En la República Dominicana hemos visto el interés que ha
despertado en los jóvenes la participación en los espacios de poder,
insistiendo en exigir que se asegure un relevo generacional de manera
inmediata.
La participación activa de los jóvenes en todos los aspectos
relacionados con la política (elegir, ser elegidos, participar en sus
respectivos comités, movimientos, militar en partidos, entre otros) es una
prioridad que debemos impulsar y por la que vale la pena que trabajemos juntos
todos los actores sociales.
Examinemos las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas
(ONE), las cuales indican que la población joven del país (edades comprendidas
entre los 15 y los 35 años) ascendía a 3,430,901 personas, representando el 34%
del total de 10,496,535 dominicanos: 1,716,644 mujeres y 1,714,257 hombres, y
que en su mayoría tienen edades comprendidas entre los 15 y 19 años con
949,228; seguido por los de 20 a 24 años que suman 908,335; luego están los que
cuentan entre 25 y 29 que suman 830,004 y por último están los de 30 a 34 que
ascienden a 743,334.
Los jóvenes menores de 35 años representan apenas un 3% en el
Congreso Nacional de la República Dominicana y el 1,9% de los congresistas del
mundo. Sin embargo, ese sector participa a menudo en funciones centrales y catalizadoras
en los movimientos por la democracia internacional, y está más comprometido que
las generaciones mayores en el voto y el activismo partidista. En conjunto,
estas tendencias han inspirado a muchas organizaciones internacionales a
estudiar la falta de participación política de los jóvenes y a capacitar a los
activistas juveniles para que se conviertan en líderes políticos.
Analizando la realidad dominicana, es normalmente aceptado que
los jóvenes sean tomados en cuenta únicamente para las pretensiones electorales
de candidatos que por décadas han dominado el escenario electoral, pero son
excluidos como figuras a considerar en posiciones de poder.
La política tradicional suele considerarse como un espacio
para hombres con trayectoria y los jóvenes son sistemáticamente marginados
debido a su corta edad, oportunidades limitadas y supuesta falta de
experiencia.
Es evidente que la participación política de los jóvenes va más
allá de simplemente hacer acto de presencia; es intervenir, incidir y construir
de manera activa junto al liderazgo actual una realidad nacional acorde con las
necesidades y expectativas de todos los dominicanos.
No es, no debe ser una minoría pasiva la de los jóvenes
dominicanos. Pueden y deben participar. Deben votar, deben debatir y proponer
ideas.
La capacidad electoral les otorga opción tangible de ser
protagonistas en la elección de los responsables políticos. Con estudio y
preparación pueden elevar el nivel de exigencia pública a los gobernantes y ser
también copartícipes del manejo de las administraciones.
Un liderazgo político renovado con una nueva visión sería una
gran noticia para RD, porque el presente es nuestro, y es ahora.
EL AUTOR es estudiante
universitario. Reside en Santo Domingo.
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