
Un grupo de personas que favorecen el voto por ninguno marcha hasta el altar de la Patria
Lissette Rojas/ Clave Digital
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El reloj anuncia las cuatro y diez. Hay un movimiento inusual de jóvenes con camisetas negras en el parque Juan Pablo Duarte de la zona Colonial. No es luto lo que guardan, sino ideas. Grandes letras blancas impresas sobre sus suéteres anuncian una propuesta electoral que podría resumirse así: “Ninguno te representa. Vota por ninguno”.
Son las cuatro y media. Las expectativas superan a la concurrencia. Un vendedor de chicharrones que intenta vender algo pregunta al grupo de qué se trata la reunión, los jóvenes le explican sus ideas políticas, lo convencen y al poco rato el muchacho desaparece por la calle Padre Billini con su mercancía al hombro y con la camiseta de su nuevo candidato: Ninguno. “Ninguno quiere cambios. Vota por ninguno”.
A primera vista, con este doble sentido, cualquiera diría que se trata de una campaña por un candidato en particular o una lucha pro abstencionista, en lugar de lo que realmente es: un grito social por el derecho a votar, sin elegir a políticos que, una vez escogidos, no resolverán las problemáticas sociales.
Desde la discreción de sus balcones coloniales, las vecinas observan a los entusiastas “ningunistas”, en esencia veinteañeros, que se preparan para marchar por la Calle El Conde. Los manifestantes llegan de a poco. “No es un acto de masas”, habían previsto sus organizadores, los miembros del Movimiento La Revuelta. Alguien anuncia las cinco menos diez. Un chico vende otra camiseta: “Ninguno cree en ti. Vota por ninguno”.
Ninguno le gusta a la gente. O mejor: a la gente le gusta ninguno. Cuando los transeúntes asimilan los lemas de las camisetas, se ríen o asienten con la cabeza. Frente al convento, un señor que vende frío-frío permanece ajeno a la acción que se gesta en el parque Duarte, a pocos metros de la estatua del padre de la Patria. Los “ningunistas” deciden regalarle un suéter y el hombre lo recibe con gusto. Le ha gustado sobremanera, ver escrito lo que él, desde hace tiempo piensa: “Ninguno trabaja. Vota por ninguno”.
Son las cinco y quince. Un viento sur barre las hojas. Los jóvenes están listos para caminar por la calle El Conde. Unas señoras que podrían ser sus madres o sus abuelas acaparan la atención de todos los presentes. Los muchachos se les acercan con curiosidad. Ellas también vinieron a marchar: zapatos tenis y ropa cómoda. Militan en el partido de Ninguno. Son mujeres con canas, mujeres a las que el devenir político de su país les dio un lema: “Ninguno te respeta. Vota por ninguno”.
“El Movimiento Voto por Ninguno es un movimiento amplio de ciudadanos y ciudadanos que queríamos crear un mecanismo de participación directa, democrático sobre todo, dentro de las venideras elecciones congresuales y municipales”, explica Fernando Gil, miembro de La Revuelta.
“Nosotros –agrega el líder juvenil-el quince de diciembre llevamos una propuesta a la Junta Central Electoral para que creara una casilla que dijera ninguno para los casos de ciudadanos y ciudadanas que no se sintieran representados por ninguno de los candidatos puedan ejercer su derecho y su deber al voto. Y que estos votos se cuenten y no caer en la abstención o en la nulidad”.
Cuando por fin los jóvenes parten rumbo a la calle El Conde, toman la arzobispo Nouel y en pocos minutos están en el Parque Colón. Los turistas observan con interés, comentan y sonríen. Algunos dominicanos, que entienden de qué se trata, hacen exclamaciones. “Ninguno. Ese es el mejor”, dice un anciano sentado en una banca. “Me gusta Ninguno. Los otros son unos azarosos”, grita un joven. Otros son presas del desconcierto: “Si ellos dicen que no voten por ninguno ¿cuál es la propuesta de ellos? ¿Un desorden total, un país sin control?
Hay quien se atreve a analizar que hace falta distribuir material escrito para explicar la ideología “ningunista”. Al ver que el grupo de ropas negras se paraliza con cada toque de silbato, la gente, sin entender muy bien por qué, también se paraliza y lee con detenimiento las leyendas de Ninguno.
Los militantes de Ninguno llegan al Altar de la Patria, a las seis y quince, no sin antes paralizar el tránsito y robarse la atención. Para terminar, forman una alineación en la acera, con el frente hacia la calle. Al verlos, los conductores ralentizan su marcha y provocan un corto taponamiento mientras leen lo que tienen que decir estos manifestantes.
Pueden leer como una sucesión: “Ninguno quiere cambios. Vota por ninguno”; “Ninguno cuida el ambiente. Vota por ninguno”; “Ninguno es como tú. Vota por ninguno”; “Ninguno te escucha. Vota por ninguno”; “Ninguno te respeta. Vota por ninguno”; “Ninguno te representa. Vota por ninguno”; “Ninguno cree en ti. Vota por ninguno”; “Ninguno trabaja. Vota por ninguno”.
0 Comentarios