ESTADOS UNIDOS.- ¿Alguna vez has intentado recordar, sin éxito, una palabra que tenías
en la “punta de la lengua”?
Es algo que la mayoría experimenta; el frecuente
sencillo proceso de verbalizar una frase que, de alguna manera, se quedó
trabada debido a un molesto bloqueo mental.
Cuando esto sucede, a menudo utilizamos un glosario de
alternativas para llenar ese vacío temporal.
Coso, cosa-esa, como-se-llame… seguramente has
empleado estos términos, o puede que tú tengas tus propias expresiones para
ganar tiempo mientras tratas de llenar el vacío de la palabra olvidada.
El elevado número de estos espacios sin llevar pone de
manifiesto la tendencia humana a olvidar los nombres de cosas y personas, y
también refleja la frecuencia de estas experiencias “en la punta de la lengua”.
El término técnico que se refiere a este tipo de
olvidos es “letológica”, es una palabra moderna derivada del
griego (de lethe, olvido, y logos, lenguaje).
En la mitología griega, Lethe era también uno de los
cinco ríos del mundo subterráneo, donde las almas de los muertos bebían para
olvidar todos los recuerdos terrenales.
La utilización de este término se atribuyó
popularmente al psicólogo Carl Jung a principios del siglo XX, pero los
primeros registros datan de la edición de 1915 del Diccionario Dorland
Enciclopédico Ilustrado de Medicina, que definió letológica como la
“incapacidad de recordar la palabra correcta”.
Tal y como muchos de nosotros comprendemos
intuitivamente, el cerebro no funciona como una computadora, donde los datos
están almacenados ordenadamente y se recuperan pulsando un botón.
Recordar cada una de las palabras de nuestro
vocabulario puede ser difícil.
Por ejemplo, el Diccionario Histórico de la Lengua
Española atesora unas 150.000 palabras, las cuales no representan la totalidad
del vocabulario en español.
Hay, por supuesto, muchas palabras más que una persona
comprende, pero no utiliza en su habla y escritura del día a día.
Las palabras de este vocabulario pasivo forman un gran
subconjunto de las palabras experimentadas en la letológica.
Y las que raramente usamos, incluidas nombres propios,
son las que más a menudo olvidamos.
Así, muchas de las miles de palabras almacenadas en
nuestra memoria que raramente usamos pueden ser más difíciles de recordar a
corto plazo, ya que todavía no se formaron los enlaces necesarios a otras
informaciones importantes que hacen que nuestra memoria sea fácilmente
recuperable.
La letológica es, al mismo tiempo, el olvido de una
palabra y la huella de esa palabra, perdida en alguna parte de nuestra memoria.
Fuente: BBC Mundo
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