agua y las rocas como son en este preciso momento y con una mente limpia y ordenada, o sólo puede verlos a través del velo de sus propias ideas preconcebidas?

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