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ANÁLISIS DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN AMÉRICA LATINA

Por Yisel De León

Estudio del año 2020, hecho en Estados Unidos documenta cómo el mecanismo de detención preventiva sigue contribuyendo a la sobrepoblación carcelaria en América Latina, lo que favorece el reclutamiento por parte de las pandillas, así como la violencia y las violaciones a los derechos humanos de los privados de la libertad.

 Los países latinoamericanos siguen abusando de la detención preventiva —la retención de personas que han sido investigadas por delitos, pero aún no han sido juzgadas— para lidiar con las altas tasas de criminalidad, pese al hecho de que el encarcelamiento apuntala las organizaciones criminales que operan en las prisiones, como lo muestra el informe por países sobre prácticas de derechos humanos 2019 (2019 Country Reports on Human Rights Practices), del Departamento de Estado estadounidense.

 Los sistemas judiciales de Latinoamérica se ven desbordados por un número abrumador de detenciones preventivas. El informe señala que, en México y Brasil, los funcionarios no interponen cargos contra los detenidos dentro del límite legal debido a la continua acumulación de casos. En Guatemala, las investigaciones exhaustivas y los procedimientos judiciales han postergado juicios durante años.

 Las leyes de detención preventiva fueron diseñadas en algunos países para permitir la retención de los indiciados durante años, mientras ellos se pudren en prisión. En Honduras y Paraguay, por ejemplo, una persona puede estar detenida por dos años, luego de lo cual las autoridades pueden solicitar una extensión de seis meses. Guatemala tiene un límite de un año, que puede extenderse en periodos de seis meses de manera indefinida.

 Otros países, como Brasil y República Dominicana, establecen el tiempo máximo de detención preventiva caso por caso. Sin embargo en este último al llegar el cese de dicha prisión por vencimiento del plazo, los jueces imponen garantías económicas extremadamente altas, cuyo objetivo es que el investigado continúe en prisión.

Las alternativas a la detención preventiva podrían aliviar en parte la sobrepoblación en las prisiones latinoamericanas, que ha dado lugar a más criminales de carrera y al aumento del reclutamiento por parte de las pandillas, lo que a su vez exacerba el ciclo de pobreza y violencia en muchos países.

 En Estados Unidos, donde los altos costos de las fianzas tienden a dejar a los pobres y a la población negra atrapados en el sistema carcelario, se han presentado algunas mejoras recientemente, como los programas de excarcelación supervisada y la excarcelación previa al juicio para delitos menores y algunos delitos graves. Uruguay ha recurrido a programas de tratamiento en lugar de la reclusión para personas acusadas de delitos de drogas. Y los países podrían usar la libertad condicional en lugar de la privación de la libertad.

 Aunque han ocurrido cambios en procura de eliminar el exceso de prisión preventiva y estos cambios de política son alentadores, sigue siendo difícil convencer a funcionarios y gobiernos de que no solo el encierro reduce el crimen.

 

 

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