Por Cándido Mercedes
“Nada en la vida debe ser temido, solo entendido. Ahora es el tiempo de entender más, para que podamos temer menos”. (Marie Curie).
La ciencia trató de que la pandemia del COVID no generara
un trastorno en el sistema de salud global, así como la disminución
significativa en la cadena de suministros global, tratando de evitar los
millones de muertos (3,694,356) y hasta ahora 171,814,029 de contagiados; en
tanto que un eclipse total en la economía mundial. Aquí en República Dominicana
hubo un decrecimiento de la economía de 6.9 del PIB y un déficit fiscal de
RD$450, 000,000.
La ciencia advirtió y ella coadyuvará a la salida de esta
crisis y será el arma que ganará la guerra que ha propiciado el coronavirus,
científicamente SARS-CoV-2, Covid-19. Pero qué ocurre, como decía una pancarta
colocada en la frontera franco-suiza “Toda película de desastres empieza con
alguien que ignora lo que dice un científico”. Llamados de advertencias,
empero, la elite política no actuó con visión. Malas decisiones políticas de
los principales dirigentes políticos del mundo.
Noah Yuval Harari frente a la pandemia se preguntaba ¿por
qué hemos visto tantas muertes y tanto sufrimiento? Por las malas decisiones
políticas. Más adelante, puntualizaba “La ciencia no puede sustituir a la
política. Al decir sobre política, debemos tener en cuenta muchos intereses y
valores; y, como no hay forma científica de determinar qué intereses y valores
son más importantes, no hay forma científica de decidir qué debemos hacer”.
Subrayamos: el mundo tiene 5 continentes, con una población
de 7,693 millones de habitantes segregados así:
Asia: 4,600 millones.
África: 1,300 millones.
América: 1,000 millones.
Europa: 750 millones.
Oceanía: 43 millones.
El Continente Americano apenas representa el 13% de la
población mundial, sin embargo, el número de contagiados y muertos representa
el 52%. Eso muestra la mala calidad de los actores políticos: Donald Trump
(Estados Unidos), Bolsonaro (Brasil) y AMLO en México, que perdió la
perspectiva en esta crisis sanitaria. En el mundo entero el contagio del virus
disminuyó, no obstante, en América, sobre todo en América Latina, aumentó
alrededor de un 5%. En Chile con un 52% de la población vacunada con las dos
dosis, ocupando el primer lugar en ese renglón en América y el segundo después
de Israel. Recientemente, en un solo día se contagiaron 8,670 personas. En Perú
acaban de revisar el conteo de los fallecidos. Decían que habían muertos
alrededor de 70,000, para ser exactos 69,878.
La auditoría terminaría en 180,000. Eso significa la tasa
de mortalidad per cápita más alta del mundo. En Brasil en un solo día, el
primero de junio, expiraron 4,500 seres humanos. En República Dominicana hemos
desarrollado el síndrome del acuario o la cultura del ombligo en el ir y venir:
positivo/ negativo. No vemos los contextos para evaluar, reflexionar y ponderar
en una perspectiva más amplia. Nos hundimos hacia dentro en una introspección
exhausta. Hay un rebrote, segunda, tercera, cuarta olas, dependiendo de cada
país.
Las críticas son consustanciales a la democracia, no se
concibe la democracia sin ellas. Empero, toda crítica ha de visualizarse con
todas sus aristas, a la luz de la ciencia de la complejidad, desde una
dimensión holística. Como nos dice Byung Chul Han “La pandemia no es solo un
problema médico, es un problema social. El Virus es un espejo, muestra en que
sociedad vivimos”. En nuestra frágil y compleja sociedad se ha dado lo que se
llama la Ideología de la salud, esto es, una sobredimensión, una sobredeterminación
que configura el escenario, el contexto, en su validación total. Tamaño error.
Sin desconocerlos, el rol no ha de ser de los postulados:
virólogos, infectólogos, especialistas en salud pública, epidemiólogos. Al
llegar aquí son importantes, pero secundarios. Principal en el proceso y
procedimientos de los pacientes. A partir de ahí es el diseño
social-político-económico que entra en juego a partir de las informaciones
dadas. Es la búsqueda del equilibrio. Como nos ejemplificaba Harari: “Son los
políticos quienes deben hallar un equilibrio entre las consideraciones médicas,
económicas y sociales y, tras ello, elaborar unas políticas integrales”. Las
decisiones sobre el Covid y su comportamiento deben ser revisadas día por día,
horas por horas, en respuesta a su evolución y mutaciones, y al comportamiento
de la ciudadanía.
Las respuestas en República Dominicana han sido adecuadas
de tal manera que hoy somos el segundo país de América Latina, después de
Chile, con más vacunados y con una de las tasas de letalidad más bajas del
continente. Lo que ocurre es que la pandemia visibilizó el punto de inflexión
del drama social de LA SALUD. Mientras en América Latina y el Caribe el
promedio de inversión es de 4.3%, en nuestro país ha oscilado entre 1.3 a 1.9
del PIB. Eso hace que apenas tengamos 602 camas UCI, con 10.7 millones de
habitantes, que significa 0.00005. Que tengamos solo 468 ventiladores (tanto
del sector público como privado) para un 0.00007; y, solo 2,671 camas
hospitalarias. En nuestro país, a un paciente en cama UCI por Covid le cuesta
entre RD$500,000.00 a RD$2,000,000.00.
Las lecciones aprendidas son que tenemos un sistema de
salud precario, una verdadera falta de regulación, con inobservancias a las
leyes 42-01 y 87-01 (Ley de Salud y de Seguridad social). Tenemos, en fin, un
sistema de salud sujeto a leyes del mercado cuando ella es parte de los
derechos humanos, de los derechos fundamentales. Como nos señala Debora
Mackenzie en su libro COVID-19 “Ha muerto muchísima gente. Mucha seguirá
muriendo, ya sea por el virus o por la pobreza a largo plazo, por la disrupción
política y económica y por los sistemas sanitarios sobrecargados que serán la
herencia de la pandemia…”. En nuestro país estamos en presencia de una frágil y
compleja sociedad que se complejiza por nuestras estructuras de gobierno
fragmentadas, donde finalmente, lo privado se impone a lo público.
Inocularse hoy es un acto de responsabilidad y no hacerlo
comporta un acto de extrema irresponsabilidad. Aquí gravita el gran problema de
la sociedad dominicana. Una sociedad muy indisciplinada donde las virtudes
cívicas no encuentran espacio en la conciencia colectiva. El civismo se
constituye en cuasi una mueca, en una pose para la mejor fotografía. Como nos
ilustra el célebre filosofo surcoreano Byung-Chul Han acerca de “la importancia
del civismo de la acción conjunta en una crisis como la pandemia del Covid”.
Estamos en presencia de una sociedad caracterizada por la
exacerbación del individualismo, irreverente a las normas, a las reglas,
desorganizada, hedonista, relativista, en la búsqueda permanente de los atajos,
con hondas raíces sempiternas en el fraude social. Allí donde un 70% de la
población se mueve en la lucha por la sobrevivencia. La vigilancia y el control
de Michell Foucault no encuentran eco. El Mindo, como nos hablaría Han, que
significa “Nivel de las personas; Nivel cultural de la gente”.
“El Mindo” no prevalece significativamente en occidente. El
capital social, como construcción para la colaboración y la solidaridad, es muy
pírrico en el corpus social dominicano, imposibilitando de manera límpida una
mayor cohesión social para que se viabilice más expeditamente proyectos
colectivos y espacios de articulación que coadyuven a un mejor control social.
Salud y Economía. Economía y Salud. No son excluyentes. Una y otra se necesitan
más que nunca, sobre todo en un país de ingreso medio donde perdimos solo en el
2020 cerca de US$10,000 millones de dólares.
El empleo formal para febrero del 2020 se situaba en
2,122,034 según la Tesorería de la Seguridad Social. Para mayo del mismo año
habíamos perdido 528,727 empleos, arribando a solo 1,593,310. Para abril de
este año (2021) llegamos a 2,000,040. Esto significa que no hemos recuperado
cerca de 122,000, sin contar que cada año ingresan a la Población
Económicamente Activa (PEA) entre 110,000 a 115,000 jóvenes para optar en el
Mercado de trabajo. Estamos hablando solo de empleos formales sin anotar aquí
cientos de empleos, de miles que se perdieron en el Mercado Laboral Informal
que no se han recuperado. Para febrero de 2020 se encontraba en 52%. En abril
de 2021 en 54 - 56%.
Hay indicios de una fuerte recuperación: de 91,880
empleadores que existían en febrero de 2020 se redujo a 68,995, esto es 21,895
menos. En el mes de la Revolución, el mes que más ha inspirado a los
compositores, arribamos a 95,540 empresas, vale decir, 3,660 empresas más que
la ruptura ocasionada por la pandemia. El civismo con la responsabilidad
sincroniza Salud – Economía y esfuerzo de solidaridad frente a una nueva
emergencia civilizatoria. El virus ha marcado un cambio de era, la civilización
digital, que implica un paso rápido, en gran medida, del mundo físico a lo
virtual
Ayudemos a ganarle la guerra al SARS-CoV-2 que al decir de
Juan José Gómez Cadenas y Juan Botas en su libro VIRUS “Es más que un síndrome
respiratorio… constituyen otras complicaciones de la enfermedad, que incluyen
patologías cardíacas, hepatitis, renales, oculares, dermatológicas,
gastrointestinales, del sistema nervioso”. ¡Vamos a vencerlo VACUNANDONOS para
volver de nuevo a abrazarnos y dejar atrás el simple “Hola”!
0 Comentarios