Son muchas las personas, que por diferentes vías me
abordan, para preguntarme, quien, a nuestro juicio, debe ser la persona (hombre
o mujer), que junto a Luis Abinader conformen el binomio,
presidente-vicepresidente. Debido a ese manifiesto interés de tanta
gente, he decidido tratarlo públicamente, para con toda modestia, poner sobre
el tapete este tema, para que dilucidándolo entre todos, podamos llegar a la
conclusión de lo que mejor conviene, tanto para el triunfo del PRM, como al
futuro inmediato de nuestra vilipendiada patria.
Pues bien…para elegir la correcta figura
vicepresidencial, el primer punto que hay que tener en cuenta, es, que en un
momento dado, por múltiples razones, como puede ser la muerte del presidente,
su renuncia voluntaria u obligatoria por razones judiciales o de salud, etc.,
el vicepresidente vendrá a ser el presidente. Fue el caso que se dio
cuando el suicidio de don Antonio Guzmán, ocasión en que Jacobo Magluta asumió
la presidencia de la República. En otros ejemplos, la muerte por
asesinato de Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy, y otros casos de esta
naturaleza en otras latitudes, confirman la validez de la premisa expuesta.
A más del criterio anterior, la persona que deba
asumir tan importante posición, requiere de otros atributos que estén en
correspondencia con los intereses de la totalidad del conglomerado que votará
por ese binomio presidencial, tomando en cuenta, dentro de ese colectivo, a los
votantes extrapartidos, pues un Partido dominicano, en la actual coyuntura
política, no gana por si solo unas elecciones, por lo que los nominados a
presidente y vicepresidente, en este caso, los del PRM, deben concitar la
más amplia simpatía, aprobación y credibilidad, tan cercana como sea
posible, al total del universo de votantes. Para lograr esa meta, es
necesario tomar en cuenta los aspectos siguientes:
Primero: respecto a lo intelectual y erudición, , no
basta que el nominado o nominada a la vicepresidencia, tenga un título
académico, pues en estos días, cualquiera tiene uno, además, un título
universitario, no le da la categoría de intelectual y erudito a nadie, y un
vicepresidente de la República, tiene que ser ambos, en todo el sentido
de la palabra, pues todo vicepresidente, tiene que tener amplios conocimientos
de la economía política y del manejo de los asuntos del Estado, con
diferentes especialidades y experiencias en estos campos, pues gobernar a un
país, se trata de administrarlo, y sucede, que en este mundo globalizado
de hoy, en que pugnan el neoliberalismo, el socialismo del siglo XXI y otros
modelos económicos y sistemas políticos, administrar una gran empresa como lo
es un país, es algo de mucha complejidad, por lo que, para manejar esa
complejidad, se requiere de sólidos conocimientos teóricos y prácticos en las
susodichas materias, de economía política y administración del Estado, y del
uso de una inteligencia superior.
Segundo: para que alguien nominado, o nominada a
vicepresidente, logre la aceptación del universo de votantes aludidos (del
Partido y extrapartido), esa persona, además del intelecto y erudición
señalados, debe ser reconocida como alguien verdaderamente con don de
mando y de gente, responsable, no un ambicioso o ambiciosa; pero además, que
tenga en su haber, probada honradez, e historial de lucha social junto a su
pueblo con verdadera demostración de amor por su patria, con lo que se haya
ganado un liderazgo, que por el número de votantes que aporte, venga a
garantizar más que ningún otro, un triunfo electoral y llevar a cabo el programa
de gobierno y de nación, propuesto en la campaña.
En este punto, es necesario aclarar que:
A– Un
partido político, es una institución, que como la iglesia católica o las
fuerzas armadas de un país, se rige por estatutos que establecen las normas a
seguir, para promover a sus miembros por escalafón, basado en tiempo y
meritos. En la iglesia, para de simple cura llegar a obispo, arzobispo,
cardenal o papa, se hace por escalafón. De igual manera, en las
fuerzas armadas para ascender de cabo, a las demás posiciones superiores, se
hace respetando rigurosamente el escalafón, e igual sucede, en las empresas con
su personal, pues de lo contrario, si los ascensos y promociones se dieran de
manera arbitraria, ello provocaría, recelos enormes entre el personal que conforman
las instituciones, cualquiera que estas sean, por lo que al disgusto
generalizado sobrevendría el caos, porque es seguro, que el sabotaje
laboral seria la línea a seguir por los indignados, que se sientan burlados y
lastimados por los ascensos o promociones de hecho, arbitrarios e inmerecidos.
Para que esta teoría cobre sentido y firmeza, solo se
tendría que analizar la historia siguiente: el PRM de hoy, de hecho es el PRD
de ayer, un partido que tiene 54 años de vida política en nuestra patria, un
partido con historia revolucionaria, de héroes y mártires, que cuenta con
un pueblo con legiones de luchadores anónimos, de miles de familias que
perdieron varios de sus miembros, de hombres y mujeres que tomaron el fusil en
la guerra patria de 1965, y con una dirigencia, que como su pueblo, desde
aquellos lejanos años de 1961, en aras de la libertad, de la democracia, de los
derechos humanos y de nuestra soberanía patria, ha derramado su sangre o
sacrificado en diferentes maneras sus vidas y bienes. Un simple ejercicio
de rememoración, nos retrotrae a aquellas peligrosas luchas contra el
balaguerismo matón y abusador, cuando todos, desafiando aquel poder cruelmente
autoritario, asistíamos a aquellos multitudinarios mítines o cuando por los
barrios de todo el país, el pueblo, la gente pobre, la gente humilde, la
juventud enardecida, los dirigentes de este partido, salíamos por todas las
calles y callejones de nuestros barrios vociferando a todo pulmón, con un
“jacho” prendido… libertad… libertad… Balaguer asesino…abajo Balaguer…! Viva el
Partido Revolucionario Dominicano!, protestas estas, que se hacían,
enfrentando los macanazos, los culatazos, los asfixiantes gases de las
bombas lacrimógenas y las balas de guardias y policías represivos, dirigidos por
capitanes, coroneles, o generales adiestrado, para reprimir y matar a los de su
propio pueblo.
De esta generación de hombres y mujeres, utópicos
soñadores, luchadores por un mejor país para todos, quedan pocos. De esta
dirigencia, aún están vivos, esa gloria llamada Milagros Ortiz Bosch, el tolete
de hombre, Hugo Tolentino Dipp, la educadora y mística Ivelisse Prats Ramírez,
el intelectual Tirso Mejia Ricard, y figuras posteriores, como Ramón
Alburquerque, Ligio Jaques, Hatuey Decamps, Tony Raful, Rafi Gamundy, Fafa
Taveras, Andres Bautista, Chu Vásquez, Geanilda Vásquez, Amaury Justo Duarte y
otros tantos de esa estirpe. Y si bajamos a las bases, con sus figuras
legendarias, y otros tantos civiles y militares que hicieron causa común con
aquel PRD, contar sus historias de acciones por la patria, estaríamos hablando
de envolvernos en escribir, una voluminosa antología épica.
Es decir, a los militantes de un Partido con esta
historia, se les hace cuesta arriba aceptar de vicepresidente a alguien, que si
es anciano, no sea parte de esta historia, y que si es joven, no tenga un
currículo de grajo y cárceles, a la par con el pueblo que quiere
representar. En esta tesitura, las personas, digamos con 45 años, o
cercano a esa edad, por lo menos, debieran tener constancia de sus luchas,
contra la Barrick Gold, su integración al pueblo para la consecución del 4%
para la educación, que conste su oposición a que el reservorio de agua de Los
Haitises fuera dañado por el establecimiento de una cementera en sus cuencas fluviales
y pluviales, que conste sus declaraciones contra los empresarios que han dicho
que los obreros dominicanos están bien pagos con 8 mil pesos mensuales, que ese
candidato a vicepresidente se haya pronunciado, contra el grosero endeudamiento
del país y contra la venta a precio vil o al que sea, de nuestro territorio
patrio. Al igual, que se haya manifestado contra las ejecuciones de la
policía y frente a los desmanes de la “justicia”, que se haya destacado en la
lucha contra la corrupción y los corruptos, citándolos por su nombre, que haya
fijado posición contra el alto costo de la vida, contra todas las injusticias,
contra el bajo sueldo de los policías, maestros y enfermeras y que haya
debatido las indecisiones gubernamentales en aquellos temas conflictivos, como
es la reforma al Código Laboral, la reforma del sector eléctrico o la fiscal,
en fin, una persona conocida por su presencia en los barrios marginados, que
tenga un currículo político que exhibir de lucha junto a su pueblo, no alguien,
que de paracaídas, quiera escalar la importante posición de vicepresidente, sin
tener el historial de lucha dentro del Partido y junto al pueblo.
También, ha de tomarse en cuenta, que para esta posición, tampoco clasifican
quienes han estado diciendo públicamente que están orgullosos de su amistad con
Leonel, o que hayan dicho, que Leonel es un caballero de la política y que a la
vez hayan auspiciado un premio literario para el ario Manuel Núñez, por su
racista mamotreto “El ocaso de la nación dominicana”, o que estén recibiendo en
sus casas con bombos y platillos al nieto de Trujillo quien quiere reivindicar
a su sanguinario abuelo; porque entonces, ¿en que estamos?
En este contexto, si se diera el caso, sería bueno que
comenzáramos a rechazar la manera por la que algunos políticos quieren
continuarse en el poder, por una especie de sucesión monárquica que se está
poniendo de moda en nuestro país. Expresidentes, síndicos, gobernadores,
diputados, senadores y funcionarios, quieren dejar en manos de sus hijos y esposas
las posiciones que ellos ostentan, aunque estos no tengan la vocación ni la
preparación debida. Esta práctica, que si toma cuerpo, sería fatal para
el avance y consolidación de nuestra frágil y precaria democracia, hay que
combatirla, para romper con esas oportunistas sagas de trujillismo, como el
caso de los Vincho.
B– Un
presidente, cualquiera que este sea, necesita un vicepresidente, que además de
académico(a), intelectual y erudito(a), haya tenido un prolongado fogueo en los
asuntos del Estado; es decir, que haya sido congresista (diputado o senador), o
gobernador, o síndico, o Procurador General de la República, o alto funcionario
de larga data que se haya desempeñado en diferentes estamentos del Estado.
Asóciese esta premisa, para que se entienda lo incontrovertible de la
misma, al hecho, que las deficiencias o debilidades de uno, deben ser
compensadas por el otro, sin olvidar para ambos, lo concerniente a la honradez,
por aquello, de que el talento sin probidad, es un azote.
En esta decisión, también ha de tomarse en cuenta, que
en las circunstancias actuales, un vicepresidente elegido del mismo PRM, no es
lo más conveniente, pues la totalidad de los votos nuestros, están garantizados
con Luis Abinader, sea quien sea, él, o la vicepresidente, aunque muchos, lo, ó
la acepten a regañadientes, mas no así, el voto de otras parcelas
políticas y el voto externo de una quisquillosa mayoría silente, que como no
está comprometida partidariamente con nosotros, vota a favor, por simple
simpatía, o en contra, porque la otra le parezca odiosa o improcedente, porque
como ya es sabido, por el mínimo disgusto, se vota por otras opciones más
afines a los agrados personales, o a los principios ideológicos de otros.
De estas reflexiones, si sus observaciones son tomadas
en cuenta, nos evitaría, el temor que infundió Dan Quayle, como vicepresidente
de los Estados Unidos durante el mandato de George H. W. Bush, de quien su
pueblo, ante sus recurrentes errores, se preguntaba, si estaba capacitado para
asumir la presidencia en caso de que algo le ocurriera al presidente, ello, no
obstante sus créditos académicos (graduado en ciencias políticas y doctorado en
leyes), no tenía el don ni las garras, para lo político. Como es
sabido, al son de ese temor, sus votantes, posteriormente manifestaron
arrepentimiento de haber votado por alguien cuyo rápido ascenso se debió más a
sus privilegiadas conexiones familiares o a cuestiones superficiales como la
edad o la imagen, que a sus méritos o talento político.
Otro ejemplo de cómo puede incidir una candidatura
vicepresidencial, por las más diversas razones, en lo que cabe lo
circunstancial y hasta el capricho y lo baladí, lo tenemos con Fernando Álvarez
Bogart, pero siendo un tema tan extenso, lo dejo a la rememoración del lector.
Vista la exposición anterior, se colige, que el cargo
de vicepresidente, no es una figura decorativa como muchos creen, argumento,
que en su ignorancia, invocan para justificar la elección de cualquiera para
esta posición.
Hasta aquí los criterios, parámetros y lecciones
históricas, que a mi juicio deben ser tomados en cuenta, para una buena
elección vicepresidencial; consiguientemente, para que en el PRM y los aliados,
no nos equivoquemos con esa escogencia. ¿Y usted amigo lector, que
opina?
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