Maria Alejandra Morgado Cusati
El miedo a los sobrenatural es una experiencia muy común en los niños pequeños; incluso en gran parte de las personas adultas. Sin embargo, este miedo puede intensificarse hasta el punto de entorpecer el correcto funcionamiento.
El significado etimológico de la palabra bogifobia proviene de la conjunción del término griego: φοβία (‘phobía’), que significa ‘temor’, y de la palabra anglosajona bogeyman, cuya traducción al español es ‘hombre del saco’, un equivalente al personaje ficticio llamado ‘el coco’.
El
hombre del saco o coco suele referenciarse para asustar a los niños,
diciéndoles o amenazándoles que éste se los llevará si no se portan bien o si
no se comen toda su comida. De esta manera, el término indica el miedo
irracional a esta figura imaginaria. No obstante, esta palabra también abarca
los temores a otras entidades sobrenaturales, como fantasmas, monstruos o
demonios.
Si
bien la bogifobia es el miedo a lo sobrenatural, es importante recalcar que, al
tratarse de una fobia, las manifestaciones psíquicas y somáticas son más
intensas que las respuestas de miedo común. Incluso pueden llegar a ser
incapacitantes.
Como
toda fobia específica, la bogifobia desencadena un patrón de reacciones
fisiológicas, psíquicas y motoras ante la exposición o anticipación del
estímulo o situación temida. Estas respuestas son las siguientes.
Existen
diferencias individuales en cuanto a la experiencia somática del miedo, es
decir, no todos lo experimentamos de la misma manera. Aunque entre las más
comunes se encuentran las siguientes:
Incremento
de la presión arterial.
Sudoración.
Dolor
de estómago.
Reacciones
psíquicas
Estas
implican las creencias y pensamientos que presenta la persona ante la situación
amenazante. Por lo general, piensa que está a punto de morir o que será
lastimada. Además, el miedo y la ansiedad intensa pueden transformarse en una
crisis o ataque de pánico.
La
respuesta motora más común es abandonar la situación que causa temor y hacer
todo lo posible para evitarla en el futuro. En el caso de los niños, la
ansiedad y el miedo se expresan con llanto, rabietas, quedarse paralizados o
aferrarse a sus padres o cuidadores.
La
bogifobia es una condición que suele gestarse en la infancia, por lo que los
individuos que la experimentan son niños en su mayoría. Es común que los
infantes sientan miedo a criaturas imaginadas o soñadas, como monstros o
fantasmas.
Aunque
los niños, a partir de edades muy tempranas (desde los 3 años), pueden hacer la
distinción entre fenómenos mentales y reales, son propensos a creer que lo que
imaginan o sueñan puede convertirse en realidad. De esta manera, el solo hecho
de creer que una entidad muy terrorífica y amenazante puede tornarse real ya es
causa suficiente para experimentar miedo y ansiedad.
Las
creencias del contexto en el que socializa el niño influirán de forma
significativa en las ideas que éste se forme sobre las entidades
sobrenaturales. Si la cultura en la que crece posee creencias referentes a la
existencia de entidades sobrenaturales malignas, entonces estará más propenso a
desarrollar este tipo de fobia.
Se
han identificado casos en los que las creencias malévolas del mundo
sobrenatural guardan relación con estilos de crianza punitivos, es decir, que
una infancia caracterizada por experiencias difíciles y dolorosas producirá una
personalidad adulta que crea que las entidades sobrenaturales infligen daño a
los seres humanos.
¿Cómo tratar el
miedo a lo sobrenatural?
Según
la última versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales (DSM-5), las fobias específicas se encuentran enmarcadas dentro de los
trastornos de ansiedad. Este padecimiento puede llegar a agravarse hasta el
punto de causar un malestar significativo en la persona que lo padece, llegando
a afectar el correcto funcionamiento de la persona.
El
miedo fóbico es un tipo de trastorno de ansiedad que puede ser incapacitante.
La mejor forma de tratarlo es mediante terapia psicológica.
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