REDACCIÓN INTERNACIONAL. – Sabes que los refrescos no son precisamente buenos para ti, pero al
mismo tiempo es posible que sea difícil resistirse. Su sabor dulce, el
agradable burbujeo y el golpe de energía a veces parece ser justo lo que
necesitas para acompañar tu cena, superar el bajón de la tarde o saciar tu sed
en el cine.
Pero
entre más refresco consumas (regular o de dieta), más peligrosos pueden
volverse tus hábitos. Ya sea que bebas un paquete completo al día o que bebas
refresco de vez en cuando, reducir el consumo podría tener beneficios en tu
peso y en tu salud en general. Estas son las razones por las que deberías
consumir menos estas bebidas y algunos consejos para facilitar la transición.
Por
qué deberías dejarlo
El
mayor riesgo para quienes beben refresco regularmente es el exceso de calorías,
dice Lona Sandon, enfermera certificada y profesora asistente de Nutrición
Clínica en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas.
“Las calorías que hay en el refresco regular provienen completamente del azúcar
agregado y no hay ningún valor en términos de vitaminas o minerales, ni
siquiera de carbohidratos de buena calidad”, explicó.
Además,
el refresco podría causar otra clase de daño. Algunos estudios han demostrado
que su consumo se relaciona con la caries y con la diabetes y parece que
también es malo para tus huesos. “Tal vez tenga que ver con el fósforo que
contiene el refresco o podría ser que la gente está tomando refresco en vez de
otras bebidas, tales como la leche, que tienen nutrientes necesarios para tener
huesos sanos”, dice Sandon.
¿Qué
hay de los refrescos de dieta?
Es
probable que los refrescos libres de azúcar no tengan calorías, pero eso no
significa que te hacen bien. De hecho, es probable que ni siquiera te ayuden a
bajar de peso (las investigaciones al respecto han sido contradictorias en el
mejor de los casos, pero en varios estudios se ha demostrado que quienes beben
refrescos de dieta tienen más probabilidades de tener sobrepeso u obesidad que
quienes beben refrescos regulares).
Además,
las bebidas de dieta conllevan los mismos riesgos para la salud que los
refrescos regulares, entre ellos la caries y la pérdida de densidad ósea;
también se relacionan con las enfermedades cardíacas y con la depresión en el
caso de las mujeres. Cambiar a refrescos de dieta podría ser un buen primer
paso si tratas de eliminar las calorías sobrantes, pero lo mejor que puedes
hacer es dejarlos poco a poco, dice Sandon.
Reduce
tu consumo poco a poco
Estos
datos podrían ser suficientes para convencerte de que deberías dejar de tomar
refresco, pero es más fácil decirlo que hacerlo. “La gente realmente se hace
adicta al refresco, así que tienes que ser realista, no idealista”, dice la
nutrióloga Stefanie Sacks, autora del libro What the Fork Are You Eating?. “No
recomiendo que dejes de tomarlo de golpe; tienes que dejarlo poco a poco, como
dejarías cualquier cosa con la que hayas desarrollado dependencia”.
Si
usualmente bebes varias porciones de refresco al día, Sacks sugiere que primero
reduzcas el consumo a una al día. Después de dos semanas, cambia a tres
refrescos a la semana. “Eso te da la oportunidad de ajustarte gradualmente, lo
cual debería causar un cambio sostenible”, dice Sacks.
Combínalo
con agua
Sandon
también recomienda que dejes poco a poco el refresco y a veces sugiere a sus
clientes que empiecen a beber la mitad de refresco y la mitad de agua.
“Automáticamente beberás menos, te hidratarás y te llenarás con agua, lo cual
es bueno”, dice.
Además,
hay otra ventaja: “se reduce el azúcar que consumes con tu refresco, lo cual es
una de las cosas a las que la gente se acostumbra. Si bebes menos azúcar, tus
papilas gustativas cambiarán y pronto ya no necesitarás esa dulzura”.
Empieza
a contar tus calorías
Si
bebes refrescos de cola sin estar consciente del impacto que tienen en tu
cintura, podrías estar al borde de un despertar amargo: cada lata de Coca de
340 mililitros, por ejemplo, contiene 140 calorías, mientras que una botella de
medio litro contiene 240.
Descarga
una aplicación para contar calorías, te ayudará a darte cuenta de lo mucho que
esas bebidas afectan tu consumo diario de calorías, siempre y cuando captures y
registres cada porción. En vez de rellenar tu vaso una y otra vez, empieza a
poner atención en cuánto estás bebiendo; cuando lo hagas, tal vez te sientas
más dispuesto a reducir tu consumo.
Piensa
en cuánto ejercicio necesitarás
Otra
forma de contar las calorías que estás ingiriendo es pensar cuánto ejercicio
necesitarás para quemarlas. En un estudio que se hizo en 2014 en la Universidad Johns
Hopkins, los investigadores colocaron letreros en las tiendas de los
vecindarios, en los que señalaban que se necesitaría caminar ocho kilómetros o
trotar 50 minutos para quemar las calorías que contiene una botella de medio
litro de refresco.
Los
“comerciales” funcionaron: cuando los clientes adolescentes vieron estos
letreros, fue más probable que compraran un refresco más pequeño o que no
bebieran refresco. “Cuando explicas las calorías de forma fácil y comprensible,
como en términos de cuántas millas tendrías que caminar para quemarlas, puedes
propiciar cambios de comportamiento”, dijeron los autores del estudio.
Cambia
por té sin endulzar
¿Necesitas
ese golpe de cafeína para despertar por las mañanas? Sandon sugiere que si no
bebes café, bebas té sin endulzar. “Puede ser igualmente refrescante y beber
los fitoquímicos del té tiene beneficios reales para la salud”, dice.
Si
no te gusta el sabor del té solo, ponle un poco de limón, menta o un poco de
azúcar o de edulcorante artificial, al menos durante la etapa de transición. Lo
importante es que estés consciente y a cargo de lo que consumes exactamente y
cuánto le agregas.
Bebe
antes un vaso con agua
Cuando
tengas la imperiosa necesidad de beber una dosis de refresco, llena un vaso
grande con agua con hielo y bébelo antes. “Muchas veces, la gente bebe refresco
solo porque está aburrida o porque tiene sed y eso es lo que hay o lo que
acostumbran beber”, explicó Sacks.
Si
después de beber el agua sigues con el antojo de refresco, entonces puedes
reevaluar si realmente vale la pena, pero es probable que tu sed se haya
saciado y que te sientas satisfecho solo con el agua (puedes hacer que esto
funcione cuando andas en la calle si siempre llevas una botella con agua).
Consiéntete
con marcas naturales
Cuando
Sacks logra que sus clientes beban solo unos cuantos refrescos a la semana, a
menudo les recomienda que cambien por una marca que contenga menos ingredientes
artificiales. “Son más caras, pero la beberás con menos frecuencia”, dice. A
Sacks le gustan las marcas que no contienen jarabe de maíz alto en fructosa ni
ingredientes artificiales y generalmente contienen menos azúcar que las marcas
conocidas. “Son una opción más saludable en general, especialmente si las bebes
ocasionalmente”.
Dale
una oportunidad al agua mineral
Si
lo que se te antoja es algo carbonatado, intenta beber agua mineral con gas
sola o saborizada, sugiere Sacks. Puedes comprarla por botellas o preparar la
tuya en casa con una máquina SodaStream (69 dólares —unos 1,000 pesos—,
amazon.com).
“Agrega
un poco de jugo de fruta para darle sabor y cambia poco a poco ese jugo por
zumo fresco de cítricos”, dice Sacks. “Así, sigues obteniendo las burbujas que
te encantan del refresco, pero controlas la dulzura y el azúcar agregado”.
Mejora
tu agua
Incluso
el agua simple (sin gas) puede ser más agradable si le agregas un poco de fruta
o sabores naturales. “La gente me dice que no les gusta el agua, pero a menudo
solo necesitan experimentar nuevas formas de beberla”, dice Sandon.
Recomienda
agregar rebanadas de limón, naranja o pepino a una jarra de agua y meterla al
refrigerador, lo que podría disuadirte cuando busques un refresco frío. Los
frutos del bosque congelados y la menta fresca también pueden ser buenas
adiciones a un vaso de agua fría.
Compra
refrescos sin cafeína
Si
bebes mucho refresco y aún no estás listo para dejarlo, intenta comprar
versiones libres de cafeína. Tal vez empieces a beber menos sin darte cuenta,
según afirma un estudio que se publicó en 2015 en la revista British Journal of
Nutrition. Dividieron a los participantes del estudio en dos grupos y les
dijeron que bebieran todo el refresco que quisieran durante los siguientes 28
días (un grupo bebió refresco regular; el otro, refresco sin cafeína). Aunque
no había diferencias notorias en cuanto al sabor, el grupo del refresco con
cafeína bebió 53% más a lo largo del mes (unos 142 ml por día). Cuando nuestro
cuerpo se acostumbra a la cafeína común, más se nos antoja y por eso sentimos
la necesidad de beber más, de acuerdo con los autores del estudio.
Aléjate
de las cosas que te incitan a beber refresco
Tal
vez hayas notados que solo bebes refresco en ciertos lugares o situaciones: por
la tarde en la oficina, por ejemplo, o cuando comes en cierto restaurante. Tal
vez no puedas evitar por completo esos escenarios (de todas formas tienes que
ir a trabajar y deberías seguir disfrutando de salir a comer), pero tal vez
puedas cambiar esos malos hábitos. Si la máquina expendedora de la oficina te
tienta a comprar un refresco todos los días, intenta mantenerte lejos de ella
por las tardes y lleva tu propia bebida saludable o una botella de agua que
puedas rellenar, para que tengas una alternativa. Si usualmente se te antoja el
refresco cuando comes cierto tipo de comida, prueba restaurantes que ofrezcan
otras opciones.
Inténtalo
por dos semanas
Dejar
de beber refresco gradualmente es lo mejor para la mayoría de las personas,
dice Sacks, pero algunos prefieren dejarlo de golpe. Si piensas tomar ese
camino, piensa que es un cambio temporal: dejar de tomar refresco por dos
semanas o un mes tal vez parezca más fácil y manejable que dejarlo para
siempre.
La
mejor parte de este truco es que una vez que haya terminado el plazo, tal vez
no quieras volver a tomar refresco, al menos no con la frecuencia con que lo
hacías antes. “Nos empieza a gustar el azúcar de acuerdo con la cantidad que
consumimos a diario”, explica Sandon. “Si dejas de tomar refresco por un rato,
tal vez te sorprenda lo dulce que sabe cuando lo vuelves a tomar”. (¿Quieres
más ayuda con el método radical? Recluta a tus amigos para que asuman el
desafío contigo).
Déjalo
para ocasiones especiales
Una
vez que logres romper el hábito de beber refresco y que la bebida pierda el
poder que tiene sobre ti, lo puedes tratar como a cualquier alimento chatarra.
Si realmente te gusta el sabor, no hay nada malo en que te consientas de vez en
cuando, dice Sacks.
“Si
es algo que tienes que consumir, entonces por favor, disfruta de un refresco de
vez en cuando”, dice. De hecho, saber que puedes beber un refresco un día en
particular o en una noche especial puede ayudarte a resistirte a beberlo en
condiciones normales. “Solo infórmate bien: si entiendes que el refresco es esencialmente
azúcar y saborizantes artificiales, entonces podrás decidir de forma más
inteligente cuándo beberlo”.
Fuente:
m.cnnmexico.com
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