Por Nélsido
Herasme

Yo quisiera
entender el esfuerzo del gobierno por sacudirse del lastre corruptor en que se
encuentra envuelto y de su escasez de iniciativa para la aplicar políticas
públicas para enfrentar los problemas que están a la orden día.
Da mucha pena que
un país que ha levantado la bandera de la lucha contra el analfabetismo y
presenta como su buque insignia la revolución educativa, tome la iniciativa de
traer a un brujo de un país que, como Nigeria está rodeado de miseria y
calamidades por todas partes.
La llegada de este
farsante me trajo a la memoria al brujo Orbito, quien que sin
ponerle la mano a la gente los operaba y “enseñaba las partes de sus vientres”.
Orbito, desde Filipinas fue traído en el gobierno de Joaquín Balaguer y uno de
sus experimentos brujeriles lo puso de manifiesto en el secretariado de las
Fuerzas Armadas de entonces, donde supuestamente fueron operados altos jefes
militares sin que este usase bisturí. Balaguer también se dio el lujo de, en un
momento de crisis de su gobierno, contactar a otro sabelotodo, a un tal brujo
del Maizal.
Y ahora el gobierno peledeísta, en una copia
exacta, trae desde Nigeria a TB Joshua para que “cure a la gente”. Nigeria es
un país con problemas. Joshua es un mentiroso y farsante y por demás, está
imputado en su país. Yo lo que entiendo es que el gobierno debe enfrentar los
problemas del país, no llenando guaguas y forzando a empleados públicos para
asistan observar la actuación de este impostor.
Si Joshua hace
milagros con los enfermos en nombre de lo divino, por qué no lo llevaron a las
cárceles donde mueren reos a diarios o a las maternidades donde fallecen niños
recién nacidos.
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