Según una publicación de los Institutos nacionales de la Salud de los Estados Unidos
de Norteamérica, a través de la revista Health Day, del día 16 de julio del año
2013, los niños imitan a los padres en el hábito de ver televisión. El
estudio plantea que niveles altos de uso de la televisión se asocia a un mayor
riesgo de tener obesidad.
El efecto de la obesidad
producida por estar sentados viendo televisión por mucho tiempo es tan claro
que si a los niños con este problema se les reduce a la mitad el tiempo que
duran frente al televisor se logran muy buenos resultados en el tratamiento de
esta enfermedad. Sin embargo, los padres ni el médico toman esta realidad
en cuenta a la hora de dar tratamiento para este mal. Lo que pasa es que
este electrodoméstico sustituye a los padres, a la niñera y de manera
simultánea aleja de la actividad física. Esto se manifiesta en aumento de
la incidencia de obesidad porque incrementa el sedentarismo.
Si los padres ven durante
muchas horas la televisión los hijos harán lo mismo. Es decir, que se
imita este hábito y las consecuencias para la salud van a ser iguales: los
contenidos de los programas y el efecto de estar tanto tiempo frente a este
aparato, quita el sueño, produce obesidad, irritabilidad, aumenta el riesgo de
diabetes y enfermedad cardiovascular.
Esta situación ha sido
tomada tan en serio que la Academia Americana de Pediatría desde 1999
aconseja que los niños menores de dos años no vean televisión y a partir de esa
edad vean dos horas al día, pues ver televisión demasiado tiempo puede afectar
de manera negativa el desarrollo cerebral temprano. Por otro lado, a
diferencia de lo planteado por este organismo profesional estadounidense, el
biólogo británico Aric Sigman, gran estudioso del tema, recomienda prohibir que
vean televisión los menores de tres años y reducir a una hora diario a los que
hayan pasado de esa edad.
EL AUTOR es médico. Reside en Santo
Domingo.
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