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La Identidad Amenazada



Escrito por: Hecmilio Galván (triunfaremos@gmail.com)

La identidad de un pueblo no es el resultado de la nada ni del vacío. Es el producto nunca terminado de siglos o quizás de milenios de existencia. Desvelos, sudores, momentos, lugares, sangre, errores, golpes, victorias, sinsabores y alegrías conforman aquello que nos identifica.

Es el acumulado de los rasgos étnicos, económicos, sociales, lingüísticos, culinarios, históricos, que se van perfilando por el paso del tiempo.

La identidad es lo que hace la diferencia entre una masa inconexa y sin forma y un pueblo con todos los derechos y obligaciones.

La identidad, más preciada que la tierra, más importante que las armas y las riquezas, es un bien a proteger, porque puede perderse con el olvido, con la transculturización, con el abandono.

Cuando se pierde la identidad, se pierde el Norte, se pierde el nombre, se pierde la esencia, pero sobre todo, se pierde la condición de sujeto, y mayor, de colectividad.

Es verdad que los malos Gobiernos que hemos tenido se han preocupado bastante por destruir los pilares de la identidad. Han hecho los esfuerzos necesarios para que olvidemos parte de lo que somos, de dónde venimos y lo que hemos acumulado como sociedad, al tiempo que han invertido tan poco en la cultura, y en la memoria, que sus acciones han servido para sí, pero para el olvido.

La falta de promoción de nuestra cultura, al tiempo de elevación y predilección por influencias foráneas, junto al abandono total del campo, de la cultura, y la preocupación por que nos olvidemos de raíces y tradiciones, han sido estocadas fuertes a la cultura dominicana. Es mucho lo que hemos perdido por abandono, es mucho lo que hemos ganado de fuera, pero que, al no acumular, tiende a crear una sensación de llenar un vacío.

Ahora bien, una de las más latentes amenazas a nuestra identidad es la que hoy se cierne contra los fundamentales ingredientes de nuestra dieta. La reconocida dieta de los dominicanos, buena o mala, consistente en arroz, habichuela, carnes, plátano y lácteos no podrá sostenerse por el camino en que vamos.

Los neoliberales que se propusieron los Tratados De Libre Comercio, en sus afanes, nunca se percataron que lo que mandaron a negociar en sus mesas no era una simple transacción comercial o una mercancía. Lo que negociaban, a nombre nuestro, eran siglos de tradición y miles, sino millones de seres humanos y sus formas de vida.

Jugaban pues y perdieron uno de los rasgos más importantes de nuestra identidad: la dieta.

Los Tratados de Libre Comercio y la MAFIA IMPORTADORA amenazan seriamente la cultura alimentaria de los dominicanos; porque tienen al borde de desaparecer a los sectores de leche, de arroz, de pollo, de habichuela, de cerdo, de ajo, de cebolla, entre otros. Eso quiere decir que la Bandera Dominicana, tal y como la conocemos, se encuentra amenazada de muerte por las importaciones.

Si se cumplen los acuerdos como los traidores los firmaron, ya no se producirá en el País suficiente leche para hacer el queso de hoja ni el amarillo, ni el de freír, ni el Geo. Habrá que comer otra cosa que se le parezca quizás. Tampoco habrá arroz nuestro para "hacernos ver que comimos". No habrá pollo dominicano para comernos el pichirrí, teniendo que importar despojos y pechugas.

No habrá cerdo para navidad, habrá que conformarse con pavo seco y desabrido, por supuesto importado.

Si los tratados se cumplen, no habrá habichuela roja, ni habichuela negra en el Valle de San Juan. Habrá que conformarse cuando sobre la pinta en USA.

Honestamente no se qué comeremos. Pero estoy seguro que serán muchos más que los de hoy son, los que no podrán comerse un plato de arroz con habichuela y carne, porque importarlo siempre saldrá, a la larga o a la corta, más caro.

Habrá más desempleo, más pobreza, más descomposición social, más delincuencia, más inestabilidad política.

Es hora de revisar estos acuerdos comerciales (DR-CAFTA y EPA), la identidad de nuestro pueblo, junto con muchas otras cosas, está severamente amenazada.

Y cuando no haya identidad, seremos una masa descompuesta, inestable y peligrosa.

Señores de la oligarquía: no creo que eso les convenga.

Este primero de diciembre ha sido DECLARADO por la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios (CONFENAGRO) como DÍA DE LA PRODUCCIÓN NACIONAL. Ese Día se sentirá en todo el país, el Poder de la Producción del Campo.

Sin producción, No hay Nación.

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