Por EURI CABRAL
La
posición de Bosch sobre el drama haitiano está claramente delimitada en una
carta que él le enviara en junio de 1943 a sus amigos intelectuales trujillistas
Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Inchaustegui Cabral y Ramon Marrero Aristy. A
continuación voy a reproducir sólo algunos párrafos de esa carta la cual, por
su actualidad, le puede ser remitida hoy al Tribunal Constitucional: "Los he oído a Uds. expresarse,
especialmente a Emilio y Marrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he
preguntado cómo es posible amar al propio pueblo y despreciar al ajeno; cómo es
posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia a los hijos del vecino,
así, sólo porque son hijos de otros. Creo que Uds. no han meditado sobre el
derecho de un ser humano, sea haitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de
bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable".
"El pueblo dominicano y el
pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento hasta hoy – o desde que se
formaron hasta la fecha – igualmente sometidos en términos generales. Para el
caso no importa que Santo Domingo tenga una masa menos pobre y menos
ignorante...El pueblo haitiano es un poco más pobre..es, pues, más digno de
compasión que el dominicano; en orden de su miseria merece más que luchemos por
él, que tratemos de sacarlo de su condición de bestia.
"Trujillo y todo lo que él
representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí;
Lescot y todo lo que él representa como minoría explotadora, también. Entonces,
uno y otro – unos y otros, mejor dicho – utilizan a sus pueblos respectivos
para que les sirvan de tropa de choque: esta tropa que batalle para que el
vencedor acreciente su poder. Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de
un nacionalismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio a la
extraña, y sobre todo, apetencia del poder total. Y si los más puros y los
mejores entre aquéllos que por ser intelectuales, personas que han aprendido a
distinguir la verdad en el fango de la mentira se dejan embaucar y acaban
enamorándose de esa mentira, acabaremos olvidando que el deber de los más altos
por más cultos no es ponerse al servicio consciente o inconsciente de una
minoría explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sino al servicio del hombre del
pueblo, sea haitiano, boliviano o dominicano."
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