María Sánchez-Monge
El término flexitariano se forma al unir las palabras flexible y vegetariano. No lo busques en el diccionario porque no está reconocido por la Real Academia Española. La dieta flexitariana sigue sumando adeptos, motivados unas veces por la búsqueda de un patrón de alimentación sano y otras por el afán de consumir productos más sostenibles desde el punto de vista medioambiental. ¿En qué consiste esta dieta? ¿Sería más correcto hablar de filosofía de alimentación? ¿En qué se diferencia de la dieta mediterránea?
La dietista-nutricionista Rocío Aparici,
miembro de la Junta Ejecutiva del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad
Valenciana (Codinucova), responde a la primera pregunta: “Se basa
principalmente en una dieta vegetariana, con la inclusión puntual de
alimentos de origen animal. Mayoritariamente, pescados, huevos y lácteos”. Cada vez más personas eligen reducir
el consumo de alimentos de origen animal, por lo que estarían siguiendo,
consciente o inconscientemente, una dieta flexitariana. “Aproximadamente el
10% de la población sigue este tipo de dieta”, calcula la experta. No
obstante, también recuerda que España “es uno de los países en los que se
consume más carne”.
En palabras de Rubén Bravo,
dietista-nutricionista y experto en gastronomía del Instituto Médico Europeo
de la Obesidad (IMEO), este modelo “es una alternativa para aquellos
que se acercan al veganismo o a la dieta vegetariana pero no
quieren renunciar completamente a los alimentos derivados de los animales”. La
proporción sería, aproximadamente, de un 80% de productos de origen
vegetal y un 20% de procedencia animal.
En realidad, más que una dieta sería una filosofía, es
decir, una forma de ver la alimentación. La motivación de quienes siguen un
patrón flexitariano suele estar más relacionada con preservar el medio
ambiente que con el cuidado de la salud. Están atentos a cuestiones
como que los alimentos de origen animal provengan de animales que hayan tenido
una vida sana y un buen trato. “Se trata de buscar lo ecológico, sostenible, bio, respetuoso con el
animal y también con la naturaleza en los cultivos”, expone Bravo.
“Su objetivo es evitar la sobreexplotación de los
animales y el coste medioambiental que supone su mantenimiento para el
consumo humano, debido a que, si continuamos produciendo y consumiendo
alimentos de origen animal como hemos estado haciendo hasta ahora, se
necesitarán grandes cantidades de agua, tierras de cultivo y uso de
fertilizantes, lo que perjudicará al planeta”, resume Aparici.
Si no fuera por ese matiz de carácter más ideológico, la
dieta flexitariana podría equipararse a la mediterránea, que tiene como
base hortalizas y verduras (consumo diario) y, en menor proporción,
alimentos cárnicos (una o dos veces a la semana).
Así es un menú flexitariano
Este modelo de alimentación se caracteriza por tener en la
base de la alimentación hortalizas y verduras combinadas con legumbres,
pastas, arroces, harinas, tubérculos y frutos secos. El consumo ocasional
de alimentos de origen animal se centra principalmente en los lácteos y los
huevos y, de forma todavía más esporádica, pescados y carnes.
Un ejemplo de menú típico flexitariano sería el siguiente:
Desayuno
Tostada de pan integral o de centeno con hummus o aguacate
y una pieza de fruta/ café o té, una tostada integral con queso y nueces y una
fruta/ yogur de soja con almendras y mango.
Media mañana
Una pieza de fruta y un yogur bajo en grasa de soja.
Comida
Lentejas con quinoa y verduras/ hamburguesa de
lentejas con brócoli y un acompañamiento de ensalada variada/ fideos
de arroz con verduras y gambas/ lasaña de calabacín con soja/ paella de
verduras.
Merienda
Un lácteo con una pequeña cantidad de frutos secos (tres o
cuatro nueces, cuatro o cinco cacahuetes…)/ gachas de avena/ tostada con
mermelada casera/ fruta y frutos secos.
Cena
Salmón a la plancha acompañado
con una parrillada de verduras/ tortilla de ajos tiernos y puré de calabaza/
sopa de fideos y berenjena de soja/ tofu estilo oriental con verduras/ patatas
al horno con verduras y garbanzos tostados.
Beneficios para la salud y posibles riesgos
La representante del Codinucova señala que este tipo de
alimentación “puede mejorar la salud cardiovascular, ya que hay
múltiples estudios que demuestran que una alimentación basada en vegetales
ayuda a reducir el colesterol”. Por otra parte, “aporta más cantidad de
fibra a la dieta y, por lo tanto, se reduce el riesgo de padecer enfermedades
como obesidad, diabetes e hipertensión”. También ofrece ventajas frente a la
dieta vegetariana estricta: “Por regla general no se necesita la suplementación
de vitamina B12, ya que se hace un consumo ocasional de
alimentos de origen animal que presentan dicho nutriente”.
Sin embargo, esta filosofía nutricional puede entrañar
ciertos riesgos. El dietista-nutricionista del IMEO apunta que es frecuente que
sus seguidores no se fijen en si los alimentos que consumen son materias
primas, procesados o ultraprocesados. “Una dieta vegana,
vegetariana o flexitariana mal seguida o eligiendo productos
industrializados deja de ser una dieta saludable”, afirma. Palmeras de
chocolate, bombones y patatas fritas, entre otros, son alimentos que podrían
incluirse en un perfil veggie, pero no su consumo habitual no es
sano. “Incluso encontramos personas con obesidad dentro de estas filosofías
nutricionales”, resalta el experto.
0 Comentarios