“El que no vive para servir no sirve para vivir” es la frase que le da sentido a la vida de Rosa Albania Gómez Chávez. Su norte es ayudar, involucrarse en acciones que mejoren las condiciones de vida de la niñez, ancianidad y personas necesitadas.
Tiene 24 años y se graduó en Comunicación Social en PUCMM. Nutre su vida con actos que motiven a la gente a tener empatía y respeto por niños y niñas, jóvenes y envejecientes, entendiendo sus derechos propios, respetando y velando por los ajenos.
Su vocación de servicio y solidaridad no es reciente. Está unida a grupos de servicio desde el colegio y la universidad. Desde niña compartía las ropitas que le compraba su madre.
Vianel de León, su compañero de trabajo, la define como cooperadora, altruista y comprometida en causas sociales.
Desprendida de su tiempo, recurso no renovable, afianzada en la búsqueda de dejar un legado humilde, pero significativo, inspira a otros a sentir empatía y los motiva a realizar este tipo de obras, así como también desea ser recordada por amor, entrega y carisma.
Hace un tiempo incentiva a jóvenes a que sean parte de la diferencia, aportando su mano amiga a los limitados de recursos materiales y de afecto.
Llevada por el viento a la situación en que viven miles de familias en distintos puntos del país, con casas en estado deplorable, es voluntaria en la fundación TECHO para Mi País, donde es encargada de Desarrollo de Fondos del Cibao. Forma parte del Voluntariado Jesús con los Niños, que labora con menores y adolescentes afectados de cáncer.
Actualmente conforma una institución para ayudar a personas con problemas físico-motores o niños con padres vivos pero que permanecen en las calles. Como “hay más alegría en dar que en recibir”, el hecho de provocar rayos de sonrisas a los demás motivan a Rosa a seguir dando lo mejor de sí.
Fuente: http://www.listin.com.do
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