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República Dominicana: Filosofía e Independencia


Por: Lic. Ramón A. Martínez Henríquez (ramon_m01@hotmail.com)


Atada con cadenas que impedían su ensimismamiento, en lo profundo de un mar de intereses, se asomaba a la puerta de Quisqueya, un espíritu ilustrado, un pensador de la tierra que le vio nacer, aquel hombre de cuyas ideas todos bebemos hoy, pues asesta al expresar: “La política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”. Este gran ser humano, entendió desde su marco valorativo, una premisa que trazaba las pautas hacia la consecución de una nación, orientada en su praxis social, por el pensamiento sobre los fundamentos bases de su realidad, la crítica, y la reflexión liberadora de sus ciudadanos.

Todo el constructo social que permite expresar: “Dios, Patria, Libertad”. En la primera mitad del siglo XIX, se encuentra revestido del mundo de ideas, pertenecientes a sujetos que optan por pensar desde sí mismos su historia, proceso para el cual, se requiere de filosofía activa, de una actividad que impele a los individuos a un relacionarse con su mundo, de forma holística e integradora, donde el fruto de su reflexión se dispone a dar respuestas al Statu Quo imperante, y permite con esto, que las ideas trastoquen lo real.
Hoy en día, nuestra Quisqueya se presenta poblada por millones de ciudadanos, individuos en su mayoría alejados del mundo de la crítica filosófica, que se consuelan bajo el efecto del alcohol y las fiestas, propinándole a la práctica reflexiva sobre sus problemáticas sociales esenciales, su respectivo once de Septiembre. El funeral de las ideas llega y se hace creciente, en una nación donde el entretenimiento nubla las mentes, lo que a la vez se cataliza, cuando la programación curricular en materia educativa, decide lanzar a las tinieblas de afuera, al decir de Duarte, a: “La ciencia más digna de ocupar las inteligencias nobles” (La Filosofía). 
En una Dominicana como la de hoy, nos encontramos en un contexto esclavista del pensamiento, en donde, desde el poder se nos piensa, aun cuando creemos que lo hacemos, pues el control sobre los Mass Media, directa o indirectamente, condiciona la forma, además de la praxis social de las masas.
Con todo esto podemos decir, que la necesidad de una nueva independencia se hace inexorable en nuestra gente, una emancipación mental que nos separe del mundo cavernícola de las sombras, y nos ponga en contacto con la luz del conocimiento, con el pensamiento profundo, y no superficial, de los sucesos que nos envuelven. De manera que el pensar liberador, ese detenerse, y reflexionar nuestro tiempo, obteniendo resultados positivos, encuentra su cauce en una actividad crítico-racional, a la que denominamos, filosofía.   


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