Ocurre
como resultado del contacto sostenible entre el sujeto y su medio, a través de
la socialización.
Para
José Martí (político, poeta, apóstol
de la independencia de Cuba) “educar es preparar al hombre para la vida”. Implica
el desarrollo de las dimensiones del pensar, sentir y actuar, en todas las
áreas de relación social de la persona.
La
educación forma parte de la cultura y la sociedad. Individuo, cultura y
sociedad constituyen un núcleo de temas relacionados, de interés especial en el
proceso educativo. dirigido a la formación de valores. Esto supone la creación
de un vínculo estrecho con la cultura de la humanidad y con los problemas
virtuales de la sociedad.
La
educación tradicional forma personas acríticas, inseguros, pasivos, apáticos,
divididos, individualistas, que solo buscan recompensas para sí mismo, sin
importar la falta de conciencia social, la convivencia pacífica, la
colaboración y el compromiso de los grupos a los que pertenecen. Cuando se les
coarta a los individuos, cuando sus intentos por cambiar y estar abiertos se
prohíben y se pierde el espíritu de creatividad e investigación innata se deja
influenciar fácilmente.
Muchos
líderes políticos de nuestro país, no
todos, promueven este sistema educativo, para no fomentar el desarrollo de
los jóvenes: críticos, activos, seguros,
creativos, comprometidos y curiosos; así éstos serán más fácil de
influenciar, “manipular” para que
funcionen a su manera. Esto les garantiza que no se verán amenazados por
transformaciones trascendentales que afecten sus intereses personales y que
conduzcan a una verdadera democracia y una justicia comprometida… para todos.
El
cantautor cubano Silvio Rodríguez,
en su canción de En harapos dice. “Qué fácil es engañar al que no sabe leer,
cuántos colores, cuantas facetas tiene el pequeño burgués. Qué fácil es
trascender con fama de original, pero se sabe que entre los ciegos el tuerto
suele mandar. Qué fácil de apuntalar sale la vieja moral, que se disfrace de
barricada, de lo que nunca tuvieron nada, qué bien prepara su máscara el
pequeño burgués”.
En
la canción Escaramujo, Silvio dice, “¿Por que la tierra es mi casa, por qué la noche es oscura, por
qué la luna es blancura que engorda como aldegasa, por qué una estrella se
enlaza con otra como un dibujo y por qué el escaramujo es de la rosa y el
mar? Yo vivo de preguntar, saber no
puede ser lujo. Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo. Soy todo
lo que se junta para vivir y soñar, soy el destino del amar; soy un niño que
pregunta. Yo vine para preguntar, flor y reflujo, soy de la rosa y de la mar
como el escaramujo”. En esta composición
literaria Silvio destaca la
importancia de indagar, de tener curiosidad, ansias de aprender el origen y el
por qué de las cosas, esto es filosofar.
También habla sobre el derecho que tiene cada ciudadano a la educación.
La
educación como práctica de la libertad, al contrario de aquella que se utiliza
como opresión, implica la negación de la persona aislada y desligada del mundo;
supone los individuos en relación con el mundo.
La
educación se debe utilizar para la humanización, no es una simple cosa que se
deposita en las personas, ni tampoco una palabra hueca. Es praxis que implica
la acción y la reflexión de las personas sobre el mundo para liberarlo.
“Nadie educa a nadie, así como nadie
se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí”. (Paulo Freire).
En
la medida que los habitantes de un pueblo se educan, este se desarrolla. Este
desarrollo permite a las personas adquirir una mejor calidad de vida, a través
de una mejor relación consigo mismos, los demás y su ambiente.
Corresponde
a los jóvenes, como seres que caminan hacia delante, que miran al frente,
jóvenes que miren hacia atrás, sólo como una manera de conocer mejor lo que
están haciendo y así construir un futuro mejor.
El
joven que el mundo necesita es comprometido con la libertad; se inserta en la
realidad, sin temor para conocerla y luego transformarla. No teme a enfrentar,
a escuchar, al descubrimiento del mundo, al diálogo ni al encuentro con el
pueblo; de lo que resulta un saber mayor de ambos.
El
joven que el mundo necesita, no se siente dueño del tiempo ni de los demás
jóvenes, tampoco libertador de los oprimidos. Se compromete con el tiempo y con
ellos, en la liberación de ambos y la transformación del mundo.
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