Leocadia Mercedes Toribio. (Lía)
Como lumbrera destellante,
tus ojos se encontraron con los míos,
mi corazón se estremeció,
creándome un gran vacío.
Te conocí como el viento,
yo era ave con las alas en el suelo,
no conocía el amor,
que te deja sin aliento.
Llegaste como agua en el desierto,
reverdeciéndolo todo con tu aliento
deshiciste así el dolor,
llenándolo de tu amor,
hermosa primavera creaste en mi interior.
Luego se asomó el dolor,
llevándote de mi ensueño,
te perdí por poco tiempo,
encontrándote de nuevo,
al lado de otro lucero.
Eso destruyó mi mundo,
dejándolo en desconsuelo.
sólo alcancé a pensar,
¿por qué perdí tanto tiempo?,
para decirte que eres,
la lumbrera de mi cielo.
Cuando quise regresar,
ya era demasiado tarde,
mi barca se había perdido,
navegando entre tus mares.
Siendo mundo de tu mundo,
y agua de tus manantiales
hicimos tantas locuras,
que embriagaron nuestro aire.
Ahora veo partir tu barca,
con rumbo a celeste mares,
donde nuestro amor no cabe,
por ser de otros costales.
Mi amor se detuvo en los barandales,
mientras te veía partir,
con destino a otros mares,
preguntándose en silencio,
¿por qué se llevó mi aire.
Si solo vivía por él
respirando de su aire,
alimentando mi vida,
con su tierna y dulce carne.
Eres una gran lumbrera,
que mi Loor usa en sus bondades,
te marchaste a una guerra,
donde salvará tucanes,
sólo usando tu voz,
y diez cuerdas de tu carne
Esa guerra ganará,
porque solo no estará,
el capitán va contigo,
y mi amor te sostendrá.
Al final de la batalla,
una corona obtendrá,
vivirá así por siempre,
siendo rey en la eternidad.
La autora es escritora, maestra, gestora cultural,
Directora de
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