La patria no es un chiste, dijo Danilo Medina en la proclamación del domingo. En su discursiva, que es también la del PLD, el chiste es Hipólito Mejía.
La jocosidad de Mejía es bien conocida. La prensa reseña sus chistes y la gente los repite, ya sea para reírse o irritarse. Por eso Mejía genera pasiones a favor o en contra. Así surgió, cayó y resurgió.
El PLD es un partido sobrio. Juan Bosch escribía cuentos, hablaba de manera simple y alegórica, pero no era propiamente chistoso; era cuentista.
Para Bosch, la patria era múltiples cuentos, pero no un chiste. Los tutumpotes y los hijos de machepa eran tragedia social, aunque los vocablos resultaran graciosos.
En política, Bosch exigía disciplina. Por eso el PLD se forjó sin grandes alborotos. Eventualmente llegó al poder porque el PRSC y el PRD se desinflaron en el poder.
En la política actual dominicana, para entender el chiste político, hay que trascender la jocosidad.
En su discurso, Danilo Medina criticó las mentiras que abundan en tiempos de campaña. Sin embargo, al desmenuzar sus palabras, se encuentran planteamientos que casi seguro se tornarán mentiras.
Por ejemplo, si Medina quiere redistribuir riqueza para reducir las desigualdades, tiene que invertir mucho en educación.
Dijo que su gobierno llegaría progresivamente al 4% del PIB para la educación. Sin embargo, República Dominicana debería invertir ya el 4%. Así lo establece la Ley General de Educación y es el mínimo que señalan los expertos para América Latina.
Danilo Medina debió decir que en el primer presupuesto de un gobierno suyo, destinaría el 4% del PIB para la educación; así de claro. No lo hizo, pero prometió lo imposible: llevar la tanda escolar a ocho horas con desayuno y almuerzo.
Esta meta no es lograble en el 2012-2016 porque habría que construir muchas escuelas nuevas, preparar y contratar muchos profesores nuevos, y organizar bien el desayuno y el almuerzo. Todo eso en un país donde aún no funciona bien ni siquiera un simple desayuno escolar de bizcochito con leche.
Durante su gobierno, Hipólito Mejía dejó de ser jocoso a pesar de sus chistes porque la situación económica y las políticas públicas afectaron negativamente un amplio segmento de la población.
Actualmente, el gobierno del PLD ha bajado en popularidad, sin nunca haber sido jocoso, porque la situación económica y sus políticas públicas están afectando negativamente un amplio segmento de la población, a pesar de la relativa estabilidad macroeconómica.
La población ve hoy un gobierno peledeísta con los mismos funcionarios aferrados al poder, algunos envueltos en escándalos de corrupción legal o ilegal (porque hay de las dos), y un gobierno sordo ante muchas demandas sociales.
La población dice en encuestas que el país va por mal camino, que los salarios no alcanzan la inflación, que el desempleo es alto, y que la delincuencia y el narco azotan.
La solución a estos problemas no es más de lo mismo. Se requiere innovación, voluntad y coraje para concebir nuevas estrategias de desarrollo económico, de convivencia social, y de hacer política.
La estabilidad macroeconómica es importante y surtió su efecto político positivo para el PLD en elecciones pasadas. Ahora la sociedad dominicana resiente los déficits sociales acumulados y ve sus expectativas truncadas por las precariedades económicas, la criminalidad y la baja institucionalidad.
Si Leonel Fernández, Danilo Medina y el PLD no comprenden que muchas cosas andan mal en el país, y no toman medidas correctivas desde ya, seguirán recibiendo reportes negativos en las encuestas.
La patria no es un chiste ni jocoso ni agrio.
0 Comentarios