Atada con cadenas que
impedían su ensimismamiento, en lo profundo de un mar de intereses, se asomaba
a la puerta de Quisqueya, un espíritu ilustrado, un pensador de la tierra que
le vio nacer, aquel hombre de cuyas ideas todos bebemos hoy, pues asesta al
expresar: “La política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna,
después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”. Este gran
ser humano, entendió desde su marco valorativo, una premisa que trazaba las
pautas hacia la consecución de una nación, orientada en su praxis social, por
el pensamiento sobre los fundamentos bases de su realidad, la crítica, y la
reflexión liberadora de sus ciudadanos.
Todo el constructo
social que permite expresar: “Dios, Patria, Libertad”. En la
primera mitad del siglo XIX, se encuentra revestido del mundo de ideas,
pertenecientes a sujetos que optan por pensar desde sí mismos su historia,
proceso para el cual, se requiere de filosofía activa, de una actividad que
impele a los individuos a un relacionarse con su mundo, de forma holística e
integradora, donde el fruto de su reflexión se dispone a dar respuestas al
Statu Quo imperante, y permite con esto, que las ideas trastoquen lo real.
Hoy en día, nuestra
Quisqueya se presenta poblada por millones de ciudadanos, individuos en su
mayoría alejados del mundo de la crítica filosófica, que se consuelan bajo el
efecto del alcohol y las fiestas, propinándole a la práctica reflexiva sobre
sus problemáticas sociales esenciales, su respectivo once de Septiembre. El
funeral de las ideas llega y se hace creciente, en una nación donde el entretenimiento
nubla las mentes, lo que a la vez se cataliza, cuando la programación
curricular en materia educativa, decide lanzar a las tinieblas de afuera, al
decir de Duarte, a: “La ciencia más digna de ocupar las inteligencias nobles” (La
Filosofía).
En una Dominicana
como la de hoy, nos encontramos en un contexto esclavista del pensamiento, en
donde, desde el poder se nos piensa, aun cuando creemos que lo hacemos, pues el
control sobre los Mass Media, directa o indirectamente, condiciona la forma, además
de la praxis social de las masas.
Con todo esto podemos
decir, que la necesidad de una nueva independencia se hace inexorable en
nuestra gente, una emancipación mental que nos separe del mundo cavernícola de
las sombras, y nos ponga en contacto con la luz del conocimiento, con el
pensamiento profundo, y no superficial, de los sucesos que nos envuelven. De
manera que el pensar liberador, ese detenerse, y reflexionar nuestro tiempo,
obteniendo resultados positivos, encuentra su cauce en una actividad crítico-racional,
a la que denominamos, filosofía.
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