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EDUCACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD

Por Carlos Candelario Veras
La educación es un proceso de mejoramiento, enriquecimiento y moldeamiento que se da en la conducta de las personas, que contribuye al desarrollo de las capacidades, atendiendo a las necesidades personales y sociales.  

Ocurre como resultado del contacto sostenible entre el sujeto y su medio, a través de la socialización.

Para José Martí (político, poeta, apóstol de la independencia de Cuba) “educar es preparar al hombre para la vida”. Implica el desarrollo de las dimensiones del pensar, sentir y actuar, en todas las áreas de relación social de la persona.

La educación forma parte de la cultura y la sociedad. Individuo, cultura y sociedad constituyen un núcleo de temas relacionados, de interés especial en el proceso educativo. dirigido a la formación de valores. Esto supone la creación de un vínculo estrecho con la cultura de la humanidad y con los problemas virtuales de la sociedad.

La educación tradicional forma personas acríticas, inseguros, pasivos, apáticos, divididos, individualistas, que solo buscan recompensas para sí mismo, sin importar la falta de conciencia social, la convivencia pacífica, la colaboración y el compromiso de los grupos a los que pertenecen. Cuando se les coarta a los individuos, cuando sus intentos por cambiar y estar abiertos se prohíben y se pierde el espíritu de creatividad e investigación innata se deja influenciar fácilmente.

Muchos líderes políticos de nuestro país, no todos, promueven este sistema educativo, para no fomentar el desarrollo de los jóvenes: críticos, activos, seguros, creativos, comprometidos y curiosos; así éstos serán más fácil de influenciar, “manipular” para que funcionen a su manera. Esto les garantiza que no se verán amenazados por transformaciones trascendentales que afecten sus intereses personales y que conduzcan a una verdadera democracia y una justicia comprometida… para todos.

El cantautor cubano Silvio Rodríguez, en su canción de En harapos dice. “Qué fácil es engañar al que no sabe leer, cuántos colores, cuantas facetas tiene el pequeño burgués. Qué fácil es trascender con fama de original, pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar. Qué fácil de apuntalar sale la vieja moral, que se disfrace de barricada, de lo que nunca tuvieron nada, qué bien prepara su máscara el pequeño burgués”.

En la canción Escaramujo, Silvio dice, “¿Por que la tierra es mi casa, por qué la noche es oscura, por qué la luna es blancura que engorda como aldegasa, por qué una estrella se enlaza con otra como un dibujo y por qué el escaramujo es de la rosa y el mar?  Yo vivo de preguntar, saber no puede ser lujo. Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo. Soy todo lo que se junta para vivir y soñar, soy el destino del amar; soy un niño que pregunta. Yo vine para preguntar, flor y reflujo, soy de la rosa y de la mar como el escaramujo”. En esta composición  literaria Silvio destaca la importancia de indagar, de tener curiosidad, ansias de aprender el origen y el por qué  de las cosas, esto es filosofar. También habla sobre el derecho que tiene cada ciudadano a la educación.

 La educación como práctica de la libertad, al contrario de aquella que se utiliza como opresión, implica la negación de la persona aislada y desligada del mundo; supone los individuos en relación con el mundo.

La educación se debe utilizar para la humanización, no es una simple cosa que se deposita en las personas, ni tampoco una palabra hueca. Es praxis que implica la acción y la reflexión de las personas sobre el mundo para liberarlo.

“Nadie educa a nadie, así como nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí”. (Paulo Freire).

En la medida que los habitantes de un pueblo se educan, este se desarrolla. Este desarrollo permite a las personas adquirir una mejor calidad de vida, a través de una mejor relación consigo mismos, los demás y su ambiente.

Corresponde a los jóvenes, como seres que caminan hacia delante, que miran al frente, jóvenes que miren hacia atrás, sólo como una manera de conocer mejor lo que están haciendo y así construir un futuro mejor.

El joven que el mundo necesita es comprometido con la libertad; se inserta en la realidad, sin temor para conocerla y luego transformarla. No teme a enfrentar, a escuchar, al descubrimiento del mundo, al diálogo ni al encuentro con el pueblo; de lo que resulta un saber mayor de ambos.

El joven que el mundo necesita, no se siente dueño del tiempo ni de los demás jóvenes, tampoco libertador de los oprimidos. Se compromete con el tiempo y con ellos, en la liberación de ambos y la transformación del mundo.

 

 

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