La experta indica que
las principales propiedades del fango son su efecto exfoliante, que
ayuda a la eliminación de los restos celulares y de las impurezas; la hidratación y
mejora de la elasticidad, gracias a su alto contenido en minerales como el
silicio, el magnesio, el zinc y el cobre; así como su efecto reafirmante y
drenante que favorece la circulación sanguínea.
Además, el barro también es regulador de la grasa y antiseborreico,
es decir, que reduce el aumento de la secreción de las glándulas sebáceas de la
piel.
La fangoterapia es
un tratamiento tópico que consiste en aplicar fango o arcilla con el fin de que
aporte a nuestra piel los beneficios anteriormente mencionados y otros
problemas médicos como las varices o la celulitis.
Asimismo, esta terapia puede enriquecerse con la mezcla de diversas plantas y
hierbas, poseedoras también de múltiples propiedades, como el romero o el
meliloto.
En los spas o centros de
belleza ofrecen este tratamiento que, combinado con masajes, permite disfrutar
de una sesión de relajación. Por tanto, no solo estamos hablando de cuidar la
salud de nuestra piel, la fangoterapia también trabaja sobre causas de estrés que
alteren el organismo. “Se debe diferenciar entre fango y
arcilla, que son dos tipos de barros, pero mientras que la
arcilla se obtiene de la tierra, el fango se saca del fondo del mar o de
manantiales”, aclara Merino, quien añade que el fango tiene más minerales y,
por tanto, más propiedades.
La dermatóloga explica
que “los fangos pueden ser marinos, que además de ser ricos en minerales, también
lo son en algas microscópicas; de ríos y pantanos, ricos en
azufre; o de zonas volcánicas, ricos en oligoelementos (minerales
en pequeñas cantidades presentes en nuestro organismo como el hierro, el cobre,
el solonio o el yodo). Respecto a las arcillas, la dermatóloga distingue varios
tipos: verde, amarilla, rosada, negra, roja, verde, gris y blanca, “siendo la
verde la de uso más frecuente para la piel”.
¿Se aconseja siempre la fangoterapia?
La fangoterapia es
beneficiosa para enfermedades como la psoriasis,
“aunque está contraindicado cuando haya pústulas”, apunta Merino. Por otra
parte, este tratamiento tópico también es aconsejable para pacientes con
dermatitis seborreica “por su efecto seborregulador”.
El fango, capaz de
limpiar la piel y eliminar las impurezas, es un remedio además recomendable
para tratar el acné, aunque, en
palabras de la dermatóloga, siempre “después de realizar el tratamiento
farmacológico adecuado. En este sentido, Merino insiste en que, para tratar
estas enfermedades, la fangoterapia no basta por sí sola, sino que es siempre
un remedio que ayuda “a un correcto diagnóstico, manejo y tratamiento
dermatológico”.
El barro marino de la
playa, ¿sí o no?
La respuesta de Merino
es tajante: “No, siempre deben ser lodos controlados y aplicados por
un profesional”. Por ello, para adquirir los fangos adecuados,
estos se venden húmedos para conservar sus propiedades. “Las arcillas se
distribuyen tras un proceso de filtrado y secado, por
lo que para poder aplicarlas se realiza una mezcla con aguas minerales o
aceites esenciales”, detalla la experta. Tras embadurnar la piel con el
producto, hay que esperar unos minutos para que se seque y realice
su función, para retirarlo después con agua.
En cuanto a si la
arcilla o el barro son buenos también para la cara, la dermatóloga contesta que
sí: debemos emplear el barro a modo de mascarilla, muy
útil en casos de acné.
Fuente: https://cuidateplus.marca.com/
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