La inversión en promoción para la salud debe
iniciarse lo más apegada posible a la realidad de cada país y aumentarse cada
vez más para que logremos resultados satisfactorios. Es un plan que
debemos desarrollar a largo plazo para poder romper el esquema establecido,
lograr así impactar de manera positiva a la salud, produciendo cambios
significativos en el estilo de vida del individuo.
Lo más correcto es empezar a
promover la salud en educación inicial, desde su primer ciclo y continuar con
la básica, media y universitaria. Siempre tomando en cuenta que debemos
adaptar las informaciones a la edad en que los discípulos llegan a cada nivel
educativo. Así vamos construyendo, poco a poco, el conocimiento idóneo
acorde al crecimiento y desarrollo de la persona.
Los participantes de la Cuarta Conferencia
Internacional sobre Promoción de la
Salud , en un docomento titulado, “Declaración de Jakarta”,
dado a conocer en Indonesia en julio del año 1997, se comprometieron a emplear
los recursos necesarios para trabajar con los determinantes que inciden de
manera especial sobre la salud, entre éstos la educación, seguridad ciudadana,
justicia social, vida sedentaria, medioambiente estable, estilo de vida,
violencia intrafamiliar y seguridad social.
Está demostrado que la inversión en
promoción para la salud del ser humano da conocimiento, incrementa la
integración y el valioso aporte del individuo para resolver sus problemas
sanitarios.
Para una mayor efectividad de la
promoción para la salud debemos involucrar en ésta a los medios de
comunicación, tanto físicos como digitales. También deben
aprovecharse las redes sociales para ponerlas al servicio de esta actividad y
así conseguir mejores resultados porque garantizan que el conocimiento llegue
al mismo tiempo a mucha gente.
Se ha calculado que una inversión
correcta en medidas preventivas debe evitar el 85 por ciento de las
enfermedades.
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