Lo más común en la República Dominicana
es visualizar personas en los contenedores de basura buscando todo tipo de
artículos, tales como botellas plásticas, alambres, cartón, metales, juguetes,
comida, ropa. Esto es una prioridad en la vida de los denominados
“buzos”.
Principalmente, son muy
frecuentes en los contenedores de Santo Domingo Este. Diríamos que es el
sostén de algunas familias dominicanas. Sin embargo, para muchas de esas
personas, tirar la basura a la calle es tan normal como salir a dar un paseo.
Es un trabajo de muchos riegos por las consecuencias que podría producir a la
salud de quienes hacen este trabajo.
El reciclaje está muy
de moda en el país. En lo educativo, se exhiben murales con una
creatividad ingeniosa; que de seguro son hechos por jóvenes estudiantes, que
utilizan tapas de refresco, de botellones de agua y botellas, entre otros.
Otros extraen los
artículos para satisfacer alguna necesidad básica existente de la
familia. Sin embargo, los recolectores de botellas de agua tienen que cumplir
la meta de llenar tres fundas de botellas. Con lo que pueden adquirir una
compra de productos básicos.
Uno de los males que
tiene el país es que no se ha podido erradicar la basura con responsabilidad y
persistencia. Primero está el hecho de que la gente no tiene escrúpulos para
lanzar cuantas cosas pueda a la calle, algo inexplicable. Si se buscara la
forma de reciclar la basura con responsabilidad, y la gente no lanzara basura y
desperdicios a las calles, Santo Domingo fuera otra cosa.
Unos de los efectos
positivos que tiene el reciclaje es que reduce los vertederos, y reduce el
proceso de incineración, algo que afecta al medio ambiente y a la salud de las
personas. Es una forma de creación de puestos de empleos, de ahorro de
energía; y, también, contribuimos a la reducción de gases que destruyen,
gradualmente, la capa de ozono.
Si todos unidos
reciclamos la basura, tendremos un país más sano y más limpio.
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