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LA AUTORIDAD SEA CONMENSURABLE CON LA RESPONSABILIDAD


Por Cándido Mercedes

candidomercedes@hotmail.com

Mirando en perspectiva, una parte importante de los actores estratégicos de la sociedad, ameritan de una verdadera conversión, de una ética modelada que exprese el contenido real del Siglo XXI: la Justicia, la Igualdad de Oportunidades, la Transparencia y la Rendición de Cuentas.

La elite política y empresarial no son consecuentes con los roles de jerarquía que tienen con respecto a la autoridad. Creen que el devenir seguirá así, en el sentido contestatario de los sectores subalternos de la sociedad. Su responsabilidad no guarda la más mínima simetría con la responsabilidad.

Una parte significativa del empresariado dominicano cree que su rol es “producir riqueza y empleo y defender sus intereses particulares y muy específicos”, incluso, más allá de su asociación, el CONEP, van y defienden sus intereses sectoriales por encima del conglomerado social al que pertenecen.

Hoy, en el 2011, los empresarios siguen operando en el Sistema Político igual como en los años 60 y 70; buscan sus intereses específicos e interaccionan con el Sistema Político defendiendo sus intereses como si fueran los intereses de toda la sociedad. No ven los efectos que en el conjunto de la sociedad puede jugar una decisión del Poder Político; sino que objetivizan los alcances de la misma en función particulares. Esto es, no tienen una visión estratégica de sus verdaderos intereses en una Sociedad de Mercado.

Para David Easton, los componentes principales de un Sistema Político son: la Comunidad Política, el Gobierno y el Régimen. La Comunidad Política está compuesta por ciudadanos y ciudadanas que participan de los procesos políticos, ya sea de forma individual (votar en las elecciones) o a través de agrupaciones como los partidos políticos, los grupos de presión, los movimientos sociales o la opinión pública. El Gobierno está representado por las diversas ramas en que se distribuye el poder político. El Régimen se compone de las reglas que definen el uso del poder político y que generalmente están contenidas en una Constitución.

La construcción de un orden económico donde prevalezca la economía de mercado, teniendo como epicentro la mundialización, no puede permitir que en una sociedad el Poder Político haya podido realizar 6 REFORMAS TRIBUTARIAS en menos de 15 años. La última Reforma Fiscal que se realizó en Dominicana fue en el 1992. Todas las demás han sido para el Poder Ejecutivo tener más ingresos y nada más. Verdaderos parches coyunturales que no logran la necesaria reforma estructural en lo que concierne a la Estructura Fiscal de la Economía Dominicana.

Sigue operando una acentuada dependencia de actores claves con respecto al Poder Político; como si la dinámica de la sociedad y con ello, la Economía de Mercado, no haya trascendido el Poder Económico que representa el Estado con respecto al Producto Bruto Interno. El gobierno hoy, tiene con relación a su aporte al PIB un 13%.

Es claro, pues, que si las entidades económicas de nuestro país, y con ellas sus organizaciones que la representan, creyeran más en la democracia, no en la democracia solo de la libertad de empresa, sino en su totalidad, los juegos e interacciones que se producen desde el Poder Político, no ocuparan el espacio de estelaridad que hoy asumen ni los funcionarios públicos actuaran con la desfachatez, el poco tacto, ni ofendieran tan constantemente la inteligencia de la ciudadanía.

El contrapeso de los empresarios, como un actor protagónico y clave, así como los partidos políticos de la oposición, representan sistemas de controles y equilibrios de los poderes para el mantenimiento de una democracia, que pueda vislumbrarse en el futuro con contenido. Contenido con democracia política, económica y social; que se traduce en más educación, mejor salud, más viviendas, más acceso al agua potable; menos mortalidad materna y mortalidad infantil.

El Poder Político siempre será arrogante, no importa el partido político que dirija los destinos nacionales, si el empresariado, los profesionales, los intelectuales, las universidades y las iglesias no logran articular intereses más allá de sus intereses propios. Como muy bien señalara Norberto Bobbio, el Poder se convierte en arrogante cuando no conoce los propios límites, cuando no sabe reírse de sí mismo.

En el 2011, todavía una parte del empresariado dominicano sigue teniendo el Síndrome del Miedo al Poder Político y lo que ello representó en el período de Trujillo y Balaguer. Temen que los acusen de empresarios políticos por defender intereses de la sociedad, más allá de sus intereses particulares y corporativos. No entienden que ellos pueden ser independientes, empero, jamás indiferentes frente a una sociedad donde no impera el imperio de la Ley; donde el marco de institucionalidad es golpeado cotidianamente.

Por eso, hoy como ayer (50, 40, 30 años), siguen negociando políticas económicas desde la esfera de las relaciones primarias; en canales directos con el Presidente y con los funcionarios, para defender meramente sus intereses específicos y solamente transparentan sus acciones y decisiones, desde una perspectiva institucional, cuando no logran con el Ejecutivo lo que querían individualmente, sectorialmente. Ahí comienzan a airear sus posiciones en los medios de comunicación, como si éstas fueran la expresión de toda la sociedad. Bosquejan, entonces, una estrategia de marketing para hacer de sus intereses como si fueran los intereses de toda la sociedad. No tienen así una misión clara de su rol en una sociedad de clase. La elite burocrática, en cada momento y en cada contexto juega así un papel que no le es dable en el siglo XXI: Hacer de la democracia una caricatura.

Esa misma elite burocrática, de hoy y de ayer, es la que se ríe en los corrillos palaciegos, cuando los empresarios acuden allí a defender los intereses corporativos y después van desfilando al mismo tiempo, por sectores e individualmente, a lograr negociar intereses particulares y hasta personales. Cobra sentido, pues, asumir un nuevo proceso que implica un cambio de mentalidad, que trascienda el individualismo, a la búsqueda del colectivismo, en términos culturales; de entender que debemos de prohijar la distancia del poder y de asumir la instancia del Derecho. De crear una cultura de reverencia al Código de Derecho, al código institucional y una verdadera irreverencia al código del poder personal y desinstitucional.

En Dominicana no hemos desarrollado la necesaria e impostergable cultura de exigir la renuncia de aquellos funcionarios que no cumplan sus funciones desde la ética y la moralidad y la competencia. En Brasil, el Ministro de la Presidencia, renunció por escándalo de corrupción. Antonio Palocci, por conocerse que su patrimonio aumentó 20 veces en los últimos 4 años, se vio acorralado por las denuncias solamente y se fue. Es un papel de los empresarios y de los medios de comunicación, dar un paso más adelante. Tienen que velar por la salud económica y política del país.

Como elocuentemente nos dice Bárbara Tuchman, citada por David Owen en su libro En el Poder y en la Enfermedad, "somos conscientes de que el poder genera locura, de que el poder de mando impide a menudo pensar, de que la responsabilidad del poder muchas veces se desvanece conforme aumenta su ejercicio...una característica del Síndrome de hybris, es la incapacidad para cambiar de dirección porque ello supondría admitir que se ha cometido un error. Consiste en evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas mientras se ignora o rechaza todo signo contrario".

! Por eso, la autoridad tiene que ser necesariamente conmensurable con la responsabilidad, para que la sociedad pueda marchar con un futuro mejor y más halagüeño ¡

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