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Bienvenido sea 2011 y con él asumimos nuevos retos y metas.
Y en esa dinámica de deseos es esencial cargarse de nuevas energías para poder cumplir nuestros propósitos.
La mayoría de las personas utilizamos el comienzo del año como punto de arranque hacia una vida mejor y para ello nos planteamos una serie de objetivos.
Algunos se trazan sus propuestas como si decirlas o escribirlas fuera suficiente para verlas cumplidas.
Unos las olvidan a los pocos días y ya nunca hacen nada más. Otros esperan a finales de diciembre a ver qué se puede hacer en un día.
Y un reducido grupo va trabajando a lo largo del año en busca de esos objetivos. La mayoría, claro está, no conseguirá nada nuevo, puesto que lo suyo no es un plan de futuro y por lo tanto se quedan navegando en su mediocridad.
Mientras que los últimos van a trabajar para sus metas y si las consiguen la sensación será de eficacia y aumento de la autoestima.
Ellos serán más felices, y aunque solo logren hacer realidad una de sus metas, la misma le brindará tal satisfacción que actuará como resorte para seguir luchando por las demás.
Nunca debemos conformarnos con lo que tenemos, poco o mucho, pues como seres humanos siempre debemos mirar hacia el futuro para seguir creciendo, recordando siempre que, además de hacer realidad los sueños, la mayor satisfacción es disfrutar el viaje junto a nuestros seres queridos.
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